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Tribuna:Apuntes | ELECCIONES A LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE VALENCIA
Tribuna
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Constancias, novedades, equipos y programas

El jueves 12 en primera vuelta y el martes 17 en segunda, la Universidad Politécnica de Valencia elegirá rector bajo la incertidumbre del nuevo sistema electoral, mal llamado de sufragio universal ponderado, prescrito por la Ley de Ordenación Universitaria (LOU) entre otras aberraciones que desde su promulgación han alterado el statu quo de las universidades españolas.

En el marco obligado por la LOU, que introduce todos los elementos de una campaña política porque así lo quiso la ministra Pilar del Castillo, resulta evidente que todos los factores son ventajosos para quién parte como rector saliente: más posibilidades de financiación interna y externa, dato fundamental si has de llegar a 40.000 electores muchos de ellos desincentivados, a diferencia de los claustrales que asumían totalmente su responsabilidad. Un perfil a tener en cuenta es el grado de conocimiento de los candidatos que en nuestro caso, y aunque no se han hecho encuestas, se puede aventurar que es del 95% para Justo Nieto, 40% para Juan J. Moragues (era Director de la Escuela Politécnica de Gandia y se presentó recientemente) y del 60% para Eliseo Gómez Senent. Posiblemente, en el estamento estudiantil las diferencias sean más acusadas.

El resultado lo decidirá la participación estudiantil. Si supera el 10% favorece el cambio. Si no, a Justo Nieto

Por otra parte, al sustituir un cuerpo electoral de personas representativas -con distintas responsabilidades de docencia, investigación y gestión en la Universidad- como eran los claustrales, por el totum revolutum del sufragio pseudouniversal, cualquier sociólogo sabe que en el núcleo mayoritario de votantes es más fácil vender la continuidad sin sobresaltos que el cambio con incertidumbres. Finalmente, no debemos olvidar lo que en el argot político se llama aparato y que en este caso también se da en la Universidad. En este capítulo, el actual sigue siéndolo en funciones, con las posibilidades institucionales y mediáticas que ello conlleva, en tanto que Moragues dimitió al registrar su candidatura, y Gómez Senent lo hizo el 31 de julio del año pasado. Por otra parte, la mayoría de los candidatos del equipo de Justo Nieto son vicerrectores en funciones (12 de 16), y eso ofrece más capacidad logística que ser simple Catedrático o Titular. Este desequilibrio es menor en el equipo de Moragues (12), donde la mayoría de sus miembros son directores de centro o departamento, y los estatutos no les obligan a cesar, pero sí es evidente en el de Gómez Senent, el mas reducido (9) y prácticamente sin peso específico en el nomenclátor de la UPV.

La campaña, además, viene condicionada por un factor que debiera ser secundario, pero que en nuestra universidad ha polarizado el clima preelectoral, repitiendo la experiencia de 2000. Me refiero a la principal arma ético-política que ambos opositores esgrimen contra Nieto: la permanencia en el cargo durante seis legislaturas, y la imperativa necesidad para ellos de limitar los mandatos rectorales a un máximo de 8 años. Esta cuestión normativa e higiénica que pudo quedar resuelta en los nuevos Estatutos si así lo hubiera querido Nieto sin que ello hubiera impedido volver a presentarse ya que la misma no puede aplicarse con efecto retroactivo, se ha convertido en la principal arma arrojadiza para sus contrincantes.

Si a ello añadimos los desequilibrios de representación del PAS (10% en los Estatutos LRU y 7% en los actuales), del alumnado (29% y 21%, respectivamente) y la sobrerrepresentación del PDI doctor, con un 3% adicional al que establece la LOU, la munición opositora está servida. Claro que lo segundo sí ofrece una lectura positiva para el candidato en funciones, porque reduce la influencia de los sindicatos en el resultado, y el peso del voto más impredecible, el de los estudiantes. Cabe apuntar para cerrar el análisis el calendario electoral que, al precipitarse a fin de distanciarlo de las elecciones generales del 14-M, viene a coincidir con el periodo de exámenes cuatrimestrales, lo que influye en la desincentivación del alumnado, y reduce el plazo de organización de la oposición histórica a Nieto que encabeza Moragues, y beneficia indirectamente a Gómez Senent, quien tras una precampaña de 4 meses llega algo exhausto al sprint final, pero favorece especialmente al actual rector que ha tenido tiempo sobrado para conformar su equipo y programa.

