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Crónica:BALONCESTO | Final de la Copa del Rey
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cuarta corona para el Tau

El equipo vitoriano supera la bravísima réplica de Rudy y sus compañeros del Joventut

Robert Álvarez

Hay cosas que caen por su propio peso. Que el Tau es más equipo que el Joventut es una de ellas. Otra, que el baloncesto acaba perteneciendo a los jugadores, por más que se empeñen los amantes de las sobredosis de pizarra. Ambas cosas quedaron de manifiesto en una de las finales más bellas de los últimos tiempos. Si la ganó el Tau fue, simplemente, porque cuenta con dos jugadores en una forma pletórica, Scola y Nocioni. También, porque es uno de los pocos equipos que, de tan extremadamente trabajado, es capaz de reaccionar después de que su imponente armazón sea zarandeado. No es que bajara los brazos, un pecado que raramente cometen los equipos de Dusko Ivanovic. Sucedió que el Joventut le dio una réplica tan maravillosa y a la vez pragmática que, por momentos y en instantes en los que realmente estaba a punto de ventilarse la cuestión, estuvo a punto de arramblar con el título.

TAU VITORIA 81 - DKV JOVENTUT 77

TAU: Prigioni (3), Macijauskas (17), Nocioni (18), Scola (24), Betts (1) -cinco inicial-; Vidal (3), Calderón (9), David (6) y Splitter (0).

Joventut: Marco (13), Rudy Fernández (15), Vázquez (2), Alzamora (7), Tabak (12) -cinco inicial-; Radulovic (12), Martin (2), Digbeu (14), Dumas (0) y Guzmán (0).

Parciales: 18-16, 20-19, 17-23 y 26-20.

Árbitros: Mitjana, De la Maza y García Ortiz. Excluyeron por personales a David (m. 39).

9.700 espectadores en el pabellón San Pablo.

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El Tau tuvo que arrear un último golpe de riñones para ganar una final que le había pertenecido y que corrió serio peligro de perder. El sofocón se lo dio el Joventut en un momento mágico, hacia la conclusión del tercer cuarto. Víctima propiciatoria, se había pasado el tiempo triscando de forma denodada, con el único premio de situarse a seis, a ocho puntos, siempre por detrás. El Tau dominaba de manera implacable, un pelín rutinaria. Nocioni y Scola sumaban una canasta tras otra, un rebote tras otro. Sin dar resuello al Joventut, que se afanaba en dar la réplica. Rudy Fernández, a sus 18 años, en su primera final, se fue al suelo cuando perseguía un rebote. Quedó conmocionado. Hasta los mayoritarios, entusiastas y deportivos seguidores del Tau le aplaudieron cuando era retirado al banquillo. Tomó un poco de aire. Regresó a la cancha. Aíto García Reneses no se podía permitir prescindir de él.

El Tau dominaba por 49-41. Rudy intentó un lanzamiento, Macijauskas le pagó con la misma moneda uno de los tapones que le había colocado en el inicio del partido. Lejos de arrugarse, y después de una magnífica racha de Radulovic, que, jugando de falso pívot, había estrechado de nuevo el marcador, Rudy se elevó por encima de todos los gigantes. En una milésima de segundo desmintió la ley de la gravedad, voló y cazó un rebote en el ataque. Acto seguido, tras un tuya-mía con un compañero, se fue bajo el aro del Tau a la carrera, se dio media vuelta para sortear al pívot de turno y, de espaldas, lo machacó. Una maravilla. Y significaba el empate a 52. El personal, de Vitoria, de Sevilla, de donde quiera que fuera, se pasó medio minuto aplaudiendo.

El Joventut cogió moral y el Tau, arrollador, imponente, acusó el golpe. Digbeu dio réplica al roqueño Nocioni, Radulovic desestabilizó a los pívots del Tau mientras que Tabak, en la defensa, hacía lo que podía para frenar a Scola y David. El Joventut logró llegar con cinco puntos de ventaja cuando faltaban otros tantos minutos para el final (66-71). A partir de ahí, el Tau apretó hasta el fondo, guiado por el inspirado Calderón, que, en un alarde de facultades físicas y capacidad defensiva, asfixió a los bases del Joventut. La rapidez de pies y la certera mano de Scola en la zona le procuró un montón de puntos al cuadro vitoriano. El Joventut, por unos instantes, enlazó varias jugadas desafortunadas. Digbeu se emborrachó de balón y ansias de machacar y Radulovic cometió un error crucial al colgarse del aro rival cuando el lanzamiento de uno de sus compañeros ya entraba. Scola, David y Macijauskas, que, marcado por Rudy, no tuvo su día, pero que así y todo acabó con 17 puntos, castigaron el breve desconcierto de la Penya.

Resultó letal para el Joventut porque sufrió un 9-0 que puso el marcador en 75-71. Debían transcurrir sólo dos minutos para que la historia quedara zanjada. Pero el Tau había capeado el temporal. Otra sensacional acción de Calderón, que atrapó un rebote en el ataque cuando por él se peleaban los cuatro pívots, seguido de una entrada a canasta acabó de dejar la final vista para sentencia. La Penya deberá reprocharse ese lapso trascendental en el que perdió el equilibrio, pero, si mira la hoja estadística, comprobará que su condena se fraguó por dos o tres pequeños detalles: cinco fallos en 12 tiros libres, su escaso acierto en los triples (10 de 26) y poco más, porque casi igualó en el rebote al Tau (29 por 31) y estuvo muy parejo en los lanzamientos de dos. Pequeños detalles.

Ganó el Tau, tal y como se esperaba, después de un torneo que despachó con una autoridad incontestable, exhibida primero frente a Estudiantes y después ante el Caja San Fernando. De su duelo contra el Joventut quedará el recuerdo de un partido vibrante, en el que el talento de los jugadores, de quienes ganaron y de quienes perdieron, quedó expuesto en su máxima extensión, algo muy de agradecer en los tiempos que corren.

Los jugadores del Tau celebran la consecución del título.
Los jugadores del Tau celebran la consecución del título.GARCÍA CORDERO

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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