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Entrevista:FABIÁN LLISTERRI | Decano del Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciana

"El Palau de les Arts es un artefacto de pesadilla"

Sara Velert

Pregunta. El Colegio pide un concurso público para ordenar el frente marítimo. ¿Qué criterios debería seguir esa transformación?

Respuesta. En las ciudades costeras hay un elemento importante, que es su relación con el mar y creemos que debe estudiarse para que sea positiva. Hay ejemplos como el de Valparaíso, en Chile, que es un caso extremo, en el que una ciudad que es patrimonio de la humanidad está absolutamente bloqueada por un puerto que ocupa toda la franja costera. Estamos lejos de eso, pero cuando se plantea el crecimiento del puerto y de la ciudad hay que reflexionar e intentar coordinar esa relación, contemplando las necesidades del puerto, pero pensando cómo va a ser, no yendo cada uno por su lado.

"Estamos resolviendo problemas en la ciudad sin crear patrimonio"
"Nuestra voluntad es ayudar en todo lo que redunde en una mayor calidad urbanística"
"La Copa del América no justifica que de repente se urbanice la huerta"

P. La Copa del América ha levantado expectativas de transformación en la ciudad y en esa franja litoral.

R. La Copa del América está a tres años vista y no hay tiempo de nada. Lo que necesita es más bien poco, y además son instalaciones portuarias. No justifica que de repente se urbanice, por ejemplo la huerta, eso no tiene sentido. Si de aquí a tres años tenemos que tener unas determinadas instalaciones para que se pueda llevar a cabo la competición, eso tiene que ir muy rápido y habrá que hacerlo lo mejor posible. Por otra parte, y esto es una idea que creo que sacaremos a la luz, en estos tres años tampoco se trata de comenzar obras que vayan a estar a mitad en el 2007. Si no queremos eso, tendremos un paréntesis de aquí al 2007 que sería muy positivo para la ciudad, y hasta políticamente rentable, para generar debates y concursos de ideas sobre la Valencia del 2015. Y así cuando llegara el 2007, tendríamos obras realizadas, nada más que las justas, y podríamos presentar al mundo en ese escaparate que va a ser Valencia las mejores soluciones arquitectónicas. Eso sería equivalente a lo que hizo Berlín, o Barcelona, sería un ejemplo claramente positivo. En esa idea estamos con el Colegio de Ingenieros de Caminos. Sería lo mejor para la ciudad, y no se trata de dar soluciones, sino de resolver coherentemente problemas que tenemos en este momento y que hay que reflexionar sobre ellos. No se puede ni funcionar a base de ocurrencias, como dice el presidente territorial de Valencia, Paco Taberner, ni a base de presiones especulativas de unos y otros. Se trataría de tener una reflexión seria y aportaciones de todas partes, de donde sacar lo mejor.

P. Eso nos conduce al debate sobre el modelo de ciudad.

R. Ése es el tema, hay que abrir ese debate y creemos que hay que recoger ideas de todas partes. Estos tres años podrían ser el tiempo necesario para llevarlo a cabo. Los políticos se podrían apuntar un tanto si se subieran al carro de generar las mejores soluciones para Valencia aprovechando un paréntesis de debate. Lo que nos parece mal, nos parece cutre, es que sigamos con improvisaciones y soluciones que de repente salen y que son negativas. No quisiera que dentro de unos años Valencia fuera un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas porque podría ser un modelo europeo de ciudad avanzada y con un desarrollo arquitectónica y urbanísticamente modélico.

P. El paseo marítimo se transforma, por ejemplo, con el hotel de Las Arenas. ¿Qué le parece?

R. Es exactamente lo que no se debe hacer. Valencia, desgraciadamente está produciendo unos cuantos ejemplos notables de cómo no se deben hacer las cosas. Son ejemplos que incluso salen en foros de arquitectura en otras ciudades españolas, como la avenida de las Cortes Valencianas, que no tiene nada que ver con la vida y el contexto de Valencia, o el hotel de las Arenas. O por ejemplo el Palau de les Arts, que, con todo el respeto a la persona de su autor [Santiago Calatrava], en mi opinión, es un artefacto un poco de pesadilla. Son ocurrencias más que ideas. Y no podemos llenar Valencia de ocurrencias que van a quedar aquí por muchos años.

P. Precisamente, la imagen de Valencia en estos últimos años se ha ligado a grandes obras como la Ciutat de les Arts y de les Ciències, de Calatrava. ¿Cómo ve esa política de grandes hitos arquitectónicos?

R. La veo mal. Es fácil deslumbrar, pero aquí el que realmente juzga es el tiempo. Yo estoy convencido de que esos deslumbramientos, la arquitectura-espectáculo, puede ser buena o mala. Y si es mala deslumbra igual, pero es mala. Hay que resistirse a la tentación de deslumbrar a corto plazo.

P. Los arquitectos se quejan de que se hacen pocos concursos públicos, como en el caso de la futura Estación Central de Valencia.

