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Reportaje:

Grecia, en la antesala del cambio

La corrupción incontrolada y la ineficacia del Gobierno socialista son las quejas de un país que quiere dejar de ser el último de la UE

La revista de humor Pontiki (El ratón), una de las más leídas de Grecia, publicaba el pasado jueves una viñeta de su dibujante más conocido, Toliades, que ha tenido bastante éxito en estas vísperas electorales. En ella se veía a un hombre depositando un sobre cerrado en una urna que decía: "Tantas veces he hecho esto y nunca ha funcionado". El chiste era una referencia política directa al fakelaki, el sobrecito con dinero con el que se soborna en Grecia a funcionarios y empleados públicos para entenderse con la burocracia y tener éxito, por pequeña que sea la gestión que se deba hacer ante la Administración.

El fakelaki es, más que una tradición, una institución. Se soborna para cosas tan simples como sacar o renovar el carné de conducir, pasar la ITV de los automóviles, obtener un permiso de obra en una vivienda o disponer de mejor atención médica en un hospital. Este último caso es especialmente sangrante, afirma Petros Papaconstantinou, periodista de Kathimeriní, uno de los diarios de mayor prestigio. "La gente mete billetes grandes de euro en el expediente del enfermo y llega a pagar hasta 3.000 euros por saltarse la lista de espera en una operación de corazón". También es una práctica común, para quien tiene contactos, recurrir a las cúpulas del poder político para, por ejemplo, encontrarle habitación en un hospital público a un pariente enfermo en lugar de estar en una camilla en el pasillo.

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La situación del sistema educativo no es mucho mejor. Los alumnos de secundaria acuden de lunes a viernes a los institutos públicos, pero los sábados y domingos van al frontistirio, las academias privadas en las que realmente les preparan para pasar los exámenes de ingreso en la Universidad. Allí se pueden encontrar con bastante facilidad a sus mismos profesores que, de esta forma, redondean su sueldo -el salario de un profesor con cinco años de antigüedad ronda los 1.200 euros-. La inspección de enseñanza no es muy exigente y el frontistirio se ha convertido en otra tradición nacional. El problema es que el 40% de los alumnos abandona los estudios antes de la Universidad.

Otro tanto ocurre con la selva legislativa que regula los negocios en Grecia. Al vuelva usted mañana se suma, según asegura Telémacos, un pequeño comerciante de Atenas, que "para abrir una pequeña empresa tienes que superar 24 pasos burocráticos".

La calidad de los servicios públicos y la maraña burocrática han sido algunos de los temas principales de la actual campaña electoral. El propio líder socialista, Yorgos Papandreu, ha prometido que una de sus prioridades será "simplificar" los sistemas de impuestos y de inversión. "Muy a menudo", ha dicho, "son demasiado bizantinos y un problema para los extranjeros que puede llevar a la corrupción". No le falta razón. En los últimos cinco años, Grecia ha atraído menos inversión extranjera directa que Portugal, y con unos ingresos por este concepto de 700 millones de dólares de media anual, es el farolillo rojo en inversiones extranjeras de la futura Unión Europea ampliada.

"Grecia está hoy a la misma distancia de la media europea que hace 20 años", afirma Yanis Valinakis, responsable de Relaciones Internacionales de Nueva Democracia y, en caso de victoria de los conservadores, probable futuro ministro de Asuntos Europeos. "España e Irlanda están mucho mejor. La historia del PASOK no es una historia de éxito. Papandreu no puede salir ahora y decir que lo siente", añade.

La palabra "cambio" ha sido la más utilizada por los dos grandes partidos, reflejando el deseo mayoritario de la sociedad griega de pasar página. "Los griegos están hartos de ser los últimos de Europa", afirma Valinakis o, como dice Papaconstantinou, "quieren ser más pragmáticos". Irónicamente, este sentimiento obedece en parte al éxito de la gestión del hasta ahora primer ministro, Costas Simitis, que logró la entrada de Grecia en el euro en enero de 2001, ha mantenido un crecimiento económico anual superior al 4% y reducido el paro al actual 8,8%. Además, el Gobierno se lanzó, con el acicate de los Juegos Olímpicos del próximo agosto, a un gran plan de infraestructuras cuyos éxitos más visibles son el nuevo aeropuerto de Atenas y el metro de la capital, un orgullo para todos sus habitantes.

Sin embargo, la atención del Gobierno socialista a las grandes cifras de la economía le ha restado apoyos entre sus bases tradicionales como los profesionales, los funcionarios, los pequeños y medianos empresarios y los jóvenes. "Como trabajadora, el PASOK no me ha dado nada", dice Deka, camarera, de 25 años. "Antes se ocupaba de los pobres, pero ahora sólo se dedica a la gente de clase media para arriba". La renovación del partido emprendida por Simitis ha dado lugar a una beautiful people cuyos escándalos económicos -el último, de recalificación de terrenos- la gente no perdona.

Un millón de inmigrantes

El crecimiento ha multiplicado el amiguismo y los vínculos entre los políticos y los grupos de interés, según denuncia Valinakis. "Los Juegos han supuesto un boom para las constructoras que, a su vez, son las dueñas de las principales cadenas de televisión privada y, por tanto, todas apoyan al Gobierno", afirma el responsable de Nueva Democracia. "Y ni tan siquiera crean empleo", añade, "porque contratan a inmigrantes ilegales". Se calcula que en Grecia, con una población de unos once millones de habitantes, hay un millón de inmigrantes, el 60% de ellos albaneses, y la mayoría sin papeles.

Atenas es hoy en día una ciudad en obras, inmersa en una fiebre consumista pese a que los precios se han disparado con el euro -una cerveza o un café pueden costar más de tres euros-, en la que ha mejorado la circulación y existe menos contaminación. Los viejos tiempos de la capital, con sus más de 20 periódicos y más de cien teatros, parecen estar contados. Aunque la familia siga siendo el verdadero estado de bienestar griego, la ecuación de salarios bajos, precios caros y servicios deficientes no puede durar.

Yorgos Papandreu, durante el mitin de cierre de campaña del PASOK.
Yorgos Papandreu, durante el mitin de cierre de campaña del PASOK.AP

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