Mínima mirada
Dicen que han pasado ya los tiempos renacentistas y las épocas en las que uno podía interesarse por varias disciplinas, a la vez por las ciencias y las letras; dicen también que el gran icono de nuestro tiempo, la televisión, ha uniformizado nuestro interés.
Puede ser. Pero existen iniciativas por las que uno puede nuevamente sumergirse en la curiosidad. Una de ellas lleva el nombre de Mínima, Música, Danza, Drama, y de revista se ha reconvertido en edición de monográficos dedicados a importantes músicos. El número tres de la publicación, dirigida por Jesús Villa Rojo, se dedica a la figura del maestro Carmelo A. Bernaola.
En el texto, reunión de artículos, pueden distinguirse dos direcciones distintas: aquellos trabajos que nos acercan la personalidad de Carmelo Bernaola, a través de semblanzas (como la de José Luis Balbín), o de entrevistas (como la que realiza al autor Carlos Villasol), y los que buscan una mayor definición especializada del trabajo del músico de Otxandiano (Fantasías o el elogio de la repetición de José María Sánchez-Verdú). En medio el trabajo de Juan Antonio Zubikarai muestra la doble faceta, popular y experimental, de un músico de primer orden, con detalles muy esclarecedores sobre su método de trabajo y su cocina de creación, que pueden resultar atrayentes a quienes quieran conocer cómo se escribe una obra.
Tras haberse ocupado de Arriaga y, proyectar una historia de la ópera vasca, este número de Mínima ofrece una primera introducción al trabajo de un músico central. Porque no sólo de literatura y de comercio se crea el capital cultural....
Jesús Villa Rojo (editor): Carmelo A. Bernaola. Estudio de un músico. Mínima. Música, Danza, Drama. Ikeder, 2003. 247 páginas. 24 euros.