R. Una buena gestión del dinero público implica sacarle el mejor rendimiento posible, y es evidente que eso viene de la mano de un concurso, como en las subastas se saca el máximo precio posible. Los mejores resultados vienen de un concurso que, evidentemente, está montado sobre un jurado competente, eso es fundamental. En el caso de la Estación Central, nos seguimos quejando enérgicamente. No hay derecho a que se publiquen concursos que, aunque sean legales, estén preparados para que se les adjudique a dos o tres posibles consultings de ingeniería en España cuando a lo mejor tiene una carga de arquitectura muy importante. En este caso se ha puesto un parche, que es el hecho de haber incorporado a la empresa adjudicataria a un arquitecto como César Portela, que es Premio Nacional de Arquitectura. Eso no resuelve el problema de unos concursos mal planteados, donde no se da opción de participar a la mayoría de estudios de arquitectura.

P. En Valencia se han hecho concursos para plazas que luego se han ignorado. ¿Se relega a los arquitectos al hacer ciudad?

R. Los políticos, del signo que sea, son un poco víctimas de su necesidad de protagonismo permanente, y creo que habría que ir con más tranquilidad a la hora de crear patrimonio en las ciudades. Estamos resolviendo problemas sin crear patrimonio. Tenemos una herencia importante, pero los resultados que se van viendo de lo nuevo que sale en la ciudad, en ningún caso pensamos que es un patrimonio de un valor importante. Eso sale de planteamientos más tranquilos, de reflexión y técnicos.

P. ¿Qué desarrollo cree que se ha propiciado con la LRAU?

R. La LRAU puede haber resuelto problemas, pero ha creado otros. Es un modelo de desarrollo peligroso en muchos casos, de mucha velocidad, y nosotros pensamos que hay que hacer las cosas más tranquilamente. La realidad es que nos hemos quedado sin costa y eso es consecuencia un poco de las fórmulas que propicia la LRAU.

P. ¿En qué la cambiaría?

R. Partimos de ver qué modelo es deseable para una sociedad. Personalmente, no hablo como decano, para mí con el progreso basado en la velocidad excesiva al final el resultado no es el mejor para los ciudadanos. El progreso debería estar encaminado a que a los ciudadanos luego se les cayera la baba con lo que tienen entre manos. Y aquí no es así, parece que todo se mida a base de estadísticas de visitantes, de inversiones, de porcentajes de crecimiento...

P. La ciudad la hacen los constructores. ¿Es un tópico?

R. Los políticos tienen unas presiones fuertes por parte de los propietarios del suelo, los constructores... Pero las leyes las hacen los políticos, que son los elegidos por la sociedad para gestionar el país, la Comunidad, y es su responsabilidad. Otra cosa es que la responsabilidad la asuman plenamente o a medias, pero la suya es gestionar el país, sin excusas, y resistir claramente a las presiones. Cuando las ciudades se resuelven basándose en presiones, en precios del suelo, en programas acelerados para cubrir determinadas necesidades, entonces se arreglan problemas pero no se crea patrimonio ni urbanístico ni urbano. Como institución, nuestra voluntad es ayudar, apoyar, proponer y colaborar en todo aquello que redunde en que aumente la calidad urbanística y arquitectónica de la ciudad, para que al final los ciudadanos de esta ciudad vivamos mejor.

P. Valencia ha iniciado la revisión del plan general. ¿Cómo debe crecer la ciudad?

R. No me atrevo a dar soluciones, del colegio no salen opiniones concretas, salen invitaciones al debate. Nos interesa crear ese escenario donde puedan salir las mejores soluciones, también es nuestra responsabilidad. El colegio tiene dos partes, una de cara hacia los arquitectos para facilitar su labor profesional, y otra ante la sociedad para aportar nuestra especialidad profesional para que los temas ciudadanos se resuelvan lo mejor posible.

P. Entonces, cree que falta participación ciudadana...

R. La participación ciudadana si no se genera, si no se crea en las plataformas en las que la ciudad pueda participar, no sale. O sea, si en una ciudad los proyectos aparecen ya hechos y nadie opina nada... Hay un tema con el que no estoy en absoluto de acuerdo y que le oía el otro al concejal Bellver, creo, y que hablaba de que la participación ciudadana se puede realizar en las alegaciones a los planes parciales que salen del Ayuntamiento. Eso es una barbaridad con mayúsculas, de tal envergadura, que no se puede plantear.

P. En polémicas como el Teatro de Sagunto, El Cabanyal o la ampliación del IVAM, han optado por quedarse en segundo plano. Por lo que dice, van a involucrarse más en el debate social y cultural.

R. En estos temas se puede generar un debate. El del IVAM es un tema complejo, tiene muchas vertientes, el modelo de museo es un punto, otro es la implicación en el entorno urbano, o el hecho de cubrir una obra de arquitectura, de Emilio Giménez, muy digna, y también es opinable la solución arquitectónica. En el caso del Teatro Romano, el colegio ya tomó un acuerdo y el Consejo Superior de Colegio de Arquitectos se sumó a esa posición, en contra de la demolición de la obra de Portaceli y Grassi. El tema de El Cabanyal es muy polémico, se ha debatido poco y creo que ahí sí cabría un concurso de ideas que es importante, porque es un problema difícil de resolver.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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