Vuelve el dinero en prenda
Los montes de piedad, que ya mueven 162 millones de euros, se ofrecen como alternativa al crédito al consumo
Es otra forma de conseguir un crédito, aunque siempre con la garantía de un bien (joya, obra de arte). Los 22 montes de piedad mueven en España préstamos por valor de 162 millones de euros con más de 400.000 concedidos. El cliente se ha vuelto muy variopinto y busca en casos tasación y custodia de sus bienes. También están proliferando los inmigrantes, que ya suponen el 30% de los clientes de los montes de piedad.
Cuentan los castizos madrileños que en las tardes de San Isidro del comienzo del pasado siglo era costumbre ver a algunos taurinos que portaban a cuestas su colchón de lana con el fin de empeñarlo y conseguir el parné suficiente para ver la fiesta nacional.
Alrededor del 3% de las operaciones termina con la subasta de los bienes. El cliente siempre recibe el precio de salida de la subasta aunque no se venda
Los créditos se conceden a plazo de un año con un interés en torno al 5%, y el cliente puede recuperar en cualquier momento el bien pignorado
Una visión antigua sobre los montes de piedad de las cajas de ahorros frente a la renovada imagen de este tipo de actividad, que ofrece ventajas sobre los créditos tradicionales y utiliza canales novedosos como Internet o la instalación de tiendas para hacer lo de siempre: prestar dinero a cambio de bienes muebles (joyas, pinturas, porcelanas o mobiliario de época, entre otros).
Actualmente, en España existen 22 montes de piedad pertenecientes a las cajas de ahorros, con cerca de 400.000 préstamos concedidos por un importe de 162 millones de euros, según datos de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (Ceca). De entre ellos, destaca el Monte de Piedad de Cajamadrid, que a cierre del pasado año contaba con 149.000 préstamos con un volumen de cartera de 68,5 millones de euros y nada menos que 63.141 clientes activos. Ellos llevan a gala ser pioneros en la concesión de microcréditos.
Además de las innovaciones técnicas y la instalación de tiendas que se asemejan mucho a las galerías de arte donde se ofrece asesoramiento, custodia y tasación de los objetos dejados en prenda, también se ha producido un cambio en el perfil del cliente de los montes de piedad.
"Antes con estos préstamos se cubrían las primeras necesidades y ahora hay que entenderlos más como otro tipo de crédito al consumo que, en este caso, tiene la garantía del bien depositado. Nosotros, por ejemplo, desde Bancaja tenemos el monte de piedad dependiendo de la banca personal y el cliente puede vender el bien directamente o solicitar un crédito. Va, por tanto, dirigido a clientes de muchos recursos como a aquellos que no tienen tantos", explica Miguel Ángel Ferrandis, presidente del comité de montes de piedad y presidente de Bancarte (Bancaja).
Los inmigrantes son también uno de los clientes más habituales de los montes de piedad. Según datos de la Ceca, suponen el 30% del total de clientes y el 80% de los nuevos clientes que se incorporan a esta forma de obtener dinero. Ferrandis explica que está muy arraigado entre los latinoamericanos, que ya conocen este tipo de servicios en sus países y que, además, les sirve como un acceso más cercano para irse incorporando a las entidades financieras.
Por su parte, Francisco Aguilera, director de este departamento en la caja sevillana El Monte, comenta que hay mucha afluencia de jóvenes y pequeños empresarios, aunque también ha crecido sustancialmente el número de inmigrantes. "Los inmigrantes tienen un difícil acceso a la financiación por otras vías. Además, existen grupos como los musulmanes que cuentan con una cultura del oro muy grande que se adecúa al tipo de bien que se puede pignorar".
Funcionamiento
El funcionamiento del monte de piedad es sencillo y, a diferencia de otros créditos, no exige la presencia de fedatario público ni ningún otro gasto adicional. Además, el cliente está presente en todo el proceso. En primer lugar, el cliente deposita su bien, que es tasado por un experto.
