Una crisis con varios episodios
Cuando ETA irrumpe en una campaña electoral con un asesinato es relativamente fácil predecir que su influencia en el resultado final será escaso y que la banda sólo habrá conseguido certificar, una vez más, su existencia. El asesinato del socialista Fernando Buesa y de su escolta antes de las elecciones generales de 2000 no tuvo resultados electorales sensibles y confirmó este principio.
Algo más afectó, en plenas elecciones vascas de 2001, el asesinato del senador popular aragonés Manuel Giménez Abad, pero sobre todo porque ayudó a trasvasar votos de HB al PNV. Parece más difícil calcular, sin embargo, el efecto electoral de una maniobra como la de esta semana: el anuncio de una tregua exclusivamente en el territorio de Cataluña. Especialmente porque todo el mundo temía, además, que el manifiesto etarra pudiera estar acompañado por un atentado posterior en otra zona de España.
Chaves, que no comparte algunos análisis de Mara-gall pero defiende al Gobierno tripartito, llamó aquel día a José Montilla en dos ocasiones para cerrar filas
Equivocarse en temas relacionados con el terrorismo y con ETA tiene siempre un alto coste político en el conjunto de España, pero en esta ocasión no está todavía muy claro quién ha cometido más errores en la gestión de la nueva crisis, descontando, por supuesto, al propio Josep Lluís Carod Rovira.
Muchos dirigentes del PSOE consideran que esta vez el PP no ha valorado bien la reacción de los ciudadanos. "La mayoría se da cuenta de que la estrategia del PP ha servido para dar aire a ETA, y, si eso va calando, puede hacerles cierto daño", comenta un miembro de la dirección del partido socialista.
Según ese mismo dirigente, el anuncio de la tregua de ETA causó en el PSOE menos conmoción interna que la que provocó en su día la noticia de la entrevista de Carod Rovira con los dirigentes etarras. "Claro que fue como un bombazo, pero esta vez los mecanismos estaban más engrasados y el conjunto de la organización no se ha mostrado tan crítico con la gestión de sus dirigentes como en la primera crisis", asegura otro dirigente socialista.
Muchos dirigentes locales y provinciales del PSOE han mirado en esta ocasión mucho más a Manuel Chaves que a Juan Carlos Rodríguez Ibarra o a José Bono. Y el presidente de Andalucía, que mantuvo inmediatamente dos conversaciones con el dirigente del PSC José Montilla, dejó claro que apoyaría públicamente al Gobierno tripartito. "Chaves está obsesionado con la idea de que el Partido Popular pueda tener el monopolio de los acuerdos con los nacionalistas y está dispuesto a poner en juego su prestigio y su influencia dentro del PSOE para avalar el tripartito ante el resto de España", asegura un parlamentario cercano al presidente andaluz.
¿Considera Chaves que el nombramiento de un nuevo conseller en cap es la "respuesta contundente" que él mismo había reclamado? Según estas fuentes, Chaves no comparte algunos de los análisis y objetivos de Maragall, pero en este caso cree que el hostigamiento al Gobierno tripartito sólo servirá para crear una herida en Cataluña y un hartazgo en el resto de España. Según él, ERC ha desautorizado a Carod Rovira y lo que hizo y eso es "contundente". Si no se cierra el conflicto, ha explicado públicamente, ERC conseguirá, por primera vez, su propio grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. Y a los socialistas no les interesa, en forma alguna, que ERC salga reforzado. Sea ése, o no, el efecto de esta nueva crisis en el electorado catalán, no cabe duda de que los resultados del próximo día 14 de marzo en Cataluña van a ser examinados con lupa por todas las fuerzas políticas.
Efectos de la ruptura
En el Partido Popular el análisis no es tan unánime como en otras ocasiones. Todos coinciden en que hay que "apretar las tuercas" al PSOE y "forzar la imagen de debilidad de Rodríguez Zapatero". Pero no todos están de acuerdo en que deba exigirse la ruptura del Pacto Antiterrorista. Algunos expertos quieren esperar a tener datos más precisos sobre el efecto que tendría esa ruptura sobre el electorado, y, sobre todo, a quién considerarían responsable. Hasta ahora las encuestas han señalado que la mayoría de los ciudadanos cree que lo mejor para luchar contra ETA es el acuerdo entre PP y PSOE y que podrían penalizar a quien consideren culpable de la desaparición de ese frente.
Una presión excesiva sobre el PSOE en relación con el tema terrorista, que pueda ser percibida como muy injusta por los posibles electores de izquierda o de centro-izquierda, podría despertarles y llevarles a las urnas el 14 de marzo, y eso es lo último que desean los especialistas del PP. "A nuestros votantes no hace falta motivarles mucho en ese terreno. Y hay que tener mucho tiento para no motivar a los contrarios", asegura uno de esos especialistas populares.
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