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Reportaje:

Los islámicos se sienten marginados

La comunidad musulmana francesa se considera menospreciada tras los ataques a mezquitas y la discriminación en las listas electorales

"Dos mezquitas incendiadas, incluso un ciento, nunca tendrán tanto peso como una sinagoga quemada". Esta lapidaria afirmación de oumma.com, una de las direcciones de Internet más seguidas en el mundo de las asociaciones musulmanas, extrema el sentimiento de malestar provocado por la lenta reacción de las autoridades y de la mayoría de los medios de comunicación de Francia al incendio de dos lugares dedicados al culto musulmán en la región de Saboya, ocurrido el viernes pasado.

Una sala de oración, instalada en un taller al fondo de un patio, ardió por completo con sus alfombras y libros horas antes de que se declarase otro fuego en una mezquita de la ciudad de Annecy, en este caso con daños menores. La policía ha abierto una investigación sobre los fuegos en dos lugares relativamente próximos entre sí y pertenecientes a tendencias distintas, radical el primero, moderado el segundo.

Mucho más rápida y contundente fue la actuación oficial a raíz de la quema de un colegio judío a las afueras de París el 15 de noviembre pasado, que, como en el caso de las mezquitas, tampoco produjo víctimas. Las principales autoridades afirmaron entonces que nada de eso sería tolerado en el país y el presidente, Jacques Chirac, aseguró que "cualquiera que ataque a un judío, ataca a toda Francia".

La propia comunidad judía se dio cuenta enseguida de lo que implicaban los fuegos en las mezquitas y sus organismos representativos fueron de los primeros en condenarlos. Finalmente, Chirac y el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, difundieron mensajes de apoyo durante el fin de semana y el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, reparó el mal efecto causado al desplazarse a los lugares afectados, donde prometió un refuerzo de medidas de protección comparable al que se aplica en los lugares sensibles de la comunidad judía. Estas muestras de atención han calmado al presidente regional del Culto Musulmán, Kamel Kabtane, revuelto contra el sentimiento de "dos pesos, dos medidas" que ha creído apreciar.

Llueve sobre mojado. En un ambiente de recelo hacia los musulmanes, acrecentado por medidas como la prohibición del velo o pañuelo islámicos en las escuelas públicas, la clase política tampoco ha mostrado mucha sensibilidad a la hora de confeccionar las candidaturas a las próximas elecciones regionales. Un escalón de poder intermedio habría sido una buena ocasión de demostrar a la minoría musulmana que se cuenta con ella en el terreno de la integración por la vía política. Sin embargo, el partido en el poder, Unión por un Movimiento Popular (UMP), que cuenta más de 10.000 nombres árabes entre sus 150.000 militantes, sólo ha incluido a siete en posiciones "elegibles" en las 22 regiones de Francia, según los afectados.

La secretaria de Estado de Desarrollo Duradero, Tokia Saïfi, de origen argelino, no ha podido ocultar su sorpresa y amargura por tal resultado. La presión ejercida por François Hollande, primer secretario del Partido Socialista, ha logrado de los confeccionadores de listas que introduzcan una veintena de nombres en posiciones "elegibles" dentro de las candidaturas socialistas.

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El episodio de las listas electorales demuestra el frenazo dado por el partido gubernamental UMP al movimiento a favor de la "discriminación positiva" iniciado por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quien defendió esa política para mejorar la integración progresiva de las minorías étnicas o religiosas.

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