"Hay que dejarse el ego en casa"
Álvaro Lavín (Madrid, 1964) es actor, director de escena y cofundador de la compañía estable Teatro Meridional, que tiene en gira por España una versión de Cyrano de Bergerac, QFWFQ (adaptación teatral de Las Cosmicómicas, de Italo Calvino), Miguel Hernández y Dionisio Guerra. El autor de todas es Julio Salvatierra.
PREGUNTA. Las compañías estables en España, ¿están en vías de extinción?
RESPUESTA. Es durísimo mantener una compañía estable, sobre todo los primeros años, cuando estás aprendiendo y no recibes apoyos públicos. Las pocas ayudas que hay llegan cuando has conseguido cierta notoriedad. También sucede que los profesionales que empiezan ahora prefieren hacer cine o televisión, porque estos medios proporcionan buenos sueldos y fama. Por otra parte, se hace difícil pagar las nóminas cuando muchos programadores escogen para sus teatros espectáculos protagonizados por famosos de la tele. Muchos proyectos se van quedando en la cuneta debido a eso. Aun así, hay compañías, más de las que pensamos, que perseveran y buscan su hueco.
P. Hay empresas teatrales que pasan por compañías, pero detrás tienen una única persona.
R. Ésa es una manera de entender el teatro más próxima al negocio...
Yo llamo compañía a un grupo de profesionales que llevan años formándose, trabajando y creciendo artísticamente juntos.
P. Pero muchas que un día lo fueron, ahora
...
R. ...Se han convertido en productoras, dirigidas por alguien que decide qué hacer y a quién contratar. Algunas ponen en pie espectáculos magníficos, pero las posibilidades de contar algo en lo que todo el equipo artístico se implique a fondo son infinitamente mayores en una compañía estable.
P. Al principio dijo que las ayudas empiezan a llegar cuando la compañía ha obtenido cierto reconocimiento ...
R. Sí. Teatro Meridional sobrevivió durante los primeros cinco años porque nos trasladamos a Lisboa, donde la Escola de Teatro e Cinema nos cedió desinteresadamente un local de ensayo, algunos materiales y el apoyo de un técnico. Fuimos con el dinero que uno de nosotros tenía ahorrado y el que otro cobraba del paro, y nos tiramos año y medio encerrados, trabajando. Para dedicarse a esto hay que poner el ciento por ciento de la energía. Si nos hubiéramos quedado aquí lo hubiéramos tenido mucho más difícil. Para nosotros, Portugal fue una inversión de energía y de posibilidades de futuro.
P. ¿Puede dar alguna pista sobre cómo crear una compañía sin perecer en el intento?
R. Hay que dejarse el ego en casa y escuchar mucho, cosa difícil cuando uno es joven y se quiere comer el mundo. También es fundamental que cada socio tenga su espacio de expresión. Pienso que en el momento en que se crean jerarquías claras, se acaba el espíritu de compañía.
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