"Aquí no hay ninguna escuela en la que se forme a repertoristas"
"Para ser pianista repertoristas hace falta ser un poco psicólogo", dice Rubén Fernández (Barakaldo, 1974). Él demostró en el ensayo que realizó la víspera de su reciente actuación con el barítono Carlos Álvarez y la soprano Rocío Ignacio en el Kursaal de San Sebastián,
que tiene madera, que no le duelen prendas cuando hay que marcar un cambio de tempo a un cantante de renombre.
Pregunta. No es muy habitual ser pianista de repertorio.
Respuesta. No, hay poquísimos en España. Pero me viene un poco por tradición. Mi familia siempre ha estado vinculada al mundo vocal y yo mismo he cantado en coros. Hice la carrera de piano y mientras tocaba para la Sociedad Coral de Bilbao también cantaba. Siempre me han apasionado las dos cosas y esta profesión las fusionaba, así que decidí irme a Viena a prepararme, con una beca de la Diputación de Vizcaya.
P. ¿No tenía opción de hacerlo en España?
R. Aquí no hay ninguna escuela en la que se forme a repertoristas, una figura muy especial. Nuestra tarea no consiste sólo en dar recitales; marcamos los tempos en los conciertos, trabajamos en teatros ayudando a los cantantes a preparar sus papeles para ópera. Yo ahora estoy en el de La Maestranza de Sevilla. Y para eso necesitas ver óperas, aprender alemán o italiano, que son los idiomas en los que trabajas. En Viena tuve todo eso.
P. Y conoció a Álvarez...
R. Ahí empezó a hacerse realidad mi sueño. Iba unas tres veces a la semana a la ópera, a ver la representación de pie, desde la galería. Uno de esos días, representaban Don Giovanni con Álvarez como protagonista. No lo conocía y pensaba erroneamente que era sudamericano. Cuando salí del teatro estaba impresionado. Una semana después lo vi en el metro de Viena, en la estación del Teatro de la Ópera.
P. ¿Qué hizo?
R. No sé por qué, me acerqué a él y le dije: "Señor Álvarez". El se giró y me contestó: "Señor Álvarez no, Carlos". Nos pusimos a charlar, le dije que me había encantado su actuación y le conté mi vida mientras pasaban los metros. Al rato nos despedimos con lo típico: "A ver si coincidimos". Eso fue en el 98 y en 2002 hice mi primer concierto con él en Santiago.
P. ¿Qué les juntó?
R. La casualidad. A mi llegada a España, después de un año en Múnich, él ofrecía un recital con otra gente cerca de Valencia, donde yo me instalé una temporada. Hice con ellos el ensayo al piano y el agente me echó el ojo. Desde entonces, hemos ofrecido nueve recitales juntos y tenemos proyectos en Sevilla, en Londres,...
P. ¿No le impone dar directrices a un cantante de su prestigio?
R. Para ser pianista repertorista hace falta ser un poco psicólogo porque los cantantes son muy especiales. Hay personas con las que tienes que hacer equilibrios y decirles que lo que hacen está bien, pero... Con Carlos es muy fácil, puedo hablar con total naturalidad porque tenemos una relación que trasciende lo profesional.
P. ¿Y eso, se nota en el escenario?
R. Eso hace que tengamos mucha conexión, lo que no suele ocurrir con otra gente.
P. ¿Si no se hubiese cruzado con él estaría hoy donde está?
R. Siempre dicen que si haces bien tu trabajo, todo llega, pero está claro que trabajar con una persona mediática como Carlos tiene mayor repercusión. Aunque tu trabajo es siempre el mismo.
P. ¿Le tienta componer?
R. No. En la interpretación también hay una parte creativa, nunca tocas igual una pieza. Creas distintos ambientes, colores y matices. Juegas. Yo con eso tengo cubierta mi parte creativa.
P. ¿Hacia dónde quiere ir?
R. Me gustaría poder compaginar trabajos en tearos, que te dan algo de estabilidad, con recitales. Ahora tengo proyectos con Carlos, con Ainhoa Arteta, con el tenor Ismael Jordi, que va a ser el sucesor de Alfredo Krauss,... Me siento afortunado de poder hacer lo que me gusta, de que mi trabajo sea también mi hobby.
PERFIL
Rubén Fernández decidió fusionar sus dos pasiones, el piano y la voz, en una única profesión y marchó a Viena en 1996 para formarse como pianista repertorista. Allí conoció por casualidad al barítono Carlos Álvarez, con quien ofreció su primer concierto en Santiago en 2002. El músico, quien esta temporada actuará en dos óperas en Sevilla, tocó recientemente con Isabel Rey y tiene proyectos con cantantes como Ainhoa Arteta.
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