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Entrevista:José Manuel Durão Barroso | Primer ministro de Portugal

"Portugal debe vencer el complejo que tiene ante España"

Berna González Harbour

José Manuel Durão Barroso es un hombre con un objetivo: la apertura de Portugal. Abrir sus mercados, abrirse a España, al mundo, a la globalización. Terminar con el atraso y el espíritu paternalista que dice que ha guiado al Estado portugués y, mediante una dura política de ajuste del gasto público, modernizar su economía. El primer ministro portugués, de 47 años, viaja hoy a España para reunirse con los líderes de la internacional de centro-derecha y, especialmente, para defender una intensa relación con España, que para muchos sectores ha sido hasta ahora tabú. Si José María Aznar acudió a ayudarle en la campaña que le llevó al poder en Portugal en 2002, hoy tiene la satisfacción de venir a España para apoyar a Mariano Rajoy en su carrera electoral. "Portugal", dice, "debe vencer el complejo que tiene ante España".

"Es inaceptable que tres países de la UE se reúnan, cocinen y luego nos den la comida"
"España no representa un riesgo ni una amenaza, sino una posibilidad"
"El escándalo de Casa Pía es un caso de progreso democrático de Portugal"

Pregunta. Hemos crecido a ambos lados con el convencimiento de que España y Portugal vivimos de espaldas. Con gran indiferencia por parte de España, con gran complejo por parte de Portugal. ¿Es así? ¿Cómo cree que vivimos?

Respuesta. Portugal es el único país del continente que tiene una sola frontera. La frontera con un país de mayor dimensión puede generar un problema de percepción que es natural, absolutamente natural. De ahí ese complejo. Es muy importante que España y Portugal tengan una relación sin complejos, una relación equilibrada en los dos sentidos. En la ecuación exterior de Portugal la variable España es decisiva, por nuestro propio interés. Yo creo en la apertura, en este mundo de la globalización debemos estar abiertos y no cerrados. Estoy contra la dictadura, contra las sociedades cerradas, contra el atraso, y quiero un país abierto. Si Portugal no vence el complejo que tiene ante España no puede ganar la batalla de la globalización. Por eso yo estoy luchando en Portugal, creo que con éxito, por una actitud más abierta, más sin complejos hacia España. España no es un riesgo ni una amenaza, sino una posibilidad. Yo soy del Portugal democrático, posterior al 25 abril. Salazar vivió más de 40 años con una política igual a Franco: de espaldas. La amistad era sólo formal. Hoy ya no es así. El otro día uno de mis tres hijos me dijo: "Papá, quiero ir a ver a Oasis". "¿Dónde?". "En Salamanca". Y se fue de Lisboa a Salamanca. En mi generación, ir a España era como ir al fin del mundo. Había Guardia Fiscal aquí, la Guardia Civil allí. Íbamos con caramelos escondidos, acomplejados, cualquier cosa era contrabando. Y ya no es así.

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P. Sin embargo, empresarios e intelectuales portugueses firmaron un manifiesto denunciando la amenaza española. El propio presidente Sampaio criticó recientemente el proteccionismo español. ¿Es usted un primer ministro muy proespañol en un contexto de gran recelo antiespañol?

R. Yo soy un primer ministro muy proportugués. En Portugal hay dos tradiciones: una mala y una buena. La buena es la de Vasco de Gama: la apertura. La mala es el cerramiento, la tradición del régimen autoritario y de los comunistas. Lo crucial para la apertura de Portugal es la manera de mirar a España: si la miramos como pretexto de nuestras propias dificultades, como chivo expiatorio, o si la miramos como una oportunidad. Yo entiendo lo que Sampaio dice, quiere una relación económica más equilibrada; yo también. En los últimos años se está equilibrando. Pero yo pienso que la inversión de España en Portugal es buena, no mala. Y no son sólo palabras, sino hechos. Hemos alcanzado una red ibérica de electricidad, un acuerdo para el tren de alta velocidad. Esto va a cambiar la percepción. Cuando sea posible ir de Lisboa a Madrid a ver las exposiciones y viceversa va a cambiar la percepción. Portugal no tiene nada que temer, es uno de los países del mundo con más identidad. Pero es normal que exista susceptibilidad, y ahí es necesario que el Gobierno español pueda tener la inteligencia estratégica de trabajar con nosotros en equilibrio. Con José María Aznar ha sido posible hacerlo.

P. Cuando usted juró como primer ministro, en 2002, prometió devolver el prestigio a Portugal. Pero vino la recesión, los incendios con mala coordinación, los escándalos de dos ministros, el caso de Casa Pía. ¿Cree que aún es posible cumplir su promesa?