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Llegado a este punto, me atrevo a aventurar una hipotética respuesta electoral por colectivos. El más importante y decisivo, el PDI que suma el 72% del total, está claramente consolidado en dos grandes bloques, con un ligera mayoría para el actual rector, como se comprobó en 2000, en el campus central y Blasco Ibáñez, mientras que Moragues la tendría en los de Gandia y Alcoi, especialmente en el primero. A diferencia de 2000, Gómez Senent no recogerá más que una porción pequeña del que tuvo Cabrera entonces. Resumiendo, Nieto puede tener una holgada mayoría de profesores entre 45 a 69 años, mientras que Moragues lo tendría en el segmento inferior. En el PAS el dominio del actual rector es absoluto, especialmente en los Servicios Centrales, mientras Moragues cuenta con el respaldo seguro de los seguidores de CCOO y STE, y Gómez Senent está huérfano de apoyos. En consecuencia, el resultado lo decidirá la participación estudiantil. Si ésta es superior al 10% beneficiará a los candidatos de oposición. Si es menor, al actual rector.

Concluidas las hipótesis electorales, hay que analizar los equipos y programas de los candidatos que, a juicio de quien esto escribre, tienen más posibilidades de llegar al rectorado: Justo Nieto y Juan José Moragues ofrecen.

El equipo de vicerrectores que acompaña a Moragues tiene una estructura similar al actual, potenciando la investigación, pero unifica Promoción Lingüística y Deporte con Cultura y suprime el de Empleo. Algunos coinciden con la lista de Nieto, aún con ciertos matices, así el vicerrector de Ordenación Académica lo es también de Convergencia Europea y el de Personal, similar al de promoción del PAS de Nieto. En este caso la candidata es la catedrática de Informática y directora de la Facultad Ana Pont. Asimismo, el candidato a Secretario General es un catedrático y no un PAS como el de Nieto. Digamos que en este sentido la candidatura de Juan José Moragues es más aristocrática que la del actual rector. El copo de catedráticos en el equipo es un dato de doble lectura: denota solidez y experiencia de gestión, pero también puede restar apoyos en otros colectivos de PDI.

En cuanto a la política de género decepciona: 2 mujeres en el equipo. Este argumento es importante en una candidatura que se presenta como progresista y de regeneración democrática. La no presentación de un gerente es una aceptación tácita de la continuidad del actual, José Antonio Pérez, a quién ningún candidato cuestiona, excepto el STE. Otro dato criticable es la no presencia de ningún PAS en el equipo, lo que resta credibilidad a la promesa de mayor participación en el gobierno de la universidad. Por campus y centros está relativamente compensada: Industriales, Informática, Caminos y Agrónomos copan la candidatura; y bien por departamentos. El perfil es de Directores de Centro y de Departamentos críticos con el actual rector pero con experiencia contrastada, lo que aporta un valor añadido.

El factor edad-generación juega a su favor, el candidato tiene 49 años y es egresado por la propia UPV, mientras que Nieto tiene 56 y Gómez Senent, 62. Finalmente, otro rasgo que diferencia esta candidatura de la que encabezó Pedro Sosa en 2000 es la de una mayor pluralidad ideológica.

Respecto a la imagen de campaña, tanto en el cartel, en el triptico de propaganda electoral, en la página web y en el mismo programa esta candidatura denota la sensación de equipo homogéneo y paritario, siendo el candidato unum inter. Este rasgo es un arma de doble filo en unas elecciones plebiscitarias como las que se nos vienen encima, ya que el tirón del candidato prevalece casi siempre sobre las listas o los programas, y esa es la debilidad de salida de Moragues, que hubiera necesitado un plazo mayor para darse a conocer.

