Las costureras de la mezquita de la M-30 se quedan en casa

Aziza se quedó ayer sola con sus máquinas de coser y con los retales de las chilabas que ella y sus 40 alumnas confeccionan en un aula-taller de la mezquita de la M-30. "Me han llamado para decirme que no iban a venir. Tienen miedo. Todas llevan velo y ahora sienten que destacan más que nunca por las calles", comenta.

Aziza vive en España hace 15 años, es de Casablanca, y tanto los atentados que se produjeron en la ciudad marroquí el pasado 16 de mayo como los que convulsionaron Madrid el pasado 11 de marzo, la tocaron muy cerca. "En Casablanca perdí amigos, y aquí mi amiga Jamila ha perdido a Sanas, su única hija de 13 años, que el pasado sábado velamos aquí en la mezquita y repatriamos su cadáver a Tánger." Ahora, como muchas de sus alumnas, está pensando en volver a su país porque no puede soportar el ser mirada como una asesina por el hecho de ser musulmana. "El terrorismo no tiene país, ni nacionalidad, ni nada", repetía.

A la hora de la oración tampoco llegó demasiada gente a la mezquita, cuya entrada estaba franqueada por una gran pancarta en la que podía leerse: "No al terrorismo. Nuestra solidaridad y condolencia con las víctimas y sus familiares". Apenas 50 fieles se reunieron para orar en la sala de rezo.

"Para nosotros, como para el resto de los que viven en Madrid ha sido algo inadmisible, brutal y lo condenamos rotundamente. Nuestros muertos son todos, pero también hay muertos musulmanes. La hija de un amigo mío que acababa de conseguir un trabajo hace tres días ha perdido las dos piernas. Es una tragedia de todos", decía Mohamed El Afifi, portavoz de la Mezquita, que mostraba su preocupación por posibles reacciones contra los musulmanes aunque confía "en la demostrada madurez de la sociedad española" . Y agrega: "El extremismo islámico o ETA son excepciones en el mundo árabe y en España. No se puede generalizar".