El silencio de la cultura
Museos y salas enmudecieron ayer en homenaje a los fallecidos
La vida cultural madrileña contuvo ayer el potente latido de su corazón para rendir homenaje silencioso a las víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo en Madrid. La mayor parte de los centros culturales y todos los museos estatales de la ciudad cerraron sus puertas al público "por luto nacional", según rezaba un cartel que pendía de la verja del Museo del Ejército, en la calle de Méndez Núñez, 1, junto al parque del Retiro.
En el Museo Arqueológico Nacional, de la calle de Serrano, 13, el cierre no fue óbice para que sus empleados se concentraran durante un cuarto de hora ayer en la escalinata de acceso.
En el Museo del Prado, que muestra en su fachada de Goya una reproducción gigante de un bodegón de Luis Meléndez, vecinos del barrio de Los Jerónimos no recordaban un cierre en día laborable -ayer fue viernes- desde hace décadas. Hoy reabre sus puertas. Por igual motivo, el Museo Thyssen Bornemisza, en el paseo del Prado, 8, mantenía ayer cerradas sus verjas metálicas.
El Círculo de Bellas Artes mostraba en las cristaleras de acceso, en la calle del Marqués de Casa Riera, 2, dos grandes carteles en los que se anunciaba la cancelación de actividades durante las jornadas del jueves, la de ayer y la de hoy, sábado.
Tras informar de que los ciclos de cine y las exposiciones quedaban clausuradas al público hasta el domingo, los carteles destacaban el lema Con las víctimas, con la Constitución , contra el terrorismo. Igualmente, en cartel aparte se informaba del cierre de la cafetería hasta la tarde del sábado.
Entierro en Azuqueca
En el Museo de Ciencias Naturales, de la calle de José Abascal, sin número, junto a la plaza de San Juan de la Cruz y frente al monumento a la Constitución, el cierre en solidaridad con las víctimas del atentado presentaba un singular rasgo: en el edificio que el museo comparte con la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales se anunciaba el entierro ayer, en Azuqueca de Henares, de María Fernández del Amo, que allí trabajaba. Esta mujer acudía a Madrid en la mañana del jueves 11 en uno de los trenes de cercanías procedentes del corredor del Henares que recibieron el impacto de los explosivos.
En el Ateneo de Madrid, de la calle del Prado, 21, tras su larga escalera de veinte peldaños, un trípode mostraba un cartel que anunciaba la clausura de todas las actividades culturales.
La Casa de América, sita en la plaza de Cibeles, permanecía cerrada igualmente y las 26 banderas de los países de la comunidad iberoamericana se hallaban izadas sólo hasta la mitad de sus mástiles, bajo la lluvia fina de un día especialmente triste en Madrid: hasta el reloj musical, con figuras goyescas, que una compañía de seguros de la plaza de las Cortes hace sonar a las doce del mediodía y a las ocho de la tarde de todos los días, enmudeció ayer en homenaje a las víctimas.
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