El autobús de los 'galácticos'

Hace unas semanas conducíamos por Kansas City, una vía principal de Sevilla que según se mire, nace o desemboca en Santa Justa. De pronto, cuatro motos de la policía nos adelantaron y con cara de urgencia nos indicaban que parásemos el coche a la derecha. Dubitativo por las exigencias de los motoristas, y casi cegado por los nervios, conseguí detener el coche donde pude.

Las cuatro motos de la cabecera asustaban, detenían a los coches de cualquier modo, alteraban los semáforos y cumplían su fin: abrir paso. Por un momento echamos de menos algún megáfono.

Enseguida conocimos el valor que escoltaban los policías, se trataba del autobús de los galácticos del Real Madrid. Lo hubiese reconocido en cualquier sitio, un habitual de los telediarios españoles. Sus jugadores acababan de llegar a Santa Justa e iban camino del hotel. Otras cuatro motos y dos nuevos coches seguían su rastro. Su fin era cerrar la comitiva. Pueden ustedes, por tanto, imaginar la situación: cuatro motos y dos coches abriendo paso a un autobús.

La primera sensación fue de susto, de desconcierto. Después de impotencia y de injusticia. Tras el susto esperamos los semáforos rojos que ellos no respetaron; nuestro corazón se restableció y pudimos entendernos con los otros coches cruzados y mal parados. Todos volvimos a la normalidad, salvo la sensación de injusticia y de mal trato.

Al día siguiente me comentaron dos robos de bolsos. Uno en la puerta de mi oficina, a una compañera de trabajo (desgraciadamente no ha sido el único en las últimas semanas) y otro a la mujer de un cliente, que finalmente pasó la tarde en el hospital por el golpe de la caída.

Debíamos los clientes y sus mujeres, los compañeros y compañeras de la oficina, yo y otros muchos sevillanos haber pensado que el Real Madrid llegaba a Sevilla y que la policía tendría que atender sus necesidades.

Recuerden todos ustedes: "vigilen donde juega el Madrid y, si su autobús galáctico coincide en alguna de sus ciudades, téngalo muy en cuenta para evitar algún que otro susto".