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CONGRESOS

La reunión de Málaga confirma el gancho del 'software libre' para las empresas

La primera Conferencia Internacional de 'Software Libre', organizada por la Junta de Andalucía, fue inaugurada por el Príncipe de Asturias y seguida por cerca de cinco mil personas.

En la entrada había una cola considerable. "Será por el Príncipe", decía una joven mientras esperaba su turno. Se equivocaba, era por GNU/Linux. Más de 5.000 personas participaron en la Conferencia Internacional de Software Libre, organizada por la Junta de Andalucía en Málaga. Se esperaban 1.500 asistentes.

Universitarios, profesores, directivos, representantes de administraciones, gurús del movimiento y muchos programadores llegaron dispuestos a intercambiar ideas pero, sobre todo, a debatir sobre los sistemas libres y sus implicaciones políticas, económicas y sociales.

En el recinto ferial de Málaga faltaba Microsoft, aunque su presencia flotaba en la Conferencia Internacional de Software Libre. En las camisetas de los chavales e, incluso, en las presentaciones con PowerPoint. También apareció Microsoft para alimentar el debate, con la charla del representante de Initiative For The Software Choice, Hugo Lueders, una organización auspiciada por la compañía de Bill Gates entre otras, que promulga la libertad de elección en los programas. Lueders subrayó las diferencias entre fuente y estándar abiertos y advirtió que el proteccionismo "político" al software libre frenará la inversión en Europa.

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Cinco mil personas, mezcla de corbatas y descamisados, que vieron más de 4.000 diapositivas, se llevaron 10.000 CD con la distribución de Guadalinex y 2.500 manuales. Un congreso internacional de software libre que recibía el espaldarazo del Príncipe de Asturias. Don Felipe de Borbón pidió "la implicación de todos" para conseguir una informática universal, y abogó por "garantizar la accesibilidad de todos los ciudadanos del mundo globalizado, con independencia del lugar en que vivan, sus recursos económicos y sus condiciones sociales y culturales".

Un real preámbulo para una conferencia algo caótica, pero muy activa en sus múltiples sesiones. Como la sesión continua de Debian donde se establecieron las líneas generales para los próximos años por esta distribución (de la que derivan Linex y Guadalinex), y que contó con la participación de su líder, el alemán Martin Michmayr. O el taller de Xbox donde el objetivo era hackear la consola del eterno rival para que corra bajo el sistema operativo Linux.

Economía de colaboración

La primera jornada la cerraron, con el auditorio lleno, el ex presidente del Gobierno Felipe González y el eurodiputado italiano Marco Cappato, uno de los artífices del "no" del Parlamento Europeo a las patentes de programación. Cappato pidió "pasar de la economía de competencia a la de colaboración"; González abogó por "competir cooperando". Algo, con matices, parecido al 'usar, compartir y distribuir' que predica esta comunidad y que sirvió de aperitivo para el siguiente debate, el primero de la segunda jornada: la estrategias de las grandes compañías o cómo encajar el modelo libre en el mundo empresarial.

Los representantes de IBM, Sun, HP y Novell se disputaban la primacia en apoyar a GNU/Linux. Apoyo que demuestra que el negocio de sistemas libres es real "porque lo demanda la gente", como dijo Efrain H Rovira, de HP, cuyo negocio libre es de un billón de dólares; y que crece "exponencialmente", según Michel Teysedre, de IBM, "porque reduce costes". Aprovecharlo es cuestión de estrategia.

La nota filosófica la puso Simon Phipps, el evangelista de Sun, que subrayó que se trata de libertad y no de economía: "Sin la comunidad de desarrolladores en red y sin estándares abiertos, no hay software libre". Postura en la que coincidía Boris Nalvach, de Novell, al contar el caso del ayuntamiento de Múnich, que pagó 10 millones de euros más por una solución abierta.

Antonio Castillo, de Telefónica I+D, aseguró que tras dos años analizando para qué sirve el software libre , habían llegado a la conclusión de que serían más "independientes, innovadores y productivos" y mejorarían las aplicaciones para las telecomunicaciones. Castillo pidió la normalización en el sector: "que se establezcan estándares de derecho y no de mercado".

El fin de fiesta vino con los gurús. Danese Cooper, responsable de la liberación de Open Office, que cuenta con 1,5 millones de desarrolladores que por red contribuyen a su mejora, o Miguel de Icaza (Gnome, Ximian) recién fichado por Novell para liderar su estrategia en sistemas abiertos. De Icaza dio una charla sobre el multilenguaje Mono, la versión libre de .net, que permite programar una única vez porque se ejecuta en cualquier sistema operativo. Mono 1.O saldrá en junio. También hubo un rincón para los filósofos. Javier Bustamante, Andoni Alonso y Félix Duque. Los dos primeros se centraron en el concepto de tecnología como poder y defendieron el movimiento de código abierto como un modelo de hacer las cosas diferentes. Duque apuntó sus preocupaciones sobre el devenir tecnológico.

'EL NIÑO QUE ROBÓ LA LUNA'. Alfredo Bermúdez de Castro, Madrid.
'EL NIÑO QUE ROBÓ LA LUNA'. Alfredo Bermúdez de Castro, Madrid.

GNU/Linux: motor de crecimiento

Los modelos Extremadura/Linex y Andalucía/Guadalinex abrieron la ronda de experiencias de las administraciones. Sesiones que contaron con representantes de Italia, Alemania, Holanda, Dinamarca, Australia y la Unión Europea, entre otros. Simon Forge, del Instituto de Prospectiva Tecnológica, presentó un documento elaborado para la Comisión sobre el impacto económico del software libre. Estas son algunas de sus conclusiones: "Hoy el software es un pasivo y no un activo de las compañías. La mayoría de las empresas europeas que crean bienes y servicios dependen de él. Nueve de cada diez fabricantes (de software) son extranjeros. La fijación de precios es arbitraria y genera grandes márgenes".

"El software libre tiene el poder de cambiar el modelo comercial y esto repercutirá positivamente en la industria porque mejora la eficiencia, que a su vez traerá el crecimiento en Europa. Las patentes son un error porque frenan la innovación (se está viendo en Estados Unidos y lo aseguran los fabricantes de semiconductores)". Un documento que estudiará la Comisión.

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