El lobo y Caperucita
Los pedantuelos dicen que el PP lleva una campaña: la de perfil bajo, con Rajoy, hecho un rey mago arrojando puestos de trabajo, trenes, ahorros, ordenadores, caramelos y caricias, y la de perfil duro, que es Aznar y sus sobrantes, como Arenas: con qué furia negaba la clonación. Pero había que ver a Aznar con las fauces del lobo de Gubia cuando se vuelve malo: "¡No te acerques mucho, hermano Rajoy!", decía parodiando el poema de Rubén. Nada de doble perfil: el zar que se va teme que el zarevich sea blando y dulce: y le van a cornear. Aznar está asustado y se cree hirsuto. Las encuestas que sabe y el partido socialista también, las profundas y caras, dicen que el PP baja y el PSOE sube, y las previsiones socialistas de que el PP le lleve sólo tres puntos al empezar la campaña se van a cumplir. Con los que arranquen luego y con las cosas que van pasando -la pérdida de la guerra de Irak- puede tener una mayoría el PSOE. No es muy creíble hoy, pero se puede calcular que el PP no tendrá la mayoría absoluta. Eso es perder. Otro de los hijos de la loba, Anson (digo, como Rómulo y Remo), escribía ayer (su editorialista) que "en el Partido Popular, donde nadie cree seriamente que Rodríguez Zapatero renuncie a intentar formar Gobierno si no es la lista más votada el 14-M, se sabe que la victoria pasa necesariamente por alcanzar una mayoría absoluta de los votos". Por eso Aznar, en el discurso de tragaldabas, decía que Zapatero (del que se burlan explicablemente por la elección de las siglas ZP) se alía "con los comunistas y los radicales": la voz de Franco. Pero su voz era la de Dios a Abraham: sé fuerte y duro, sacrifica a tu hijo. Un escriba posterior añadió que se arregló matando a un cordero, pero sabemos que ése es el final feliz que el productor añade a una película triste.
Si pierden la mayoría absoluta, como parece, la pierden por Aznar, no por Rajoy: la pierden por la guerra canalla de Irak, por situarse en el catolicismo extremo ante la ciencia -sabemos cómo perdió España su lugar en el mundo: porque la Iglesia negó el renacimiento, la razón y la revolución, y el Estado era la Iglesia, que no dejaba ni el parto sin dolor-, por la indiferencia de señoritos cazadores ante Galicia empecinada, por la religión en las escuelas, el decretazo y la huelga: Y por ese caudillo de domingo, donde un minuto repitió cinco veces: "Yo quiero". Y Rajoy, Caperucita, dijo: "Yo sé lo que hago". ¡Jo!
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