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Reportaje:

El petróleo iraquí permanece bajo tierra

Un año después de la guerra, el sector petrolero de Irak no ha recuperado su nivel de producción ni se ha abierto a los inversores

Fernando Gualdoni

Casi un año después del fin de la guerra en Irak el país aún no ha recuperado su capacidad de producción de crudo previa al conflicto y no ha logrado poner orden a su sector energético y captar inversiones. El sueño del crudo iraquí barato no sólo no se ha cumplido aún, sino que en parte ha sido causa de inquietud del mercado y de que el precio del crudo cotizara a una media de 28,48 dólares el año pasado, un nivel tan alto como el registrado en la crisis de los altos precios de 2000.

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Las cosas no han salido como Washington esperaba en Irak y la desilusión en el mercado petrolero se paga cara. Tanto, que el precio del barril de crudo brent en el mercado de Londres cotizó a una media de 28,48 dólares durante el año pasado, un precio tan alto como el que desató la ira de los consumidores hace casi cuatro años. Si 2003 no fue tan crítico para los consumidores, se debió a la fortaleza del euro sobre el dólar. El crudo se paga en dólares y éste se depreció un 20% frente a la moneda europea, por lo que a los países consumidores de la zona euro les costó menos adquirir el oro negro.

La baja producción iraquí, unida a los recortes de producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha contribuido a agudizar el bajo nivel de existencias del mercado estadounidense, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). La cuestión de las reservas, las más bajas en un cuarto de siglo, han sido un factor de permanente inquietud en el mercado. Cada vez que aparecía algo que alteraba o que podía llegar a alterar el suministro de crudo (un atentado grave en Oriente Próximo, una huelga en Nigeria), el precio del barril ascendía 50 centavos en el mercado de Londres y un dólar en Nueva York, más sensible a cualquier variación.

El nerviosismo del mercado ha sido una preocupación también para los gobiernos de los países industrializados, pero no para sus compañías petroleras. La estadounidense ExxonMobil, la mayor del mundo, adelantó la semana pasada que había ganado en torno a 21.500 millones de dólares en 2003, el doble del año anterior, mientras que el beneficio de ChevronTexaco creció un 92%. Como ExxonMobil y ChevronTexaco, todas las empresas del sector tienen previsto anunciar en los próximos días jugosas ganancias como consecuencia de la escalada del crudo. Gran parte de esta ganancia está lista para ser invertida en Irak cuando las condiciones estén dadas. Y si eso fuese mañana, las empresas estarían listas para sacar tajada.

El retraso de la reactivación del sector petrolero iraquí ha perjudicado al propio Irak, que no pudo contar plenamente con su principal fuente de ingresos, pero no tuvo impacto alguno en los resultados de las petroleras. Si bien no ha llegado la oportunidad que esperaban en el nuevo Irak tras la guerra, han ganado con los altos precios del crudo provocados por la inquietud que la situación iraquí ha sembrado en el mercado petrolero. Irak seguirá siendo un factor clave de la evolución de los precios del crudo en los próximos meses, como lo fue durante todo 2003. El país recuperó parte de su capacidad de extracción previa al conflicto, pero aún está lejos de conseguir la meta fijada tras el fin de la guerra: 2,5 millones de barriles diarios para finales de 2003. En enero pasado, Irak extrajo 1,9 millones de barriles.

La falta de seguridad ha sido una causa de mucho peso en la lenta recuperación del sector petrolero iraquí, pero no la razón fundamental. El petróleo rara vez se halla en sitios fáciles, más bien en lugares casi inaccesibles y peligrosos. La cuestión de la seguridad para una gran empresa petrolera nunca ha sido un problema insalvable, e Irak no es la excepción.

