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Reportaje:

Coeducando a niños y niñas

El instituto Severo Ochoa de Tánger obtiene el primer premio Giner de los Ríos por el fomento de la igualdad entre los sexos

En la confluencia del bulevar Pasteur con la plaza de Francia, centro neurálgico de Tánger, una mujer policía trata de poner orden en el caos circulatorio. Los hombres que abarrotan la acera y los cafés más cercanos, la miran. Sonríen. A algunos se les escapan carcajadas. Otros la insultan desde sus coches y hacen sonar el claxon. "¿Esto es así?", pregunta María José Mahé, profesora de francés en el instituto español Severo Ochoa, señalando el folio en el que se aprecian media docena de viñetas. "Sí. Yo lo he visto", responde Jihane Boutenache (16 años, alumna de cuarto de ESO) que, como el resto de alumnos, ha participado en el proyecto Estrategias para el fomento de la igualdad entre los sexos en la educación secundaria, un trabajo premiado con el primer galardón a la calidad educativa en la XIX edición de los Premios Francisco Giner de los Ríos, otorgados por el Ministerio de Educación.

Como Jihane, otras alumnas y alumnos han recogido en sus cómics experiencias similares de discriminación de la mujer marroquí; la mayoría están a la orden del día: rechazo del hombre a casarse porque la novia no quiere dejar el trabajo; el repudio arbitrario; negar la palabra a una joven en una reunión profesional por ser mujer; el taxi que muchos hombres se niegan a coger al descubrir que quien lo conduce no es hombre; la prohibición familiar para que estudien las hijas porque, según cuenta la autora de las viñetas, Afrae Sabour, "tendrían que relacionarse con hombres en la escuela". El espigado Moâd Saouri, estudiante de cuarto dice: "Donde más discriminación se da todavía en Marruecos es en el trabajo y en el matrimonio".

Por eso, la llegada de la profesora Mercedes González Moreno al instituto en 1996 supuso un revulsivo y, a la postre, un aldabonazo para combatir esta discriminación. A su propuesta de trabajar desde el claustro para fomentar la igualdad entre los sexos en la secundaria que España imparte en el país magrebí se apuntaron 11 profesoras y 5 profesores. "El trabajo nos lo planteamos desde todos los ámbitos, tanto desde el curricular como desde las tutorías y en las actividades extraescolares", recuerda Mercedes. "La metodología de trabajo que diseñamos era sencilla y adaptable a cualquier asignatura y nivel escolar", comenta esta catedrática de Física y Química que, además de impulsora del proyecto, ha sido su coordinadora hasta el final.

Sin duda, el ámbito en el que se planteaba el trabajo era delicado. Con un alumnado marroquí mayoritario, la tarea de conseguir que aflorara la discriminación de la mujer en Marruecos sin herir susceptibilidades no iba a ser fácil. Había que huir del adoctrinamiento y de los códigos occidentales. Se hacía necesario, por el contrario, encontrar una estrategia "inocua", universal, que sirviese "para que todo el mundo trabajase sin reticencias", explica la coordinadora.

Se eligieron temas como "la mujer en las artes plásticas, la mujer en el cine mujer y trabajo, mujer y ciencia"; uno por curso, hasta seis. Además de alumnos y profesores, han participado también, con aportaciones de material, testimonios y experiencias, las madres de alumnos y mujeres intelectuales marroquíes.

El resultado ha sido media docena de tomos en los que se recoge la vida y acciones de cerca de un millar de mujeres de todo el mundo, significadas por su actividad. El alumnado ha hecho entrevistas, elaborado encuestas, promovido debates (como, por ejemplo, sobre el uso del velo), realizado cortometrajes, escrito guiones... Durante estos seis años, todos los chicos y chicas de este instituto español en Marruecos han reflexionado sobre situaciones cotidianas en las que se desenvuelven las mujeres, especialmente las de su país. Y han sacado sus conclusiones: "Se nos han abierto los ojos. Ahora tenemos más conciencia de que las mujeres son tratadas muy injustamente", dice el espigado Saouri. Y Mercedes González, la coordinadora, resume: "Es una lástima que estos trabajos no tengan cabida en los institutos... Creo que deberían plantearse, al menos, como una asignatura transversal".

Mercedes González, en el centro, con otros profesores del instituto.
Mercedes González, en el centro, con otros profesores del instituto.J. MAYORDOMO

Vieja a los 18 años

Una mujer marroquí de 18 años puede ser considerada vieja para casarse. También puede tener muchas más dificultades que el hombre para desempeñar una lista interminable de trabajos, o para intervenir en la vida social. En el peor de los casos, los padres pueden negarse a que sus hijas vayan a una escuela mixta o a una en la que haya profesores.

Sin duda, a la igualdad entre sexos en el país magrebí aún le queda un largo camino por recorrer. En el sector del comercio, por ejemplo, sólo el 6% de puestos de trabajo lo ocupan mujeres; y en el de servicios el porcentaje se eleva al 8%. En la industria, en cambio, con una mano femenina más dócil y más eficaz, según los propios empresarios, las mujeres rondan el 30%. Sólo que son analfabetas (46%) o casi. El 55% de las que fueron a la escuela no concluyó la primaria.

En Tánger, el 70% de la población obrera femenina tiene menos de 30 años. Más allá de los 40 años de edad sólo trabajan viudas o divorciadas.

O aquellas otras que, por cualquier causa, tienen una familia de la que hacerse cargo.

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