Sopa calentita contra el frío glacial

La ola de frío que nos invade ha tenido la virtud de aguzar el ingenio de algunos comerciantes, que han visto la posibilidad de hacer caja con las contrariedades que propicia el inclemente tiempo. Pese a que en nuestra cultura -al contrario que en la anglosajona- el comer es un acto que se realiza casi siempre en la intimidad -a poder ser con mesa y mantel- y raramente en plena calle -por aquello de que no gusta que a uno le vean de esta guisa-, en la calle de Jaume I de Barcelona, muy cerca de la plaza de Sant Jaume, un bar con vistas al exterior ha instalado unas humeantes ollas de barro de energético y calorífico contenido -sopa- que cumplen una misión parecida a la de los cucuruchos de castañas en otoño: alivian el frío de las manos, calientan el cuerpo y avivan el espíritu.