Según fuentes de las cajas de ahorros consultadas, el cliente recibe el 70% del precio de la tasación si se trata de joyas. El porcentaje baja hasta el 50% de la tasación para obras de arte, preferentemente pinturas. Un menor porcentaje que justifican en las oscilaciones de estos mercados. Estos porcentajes de dinero que se perciben son variables, según la caja de ahorros que se trate.
Al recibir este dinero se establece un crédito que en el argot se denomina prendario, normalmente por el plazo de un año. Los tipos de interés también oscilan entre la entidad y también en el tipo de bien que se deja como prenda. Es habitual usar la referencia del tipo hipotecario de las cajas y sumarle un diferencial de 2 puntos o más. Con fecha de diciembre del pasado año, ese tipo se situaba en el 3,533%, al que añadir los puntos correspondientes. Así, este crédito a un año con garantía del bien oscila entre el 4 y el 6%.
Tal como apunta Francisco Aguilera, el cliente puede rescatar en cualquier momento el bien pignorado e, incluso, puede establecer un plan para ir abonando mensualmente cantidades que le permitan su rescate, incluyendo, lógicamente, los intereses.
Subasta
Si transcurrido el año, el cliente no puede o no quiere recuperar el bien pignorado, la caja de ahorros procederá, tras los oportunos avisos, a subastar el bien. Según datos de cajas, a subasta suelen llegar el 3% de las operaciones realizadas y de éstas la mitad se producen porque el cliente ya no está interesado en el bien y prefiere venderlo por el sistema de subasta que ir a una casa de compraventa.
Así, en el proceso de subasta ése hace una primera revisión de las garantías. "Se separan por lotes dentro de cada préstamo, siguiendo criterios comerciales, con el fin de que tengan una mayor aceptación para su venta en subasta. Se procede a elaborar un catálogo con todos los lotes de las operaciones existentes y se inicia el proceso de subasta pública", explican desde Caja Madrid.
Efectuada la venta de los lotes de cada préstamo se procede a cancelar la operación con los importes recibidos de la venta y se dejan a disposición del cliente los remanentes o sobrantes de la venta que pudieran existir.
Se puede dar un último supuesto por el que no se venda el bien en la subasta. En este caso, el monte de piedad se compromete a pagar al cliente el primer precio de salida de la subasta. Tal y como apunta Francisco Aguilera, "en el caso de que nos equivoquemos en la tasación por darle un valor superior, o el bien no se venda en la subasta y debamos venderlo en tienda, tenemos que afrontarlo nosotros, aunque esta situación es infrecuente", concluye.
Una actividad estratégica en las cajas
Según apuntan los responsables de los montes de piedad de las cajas de ahorro, el cliente ha cambiado. Cuentan que se acercan a estas entidades personas que hilan muy fino y, antes de comprarse un bien de consumo a plazos y pagar la consiguiente financiación, optan por depositar en los montes de piedad alguna joya y obtener el dinero suficiente para atender su consumo. La diferencia entre una y otra financiación se decanta a favor del monte de piedad y posteriormente recuperan el bien pignorado. También explican que muchos empresarios pequeños buscan tesorería en estas operaciones de pignoración de bienes sin, además, afectar a otros apartados de su financiación con entidades.
Pero para las cajas de ahorro, el monte de piedad empieza a ser una actividad estratégica. Bancaja ya lo incorpora a su banca de inversión, buscando dar servicios a las clases medias-altas que no saben muy bien qué hacer con joyas y obras de arte heredadas.
Otra actividad estratégica, la más seguida y la de mayor potencial de crecimiento, se encuentra en los inmigrantes para los que el sector financiero puede, en un primer momento, estar cerrado. Sin embargo, son clientes muy atractivos, sobre todo para el perfil de las cajas de ahorro, que, a través de los montes, les consiguen atraer para posteriormente ir colocando sus productos y servicios a este colectivo.
La Fundación de Cajas de Ahorros publicaba el pasado mes de enero un estudio sobre el importante incremento de la población inmigrante en el próximo lustro.
Sus competidores bancarios se han lanzado también a por este segmento de mercado, que se encuentra en crecimiento con el desarrollo de oficinas específicas para inmigrantes que se encargan de enviar sus giros. La incorporación también de trabajadores nativos es otra muestra del interés que muestra el sector financiero.
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