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LA CRÓNICA | ELECCIONES 2004
Columna
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Ni caso

En la película de Ettore Scola La familia hay una escena que viene al pelo para describir lo que les está pasando a Izquierda Unida y Partido Andalucista en esta campaña. Para gastar una broma al más pequeño de la saga familiar, todos hacen como que no le ven y entablan una larga conversación, indiferentes a su presencia. Mientras, el niño corretea delante de ellos, primero divertido por lo que cree un despiste, después cada vez más ofuscado. Pero los mayores hablan y hablan sin darse cuenta de que está allí. Ensaya todo tipo de aspavientos: gesticula, grita, les tira del pico de la chaqueta, les zarandea, hasta que, desesperado, estalla en un ataque de llanto inconsolable.

Manuel Chaves y Teófila Martínez son como los personajes adultos de Scola. Se desafían, lanzan propuestas que el otro descalifica tras el primer avance informativo, se insultan (políticamente, por supuesto), intercambian reproches, pero siempre entre ellos, sin hacer el menor caso a las otras dos fuerzas políticas, cuyas iniciativas se quedan en el aire, invisibles, desangeladas.

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Durante la precampaña, IU y PA han intentado de todo para romper la inercia bipartisdista que los vuelve imperceptibles. A decir verdad, más la coalición de izquierdas que los andalucistas, a quienes su disparidad manifiesta de criterio sobre la política de pactos los ha convertido, muy a su pesar, en protagonistas, pero sólo de su propia crisis interna.

Basta ver los gráficos de la evolución del voto en Andalucía desde el inicio de la autonomía para comprobar cómo las líneas de PSOE y PP se hacen paralelas desde las alturas, a una distancia abismal de las otras dos líneas, que se acercan entre sí tanto como se alejan de sus principales competidores, ya prácticamente a pie de página. El recuerdo de resultados y los variados sondeos que se cruzan estos últimos días presagian a IU y PA un futuro casi marginal que les ha sacado del debate, en esta campaña más que nunca porque salen de perdedores.

El candidato izquierdista, Diego Valderas, exhuma de la prodigiosa chistera de su formación política -especialmente dotada para inventar banderas- una variada gama de órdagos que no merecen respuesta. Su homólogo en el PA, Antonio Ortega, enarbola la patria andaluza como argumento estelar. Chaves y Martínez no los oyen, van a lo suyo, a continuar a través de la mercadotecnia mitinera sus encendidos duelos que han animado sobremanera las sesiones de control al Gobierno en el Parlamento andaluz.

El manual para arrinconar a los partidos minoritarios al que obedecen PSOE y PP es especialmente ostensible en los debates televisivos emitidos por Canal Sur. IU y PA no han servido ni como sparring: tras oír sus intervenciones por imperativo de los turnos, los oradores socialista y popular han retomado el hilo del diálogo con cruel indiferencia hacia los figurantes. Ya lo decía Oscar Wilde: "Si nunca se habla de una cosa es como si no hubiera sucedido". Así que ni caso.

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