El revés de una trama
Para comprender con justeza el escándalo provocado, so pretexto del encuentro entre ETA y Carod, por unos medios de comunicación serviles, hay que situarlo en el contexto electoral que enfrenta a un PP en máximo desprestigio con la previsible alianza de las izquierdas y los nacionalistas auténticos para restaurar la democracia española. Las encuestas captan un giro favorable a esa alternativa. Las mentiras de Irak remueven la opinión pública. Baja la imagen del señor Rajoy. El PNV y ERC apoyarán al PSOE, y sólo los votos de CiU permitirían una nueva mayoría absoluta del PP. En su reunión con el PNV y el BNG, el señor Duran se ha desmarcado de vascos y gallegos en ese sentido. Es lógico, pues, prolongar, aumentada, la vieja táctica del juego sucio y el bombardeo diario mediático con el fin de romper dicha alianza, machacar a su eje, el PSOE, e impedir que prospere el modelo catalán de gobierno, embrión y punta de lanza de la única alternativa posible a la dictadura del PP. Ya antes del 16-N se presionó a empresarios catalanes, se apoyó sutilmente a CiU y se atacó al PSC para que Maragall no cumpliera su proyecto de gobernar con ERC e ICV, mientras CiU pedía al PSOE que impusiera a Pasqual Maragall lo mismo. Formado el tripartito, pese a todo, el PP y CiU, con rabioso rencor, no esperaron ni un día para atacarlo en sus mismas esencias lanzando insidias provocadoras de inestabilidad y división interna. El error de Carod les dio alas y no cejaron ni cejan en la constante mentira de una crisis perpetua mientras el presidente no sustituya a ERC por CiU. Ésta ha planteado de nuevo al PSOE, con el apoyo de bonos y desbarras, esta exigencia. Artur Mas conspira con empresarios conservaduros y se apunta a la repetición de elecciones propuesta por Josep Piqué, aunque sea legalmente imposible, para repetir la jugada madrileña de tan buen resultado para el PP. La prensa adicta perpetúa la "crisis" y hasta el señor Pujol se suma a los infundios aunque el presidente de la Generalitat la ha zanjado con presteza, unidad y elegancia moral mientras sigue gobernando diariamente, defiende su autonomía sin romper su gran acuerdo con el señor Zapatero y le da lecciones de lealtad institucional al desleal Gobierno de Aznar. No ha habido, pues, más crisis que la provocada y mantenida por el PP y CiU para lograr, sin éxito, que el Gobierno de la Generalitat se rompa y se hunda. Sin esa zafia táctica, muy propia de las derechas de siempre, el encuentro secreto entre ETA y Carod y la posterior declaración tramposa de los etarras no hubieran tenido apenas trascendencia, como en otros casos.
No podía hallar ETA mejor ocasión para aparecer repitiendo exactamente lo inventado por el PP: una miserable calumnia destinada a lanzar todo el odio de España contra el Gobierno catalán y su valedor socialista. De pronto, ETA es creíble para el Gobierno español y el PP catalán impide una declaración de todo el Parlament para condenar la infamia etarra, que tan oportuna resulta para que no decaiga el acoso a los socialistas. El candidato Rajoy confunde a sabiendas terrorismo e independentismo y acusa al PSOE de romper el pacto antiterrorista porque ERC (y no sólo su líder) ha pactado con ETA (la calumnia sigue), pero se niega a convocar la reunión donde su rival le demostraría que el pacto no prohíbe una alianza con independentistas no violentos y sí, en cambio, utilizar las políticas antiterroristas como arma arrojadiza, que es lo que hace y hará el señor Rajoy durante la campaña como único mérito.
Con su intervención, ETA ha matado dos pájaros de un tiro. De acuerdo con la lógica belicosa, extremista y maniquea del PP, le devuelve en bandeja la mentira que puede darle a la extrema derecha la mayoría absoluta (más el apoyo de CiU), pues, por una parte, facilita su táctica mendaz, y por otra, intenta romper la posible alianza del PSOE con los regionalistas y nacionalistas auténticos. ETA, que ya traicionó al PNV en Lizarra, traiciona ahora a ERC porque su entrada en el tripartito catalán niega la eficacia de toda estrategia violenta. Si los señores Imaz, Ibarretxe y Carod se aproximan al PSOE y una España federante y plurinacional integra a sus pueblos, ETA no podrá ya lucrarse del autoritarismo pepero y de su negativa a aceptar los nuevos estatutos catalán y vasco, igual que el PP se lucra de las mentiras etarras para seguir en el poder. Una y otro se retroalimentan mutuamente y, según algunos, no habría peor comando de terrorismo mediático cómplice que el comando Moncloa.
Tenemos, pues, un Gobierno catalanista de izquierdas acosado por un tripartito, formalmente separado y bien diferente entre sí, pero objetivamente unido contra natura democrática: una trama PP-CiU apoyada desde fuera por ETA. Las proclamas antiterroristas contra ésta resultan hipócritas cuando se utilizan sus trampas para la trama tramposa electoral frente a unos rivales siempre considerados enemigos de una España y una Cataluña monopolizadas por la derecha. Roto ese monopolio por los votos catalanes del 16-N y del 14-M, la lucha contra el terror etarra y el mediático de la derecha verá su victoria más honda, pues romperá las bases mismas de una guerra que no tendrá fin de otro modo. Hasta las elecciones, como mínimo, ese tripartito antinatural seguirá acosando a la Generalitat. Ya veremos cómo. Siempre hay ases ocultos en la manga del tahúr. Pero el Gobierno catalán ha demostrado, con Pasqual Maragall al frente, una firmeza, una serenidad y una sensatez que dignifican la Generalitat de todos frente a los que, fingiendo servirla y con dolor fariseo por un supuesto desprestigio, que sólos ellos provocan y explotan a su favor, siguen confiando en el futuro del PP mientras agradecen en su fuero interno el regalo etarra. El revés de la trama urdida por los conservadores del desorden injusto, una vez comprendido por los ciudadanos, debiera acarrearles en los idus de marzo un revés electoral definitivo.
J. A. González Casanova es profesor de Derecho Constitucional de la UB.
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