La fascinación del cante dulce
No fue un concierto redondo como siempre esperamos de Estrella Morente, cantaora a la que admiramos. No lo fue aunque el público terminara en pie, como casi siempre. Luces y sombras, en definitiva, en el firmamento de esta estrella que trajo al cante un importante y esperanzador aliento de frescura. Pero fue hace ya algunos años. Pocos, porque ella sigue teniendo muy pocos años, y sin embargo ahora me dio la impresión de que aquel inicial impulso renovador se ha congelado en un cierto conformismo.
Nada nuevo prácticamente en el concierto del Albéniz en la noche inaugural del Festival. Estrella Morente comenzó con mucho ritmo -alegrías y bulerías por soleá- y terminó con mucha fiesta. Entre ambos extremos, ella sola con los guitarristas, en la parte de mayor responsabilidad y, a mi juicio, en la que no acabó de encontrar su mejor expresión. Diría que no se encontró ella misma. Hizo tercios excesivamente fragmentados, con lo que el cante a veces se desmedulaba sin ligazón alguna. Es lo que Mairena calificaba "cantar a trocitos". Y cayó de nuevo, Estrella, en un vicio habitual en no pocos cantaores, pero que no me parece de recibo en intérpretes que respeten lo jondo: no rematar los cantes, levantándose antes de terminarlos y yéndose.
XII Festival Caja Madrid
Cante: Estrella Morente. Toque: Pepe Montoyita y Manuel Parrilla. Percusión: Bandolero. Palmas y coros. Teatro Albéniz. Madrid, 17 de febrero.
Aun teniendo en cuenta tales insuficiencias, Estrella Morente siempre demuestra en su cante los poderes que han hecho de ella una de las flamencas más auténticas y convincentes de los años en que vivimos. Tiene un caudal de voz de gran belleza y del que sabe obtener melismas y entonaciones que nos seducen, sobre todo cuando la recoge en bajos sutilísimos y de una dulzura que parecen imposibles. Estrella Morente, sin duda, evidencia con éste y otros medios expresivos y estéticos una técnica de difícil acceso para sus colegas.
En la segunda parte la cantaora estuvo mucho más en su línea de solvencia y buen hacer. Singularmente en los estilos festeros -tangos, bamberas y jaleos, cuplés, bulerías-, encandilando al personal. Puso a contribución no sólo su hermosa voz, también su intuición para habilitar recursos de gran flamencura, incluso su facilidad para dar a los brazos un juego de danza, y su rápida tendencia a bailarse los aires bulearieros.
Es cierto que en esta parte tuvo en su ayuda al grupo familiar, que le dan el son y los coros con una entrega impresionante. La cantaora, así arropada, se siente más libre para hacer unos cantes en los que se encuentra muy a gusto y en los que brilla extraordinariamente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.