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Reportaje:

La prudencia del futuro opositor

Los estudiantes de Derecho de la Complutense aducen miedo a sus examinadores para callar sus posturas políticas

A mediodía, la facultad parece una gigantesca manifestación. No en vano, Derecho de la Complutense, con sus cerca de 11.000 alumnos (sobre un total de 94.000 en esa universidad) es una de las más multitudinarias facultades españolas. Hay alumnos por los pasillos, en corrillos junto a la biblioteca, en vestíbulos y, por supuesto, en las dos cafeterías. En la del edificio viejo, el humo de los cigarrillos da a la atmósfera la densidad agobiante de un local nocturno.

Por todas partes hay colillas, restos de consumiciones, y en los pasillos exteriores no es raro tropezarse con latas de cerveza y platos sucios. En los aseos falta el papel higiénico y montañas de periódicos gratuitos afean la espléndida perspectiva del vestíbulo. La Gaceta Universitaria publica en primera página un estudio demoledor sobre los estudiantes españoles: coeficiente intelectual "normalito", "razonamiento numérico, ni los ingenieros", no saben venderse, escriben con faltas de ortografía, desconocen el inglés.

"Nunca se sabe con los tribunales". "Ni siquiera en las clases normales conviene dar opiniones"
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Otro periódico dedica su portada a la visión que tienen los contendientes electorales de los problemas universitarios. El tema podría parecer oportuno, pero el paquete sigue atado en un banco, intacto, y nadie le echa una mirada.

"La gente está poco interesada en estas elecciones, aunque tampoco está bien. Si quieres quejarte y posicionarte tienes que tener un conocimiento suficiente de la situación. Saber qué promesas se hicieron y cuales se han cumplido. Pero la gente está desmotivada", dice Elvira, de 27 años, que acabó la carrera en 2000 y va a diario a la biblioteca porque prepara una oposición al Cuerpo Superior de Técnicos de Instituciones Penitenciarias. "No comparto el desinterés general, y pienso votar, pero me gustaría que hubiera más diversidad de opiniones, porque se está manipulando a la gente. Veo muchos defectos en todos los partidos. La verdad es que en el momento actual hay pocos que merezcan la pena. Los discursos que hacen se parecen, y a mí me gustaría que hubiera más diálogo".

Elvira tiene otra queja contra los políticos relacionada con su oposición. "Cada vez que hay una modificación legislativa, hay gente que tiene que aprendérsela entera. Si es necesaria, estoy de acuerdo, pero la mayoría de las modificaciones son para conseguir votos. Yo les pediría que piensen lo que hacen antes de aprobarlo".

Una chica critica las "siete modificaciones que ha hecho el PP del Código Penal", pero Elvira aclara que su reproche va dirigido a todos los partidos. "Me acuerdo del Código Penal que redactó el PSOE en 1995 deprisa y corriendo porque se iban". Todas convienen en que es una facultad "muy politizada", y más bien conservadora.

"Esto es como la pasarela Cibeles, todas las chicas con lo último, y con la banderita española en el reloj. No es que esté en contra de la bandera española, pero que llevan hasta la antigua con el águila", dice otra opositora.

Elvira advierte de que no quiere fotos ni que figure su apellido. Y las otras chicas, después de una apasionada crítica al Gobierno popular, y a la falta de "verdadera democracia", se quedan preocupadas. Media hora después se acercarán a la periodista para pedir que no aparezcan sus nombres en el reportaje. "Con las oposiciones no se sabe nunca. Dependemos de un tribunal y puede perjudicarnos".

Laura de Lorenzo, alumna de quinto curso, y sus compañeros, Inmaculada Amigo y Nacho Jiménez, todos de 22 años, comprenden la inquietud de los opositores. "Hombre, es que nunca se sabe con los tribunales", dice Laura. "Ni siquiera en las clases normales conviene dar opiniones", añade Nacho. "Hay que tener cuidado de cómo se dicen las cosas, y procurar mantenerse imparcial". Alguno cuenta que un pobre opositor cometió el error de declarar en un examen que el Rey le parecía una figura simbólica. "Y le suspendieron". "Son fábulas de los alumnos", se indigna un profesor. "Son historias absurdas sin ningún fundamento que se inventan y circulan por ahí sin ninguna base".

Lo cierto es que las oposiciones son el horizonte fundamental del estudiante de Derecho, y que el fantasma de los tribunales le persigue inconcebiblemente desde el inicio de la carrera. Laura y Nacho tienen claro que seguirán ese camino. "Yo seguramente me presentaré a las de Judicatura", dice ella. Él parece indeciso. Inmaculada piensa trabajar en la empresa privada.

Los tres coinciden en que la campaña electoral es insufrible. "Todo es un rifirrafe entre unos y otros, y promesas absurdas, como si nos tomaran por tontos. Pero la gente no vota por lo que oye en la campaña", dice Nacho. Corrobora Laura: "Yo creo que el que es de izquierdas vota a la izquierda y el que es de derechas, a la derecha, digan lo que digan los candidatos". Por esa razón no ven dificultades en el cambio de líder que propone el PP. En realidad, coinciden, "lo importante es el resultado". Los tres parecen favorables a que gane el partido en el poder aunque Inmaculada, la única que se confiesa afiliada al PP, quiere cambios.

"Este Gobierno ha ido demasiado lejos en algunas cosas, como la guerra de Irak. Que seguramente lo habrá hecho no por intereses privados, sino estratégicos y nacionales, pero no ha contado con la opinión de la gente. No vi bien que dieran la espalda a Europa". Nacho y Laura están de acuerdo. "Otro tema por el que se atacó mucho al Gobierno fue el del Prestige, pero yo creo que no tenía culpa", añade Laura. Aparte de que la derecha lo hace bien, a su juicio. "Hemos avanzado en bastante aspectos. La economía ha mejorado y somos un poco más considerados en Europa". Tiene claro que el problema principal es el terrorismo. "Será porque soy de San Sebastián", dice. Nacho e Inmaculada temen sobre todo al paro.

Fuera de la cafetería, un grupo charla animadamente, y no precisamente de política. Ninguno quiere hablar con la prensa, ni mucho menos dejarse fotografiar. El opositor, aunque sea en ciernes, no debe bajar la guardia.

Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.
Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.LUIS MAGÁN

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