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El Banco de España anima a la banca a entrar en las transferencias de inmigrantes

Las entidades financieras sólo controlan el 10% del sector, que movió 4.585 millones en 2002

Íñigo de Barrón

Es el único negocio financiero que todavía no domina la banca tradicional. De una manera sigilosa, el negocio de las transferencias y el cambio de divisas han dejado de ser una actividad marginal para mover enormes cantidades de dinero. En 2002 facturó 4.585 millones y las estimaciones de 2003 lo sitúan en 4.650. La razón es simple: su clientela, los 2,5 millones de inmigrantes que residen en España, cada vez envían más dinero a sus países de origen. El Banco de España afirma que el sector es solvente, pero quiere que la banca se haga fuerte en esta actividad donde sólo está Banesto.

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El negocio empezó hace más de veinte años. Eran pequeños establecimientos de cambio de divisas a pie de calle que atendían a los turistas que deambulaban por las tiendas y se quedaban sin dinero cuando los bancos cerraban. En los últimos años han proliferado por calles y plazas, como un negocio atomizado pero rentable. La llegada del euro supuso un cambio radical porque acabó de golpe con 11 divisas: hoy sólo hay movimientos con el dólar y la libra esterlina.

A cambio del negocio que perdían, nacía otro mucho más próspero que, hasta ese momento, no era significativo: las transferencias al extranjero. Ahora existen 55 establecimientos (conocidos como remesadoras) con 1.295 empleados, 4.024 agentes y 3.281 oficinas o locales, pero la situación de unos y otros es muy desigual, según el Banco de España. El 75% de los establecimientos que sólo se dedican a la compraventa de billetes está en pérdidas. Esta cifra baja hasta el 30% entre los que, además de compraventa, realizan transferencias.

Un negocio con beneficios

El sector en su conjunto tuvo un beneficio neto de 16,36 millones en 2002, un 29,7% menos que en 2001, si bien la rentabilidad sobre los fondos propios todavía está en el 29,5%, cifra nunca obtenida por la banca. Así, "la actividad total con clientes ascendió a 4.585 millones de euros, de los que 3.008 correspondieron a entidades dedicadas a la compraventa de billetes y gestión de transferencias, a pesar de estar formado por sólo 49 establecimientos", según el Banco de España. Las transferencias ascendieron a 2.537 millones, y la compraventa de billetes, a 2.048. En 2003 se calcula que la facturación conjunta ha podido crecer un 15%.

Fuentes del Banco de España no ocultan las bondades que tendría una mayor penetración de bancos y cajas, "para darle más seguridad, estabilidad, solvencia y buena atención al cliente". Tras esta afirmación, el organismo supervisor advierte de que "los actuales establecimientos cumplen con todas sus obligaciones, pero el tamaño ayuda en este negocio". La patronal del sector, la Asociación Nacional de Agencias de Envío de Dinero (ANAED), proclama la seriedad de sus miembros y recuerda que "nunca se han producido reclamaciones ante el Banco de España y es posible que se elimine la obligatoriedad de contar con un seguro para reclamaciones".

El boom del negocio está ligado al rápido establecimiento de los inmigrantes, que ya alcanzan los 2,5 millones. Poco a poco, parte de ellos han mejorado sus condiciones económicas y se han convertido en objetivo clave para los bancos más grandes y las cajas con mayor presencia. Según las entidades, 1,5 millones de inmigrantes son clientes bancarios.

Sin embargo, en muchos casos, los inmigrantes, aunque tengan cuentas con los bancos tradicionales, realizan las pequeñas transferencias a sus países de origen en las remesadoras. Por eso, la banca tradicional no domina, ni mucho menos, la parte más importante de este negocio, ya que su cuota no supera el 10%. De hecho, emulando a la conocida aldea gala de Astérix, las tranferencias se han convertido en el único reducto que todavía no ha caído en manos de la banca, que ya controla el resto de actividades financieras que, en algunos países, están en manos de firmas no bancarias.

Los muros que defienden la aldea son horarios más flexibles que la banca; comisiones más bajas para pequeñas transferencias; inmediatez en el pago; una completa red de corresponsales (a través de Money Gram y Norwest Union) en todo el mundo y que sus oficinas se convierten en centros de reunión, con locutorios, Internet, etcétera. Desde la banca tradicional se replica diciendo que "aunque la transferencia puede ser más barata, el cambio de euros a dólares es más caro en estos establecimientos". La única incursión bancaria la ha protagonizado Banesto, que ha comprado Cambios Sol, una de las primeras del sector.

Un grupo de inmigrantes en una oficina de envío de dinero ubicada en Torre Pacheco (Murcia).
Un grupo de inmigrantes en una oficina de envío de dinero ubicada en Torre Pacheco (Murcia).CARLES FRANCESC

Denuncias contra el sector

La patronal del sector, la Asociación Nacional de Agencias de Envío de Dinero (ANAED), cree que existe una batalla como la de David contra Goliat. En su opinión, "la banca está presionando para hacerse con este negocio". Algunos recuerdan la situación de México, donde las transferencias de sus inmigrantes en Estados Unidos alcanzan los 14.000 millones de dólares anuales.

El enfrentamiento ha llegado a tal punto que ANAED ha denunciado algunos comportamientos ante el Banco de España. Concretamente, consiguió que el organismo supervisor llamara la atención a "un gran banco" por realizar "prácticas que van contra los buenos usos bancarios", según ANAED. La entidad en cuestión expulsó a una remesadora que era cliente y utilizaba el banco para ingresar el dinero de los inmigrantes.

Dentro de unas semanas presentarán otra queja contra dos grandes cajas de ahorro "por elevar de forma injustificada las comisiones por mantenimiento de cuenta a empresas remesadoras". Según esta asociación, en un caso pasaron de cobrar tres euros mensuales a un establecimiento a 24.000 euros al mes. En el otro caso, la subida llegó a los 3.600 euros por mes. "La banca quiere generar desconfianza sobre nosotros, pero estamos regulados por el Banco de España y por el Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales y no ha habido problemas", afirman.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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