El programa del aspirante al que considero mejor colocado para sustituir a Justo Nieto en el rectorado está desarrollado en un preámbulo de intenciones y un total de 299 acciones y/o medidas sumamente detallada, aunque con algunos desequilibrios y redundancias por exceso de detalle. En general el programa pese a las objeciones puntuales que anteceden es sólido, bien estructurado, coherente, contempla la Universidad con parámetros de calidad más que de cantidad, de equilibrio entre docencia e investigación, de posicionamiento crítico con la LOU y normativa que la desarrolla, comprometido con la reforma de los Estatutos a lo largo de la legislatura, ampliando al 9% la participación del PAS en el claustro, entre otras medidas y -cómo no- la limitación de mandatos a 8 años máximo, fomenta la participación de los distintos colectivos en la gestión de las políticas generales de la UPV, y ofrece más medidas progresistas de alcance social.

Respecto a la candidatura de Justo Nieto, hay que empezar diciendo que su cartel es el más visible, aunque la combinación de colores y áreas de composición es poco acertada. El lema tampoco es muy brillante, por largo y manido. El triptico es bueno y práctico. Mejor diseño y composición que el cartel, aunque sobra la redundancia de la foto interior, ya que con ello el deslizamiento presidencialista del programa se hace más evidente. El equipo es continuista lo que resulta garantía de estabilidad y en las nuevas incorporaciones, cabe destacar a Francisco Mora, como vicerrector de la Ciudad Politécnica de la Innovación (CPI), de la que ha sido iniciador. Mujeres en el equipo sólo hay tres, lo que dice poco de la igualdad de género.

Nieto estructura su programa en dos partes: la primera es un supuesto diálogo entre el candidato, un alumno, un profesor y un PAS y en la segunda propone 100 medidas estructuradas por vicerrectorados Esta primera parte del programa he de reconocer que es muy buena, original y sintetiza perfectamente el pensamiento creativo, emprendedor y la obsesión del rector por fijarse nuevos retos y marcar rasgos diferenciales de nuestra Universidad. La segunda parte viene viciada de salida por su estructura genérica: cada vicerrector ha hecho la lista de sus deberes. Esto supone solapes, desequilibrios en el peso competencial entre los vicerrectores y concepción tecnocrática del programa, en clara contradicción con la exposición de intenciones globales de la auto entrevista del rector que antecede a las medidas. En general el conjunto de propuestas es asumible, aunque algunas son confusas y falta globalidad.

En resumen, se está dando a la oposición más argumentos sobre el presidencialismo del rector, la debilidad de los equipos supeditados a su voluntad, la perpetuación de Nieto en el cargo, siempre auto justificada por los retos que se avecinan y por la innovación del programa, y si bien es cierto que el primer argumento es válido, recuerda a Pedro y el lobo: cada legislatura tiene nuevos retos, pero ese es un argumento más proclive a la renovación y al cambio de estilo de gobernar que al continuismo, o como en el cuento, a que la gente ya no se lo crea.

Por último una breve referencia a Eliseo Gómez Senent. Un candidato al que hay que felicitar por el tesón y entusiasmo con que se ha querido abrir un hueco entre los otros. Su programa es sincero, honesto y destila regeneracionismo moral y democrático; pero el problema -su problema- es que en política (también, o más, en la universitaria) cada cual es prisionero de su trayectoria anterior.

Para acabar: Justo Nieto parte con ventaja, ofrece una gestión coherente y satisfactoria y ha puesto en marcha la CPI y tres nuevos estudios que legitiman su deseo de continuar. No obstante el estrecho margen (2 votos) con que ganó en 2000 le obligan a remontar aquel resultado, venciendo por mayoría absoluta el día 12. De no ser así, y si obtuviera menos del 48%, en la segunda vuelta puede perder algunos apoyos dubitativos y ser derrotado por el trasvase de votos del tercer candidato al segundo, si llegan a algún tipo de acuerdo entre ellos.

Carles E. Birigay es profesor titular de la UPV y secretario de Comunicación de FETE-UGT.

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