El principal escollo ha sido la falta de una autoridad reconocida en Bagdad. ¿Quién firma las adjudicaciones de los contratos de exploración y producción petrolera? el Consejo Provisional de Gobierno iraquí o el administrador estadounidense, Paul Bremer, que a su vez puede vetar las decisiones del consejo. Por otra parte, fuentes del sector petrolero comentaban que las autoridades iraquíes no han sido capaces de momento de explicar cómo distribuirán los 1.800 millones de dólares que tienen previsto gastarse este año en la rehabilitación del sector petrolero. No se sabe qué cantidad se destinará a la compra de equipo o repuestos, a la adquisición de carburantes del exterior debido a su escasez, o si hay otros planes.

¿Quién manda en Irak?

A lo largo de la cadena del negocio tampoco están claras las competencias y responsabilidades de los que intervienen. De las tres grandes empresas que conforman la industria petrolera iraquí, la North Oil Company (NOC), la South Oil Company (SOC) y la State Oil Marketing Organization (SOMO), sólo la última está plenamente activa. En los próximos días vendrán a España representantes de SOMO para reunirse con Repsol YPF y Cepsa y cerrar nuevos contratos de suministro. Cepsa ya ha adquirido a SOMO unos 15 millones de barriles, de los que la mayor parte aún no se han entregado, mientras que Repsol YPF ha comprado unos dos millones de barriles.

Los contratos de suministro han sido hasta ahora los máximos contactos que han tenido las autoridades iraquíes con las petroleras extranjeras. Los ingresos por ventas petroleras, sin embargo, son insuficientes para recuperar un sector que requiere una inversión de 1.150 millones de dólares sólo para recuperar el nivel de producción anterior a la guerra. Además de contratos de suministro, los iraquíes barajan avanzar en acuerdos de prospección y producción compartidos (PSA, según sus siglas en inglés), en los llamados contratos buy-back (el inversor aporta equipos, tecnología, etcétera, y recibe barriles de crudo en pago), y en contratos de servicios. Esta estrategia está muy lejos de la privatización del sector propuesta por los expertos occidentales y se acerca más al modelo de sector petrolero que prima en los países de Oriente Próximo.

La mayoría de los 25 miembros del consejo provisional del Gobierno iraquí se han mostrado en favor de mantener el grueso de la actividad petrolera bajo control estatal. Esto, sin embargo, no significa que no vaya a haber concesiones en los yacimientos más importantes de las zonas de Basora o Kirkuk. Es sólo cuestión de que las cosas se ordenen un poco, desde el punto de vista administrativo, para que las petroleras extranjeras entren de lleno en el país.

En Irak es más barato que en otros sitios de la región poner en marcha un campo de producción de crudo por el carácter del subsuelo del país. Dadas las características geológicas del país, se necesitan menos perforaciones que, digamos, en Irán o Argelia. Esto supone un importante ahorro para las compañías, por lo que ninguna dudará en entrar en Irak en cuanto se abran las puertas a sus 120.000 millones de barriles de reservas probadas. No obstante, vista la situación, no se prevé que la llegada masiva de inversores se produzca hasta dentro de dos o tres años.

Buena relación con la OPEP

Irak, por tanto, no será un problema para la OPEP a corto plazo. Cuando acabó la guerra se pensó que Bagdad, bajo la tutela de Washington, iba a producir todo el crudo que los países importadores necesitaran, minando el poder de la OPEP para impulsar los precios cerrando la espita del crudo al menor signo de exceso de oferta. Sin embargo, si Bagdad adopta el modelo económico predominante en Oriente Próximo, dependerá mucho de los ingresos por ventas petroleras. En este caso, y a menos que EE UU mantenga su ayuda financiera, Irak obtendrá más recursos de su alianza con la OPEP.

El cartel se reunirá el próximo martes en Argel para revisar su nivel de producción, hoy, en 24,5 millones de barriles diarios. La OPEP puede llegar a recortar su extracción para evitar un desplome de los precios de cara al verano. Irak no participa de estas medidas para impulsar los precios, pero, dado que su producción sigue siendo baja, ayuda indirectamente a la escalada de los precios o, dicho de otro modo, a que la OPEP logre su propósito.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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