R. Estamos en el camino correcto. Cuando llegamos al Gobierno descubrimos que los compromisos con la UE no se estaban cumpliendo. Portugal ha sido considerado desde su adhesión a la Unión Europea un caso de éxito. Y no era real. Ahora trabajamos para devolver la credibilidad al país, y es un trabajo que requiere tiempo. Pero los resultados están ahí. El caso de Casa Pía es un caso de progreso democrático. Hay casos de pederastia en todas las sociedades, y hasta hace poco tiempo era un tabú hablar de eso. La justicia no los investigaba. Ahora en Portugal hay un crecimiento democrático. Ocurre lo mismo que con la economía. En Portugal vivimos primero un paternalismo de derechas, durante el régimen autoritario, y luego un paternalismo de izquierdas, durante la revolución y después. Ahora Portugal está enfrentando la realidad, y eso es bueno.

P. ¿Cómo fue posible que se quemara un 5% del territorio nacional en verano? Hay acusaciones de mala gestión del Gobierno.

R. Puede ser que hubiera algunos errores de coordinación, pero fue algo sin precedentes. Fue una conjugación de mucho calor, una humedad muy baja y de vientos que venían de España. Claro que podíamos haber hecho las cosas mejor. Pero países con muchos más medios como EE UU tuvieron incendios más grandes.

P. ¿Cuál ha sido el momento más difícil de esta cadena de malas noticias que ha sufrido? ¿Tal vez el escándalo en su Gobierno?

R. No puedo clarificar cuál fue el más difícil. Pero incluso este caso demuestra la gran exigencia de rigor que hay hoy en Portugal. La acusación era un fallo que antes era considerado menor, una petición sólo para paliar la situación de la hija de uno de esos ministros. La exigencia de nuestra sociedad ahora es grande, y eso en parte es responsabilidad de mi Gobierno.

P. Portugal sufre duras medidas de ajuste por incumplir el Pacto de Estabilidad, y Alemania y Francia no. ¿Cómo valora el doble rasero?

R. Son casos distintos y es muy importante evitar la idea del doble rasero.

P. Pero es inevitable.

R. No fue bueno, desde luego. Fue un día difícil para la credibilidad europea, pero al mismo tiempo entiendo que es muy difícil pedir a Francia que consiga en tan poco tiempo la corrección de los desequilibrios. Si hay que perfeccionar podemos hacerlo, pero no debemos poner en cuestión el pacto de estabilidad.

P. ¿Si no se logra una Constitución, es lícito desarrollar una Europa a doble velocidad?

R. Yo creo que debemos tener una Constitución europea. Pero más tarde o más temprano no podemos exigir a todos la misma velocidad exactamente. No es justo que los que quieran ir más deprisa obliguen a los otros a ir más rápido o lo contrario. Hay que encontrar la fórmula que permita una cierta flexibilidad en un sistema coherente. Y ése es el gran desafío. Lo que no podemos aceptar es la ley de directorio. La idea de algunos círculos que creen que tienen un derecho natural a gobernar a los demás, no sé por qué.

P. Se refiere a Blair, Schröder y Chirac, que se reúnen próximamente.

R. Todas las reuniones son positivas. Lo que no es aceptable es que dos o tres países se reúnan, cocinen todo y luego nos den a nosotros la comida. Es, pura y simplemente, inaceptable.

P. Usted fue anfitrión de la cumbre de las Azores. Ahora que vemos que no había armas de destrucción masiva, ¿sigue justificando la guerra?

R. El fundamento principal de nuestra posición nunca fue la existencia de armas de destrucción masiva. Fui cinco veces al Parlamento para justificar la posición de mi Gobierno y era la siguiente: no me gusta la guerra, si pudiera la evitaba. Pero si hay una guerra entre EE UU, una democracia y nuestro aliado, y un régimen como el de Sadam en Irak yo estoy con nuestro aliado. Fue una posición determinada por el interés nacional portugués y no por un análisis sofisticado de la estrategia americana. Es la diferencia entre Portugal, más moderado, y otros países que entraron en la justificación fundamental de la guerra.

P. ¿Como España?

R. No, estaba pensando en la posición americana, en larga medida comprensible por el 11 de septiembre. El pueblo americano sintió la guerra como una respuesta, no como una agresión. La agresión fue el 11 de septiembre. Nuestra posición fue justa desde el punto de vista de un aliado. Claro que lo de las armas de destrucción masiva es un problema.

El primer ministro de Portugal, José Manuel Durão Barroso.
El primer ministro de Portugal, José Manuel Durão Barroso.REUTERS

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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