Globalizar la globalización
La OIT lanza un catálogo de propuestas para que todos los países se aprovechen de una economía abierta
¿Puede la globalización ser democrática? ¿Qué hay que hacer para que también los pobres se aprovechen del nuevo entorno económico mundial? ¿Es posible cambiar el actual curso de las cosas, atajar las distancias cada vez más grandes entre los países industrializados y el furgón de cola de los países en desarrollo? En resumen, ¿se puede globalizar la globalización, conseguir que beneficie a todos, o por lo menos a los más, no a los menos? La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que sí. Una amplia comisión de expertos, auspiciada por esta organización hace dos años, acaba de presentar un informe que avala la afirmación de la OIT y propone medidas para lograr tal objetivo.
Hay que implantar reglas justas en el comercio, los sistemas productivos, el sistema financiero internacional y las relaciones laborales
La OIT demanda una mayor democratización de las instituciones internacionales y un mayor control parlamentario de sus decisiones
La actual globalización encrespa a los países en desarrollo, a los trabajadores de los países industrializados y a los países pobres
Hace dos años, en febrero de 2002, la OIT consiguió reunir a dos docenas de políticos, sindicalistas, empresarios, profesores, pensadores, gente inquieta procedente de todos los rincones del planeta. Su tarea era pensar, discutir, elucubrar y hacer propuestas para arreglar el mundo. Formaron una Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización, copresidida por una mujer de un país rico del Norte, la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, y un hombre de un país pobre del Sur, el presidente de Tanzania, Benjamín William Mkapa.
Halonen y Mkapa, junto al director general de la OIT, el chileno Juan Somavia, han presentado esta semana en Londres el fruto de esas reflexiones. Casi 200 páginas de texto bajo el epígrafe "Por una globalización justa: crear oportunidades para todos", con una retahíla de conclusiones y propuestas que ellos califican de "ambiciosas pero posibles", aunque leyéndolas una a una parece que hay más ambición que posibilismo.
Que las distancias entre ricos y pobres siguen aumentando a pesar de la globalización, o quizás a causa de ella, lo dicen las estadísticas y lo denuncian los países del Sur. Como el presidente tanzano, que recordó que "un proverbio chino dice que no se puede ocultar el fuego con papel y el mundo ya no puede pensar a estas alturas que puede seguir tapando con papel el descontento por el actual proceso de globalización".
Descontento
"Está fuera de duda que hay un penetrante descontento por la globalización en su forma actual", advirtió Benjamín Mkapa. "Los países en desarrollo se quejan de reglas injustas, o de reglas justas aplicadas de manera injusta. Los trabajadores de los países industrializados se quejan de que los empleos se van a China, India y México, a países menos desarrollados y de salarios más bajos, y esos países a su vez se quejan de que no pueden acceder a los mercados, de las transferencias de tecnología y de la movilidad laboral", denunció. Pero todo eso es peor aún en los países más pobres, en los que corre peligro la soberanía nacional "y las poblaciones empobrecidas, desesperadas, sin las mínimas condiciones sociales, son un potencial caldo de cultivo para presentes y futuros terroristas". "No podemos tapar el fuego con papel", insistió el presidente de Tanzania.
Pero, ¿cómo se pone remedio a todo eso, partiendo del principio de que la globalización se considera potencialmente beneficiosa? A juicio de Juan Somavia, "con menos monólogos paralelos y más diálogo". "La globalización es crítica. Pero tiene que orientarse hacia las personas, ser positiva. Con ese objetivo hemos elaborado una lista de recomendaciones llenas de sentido común".
Lo primero que hay que hacer es mejorar la situación de cada país en sí mismo, tanto a nivel nacional como local. Construir "sistemas políticos democráticos, que respeten los derechos humanos, la equidad social y el imperio de la ley", con un Estado efectivo, con instituciones que apoyen y supervisen los mercados, que propicien un proceso prudente de integración en la economía global. En paralelo hay que dar autoridad y recursos al poder local y al mismo tiempo fomentar la cooperación regional entre Estados.
A nivel global hay que implantar reglas justas en materia de comercio, sistemas productivos, sistema financiero internacional y sistema de relaciones laborales. El texto pide una "reducción sustancial de las barreras de acceso a los mercados, en particular para aquellas mercancías que tengan una fuerte ventaja comparativa para los países en desarrollo". La prohibición de nuevas ayudas agrícolas y el desmantelamiento "rápido" de las existentes. Las reglas sobre propiedad intelectual tienen que buscar "un equilibrio entre los productores y los usuarios de la tecnología, en particular en el caso de los países de bajos ingresos".
Los sistemas productivos globales tienen que mejorar a través del diálogo para ser "más transparentes y competitivos" y tiene que haber también un marco "más transparente, coherente y equilibrado" para las inversiones extranjeras directas que debería crearse a través del dialogo multilateral. Pero eso serviría de poco sin una reforma de los sistemas financieros internacionales que favorezca el desarrollo sostenible y reduzca la volatilidad de los mercados financieros. Los países en desarrollo con más problemas deberían liberalizar sus sistemas financieros de manera gradual. Debería crearse un marco multilateral para proveer de reglas transparentes el movimiento transfronterizo de personas y reforzarse la capacidad de la OIT para poder velar por el respeto a los derechos laborales mínimos.
Ayudas y deuda
El tercer capítulo de recomendaciones se refiere a la mejora de las políticas internacionales, incluyendo un compromiso efectivo para aumentar la ayuda al desarrollo que permita llegar al viejo objetivo del 0,7% del PIB de cada país industrializado -la media actual es del 0,23%- y un llamamiento para acelerar el alivio de la carga de la deuda externa.
El último grupo de recomendaciones se centra en la mejora del funcionamiento y eficacia de las instituciones internacionales, incluyendo un sistema de votación más justo en las instituciones de Bretton Woods, asegurar la participación de todos los Estados miembros en el sistema de trabajo y de negociación de la Organización Mundial de Comercio y "un llamamiento para una progresiva expansión del control parlamentario del sistema multilateral y por la creación de un Grupo Parlamentario Global en coherencia y consistencia entre la economía global y las políticas sociales".
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