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Columna
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La teta

José Luis Ferris

No hace mucho, hablando con un grupo de adolescentes sobre comportamientos sociales y otros asuntos éticos, salió a debate el tema del machismo y el de la doble moral. Anoche me acordé de ellos, justo después de ver desde distintos planos y en 29 pulgadas el seno derecho de Janet Jackson. La proeza tuvo lugar en mitad de la Super Bowl, el acontecimiento televisivo del año en EE UU. La aparición en escena de Justin Timberlake trajo consigo el descorche final del pecho de la cantante -cuero fuera- y el lucimiento fugaz de un pezón comprimido, oscuro y estratégicamente decorado. Pero la cuestión no es sólo ese incidente que parece haber conmocionado a los millones de telespectadores que seguían, hamburguesa en mano, la retrasmisión del evento. Lo que sorprende (o ya no) es que una teta desnuda y lánguida haya revolucionado los Estados Unidos de América, provocado sonrojos y disculpas por parte de los responsables de la emisión (MTV y CBS) y la condena rotunda de la FCC, órgano regulador de las telecomunicaciones, que calificó el desnudo parcial de grosero y deplorable.

Miren. De cien años a esta parte, las mujeres vienen reivindicando su legítimo derecho a la equiparación laboral, social y humana. Frente al patrón tradicional, decimonónico, de la mujer frágil, ornamental, dócil y estática, el siglo XX nos dejó una impagable nómina de féminas que defendieron con su vida y con su obra la idea de una mujer activa y enérgica, independiente, emancipada, integral y heterogénea (mezcla de espiritualidad y vitalidad). Pese a todo, el machismo colea hoy por hoy en casi todos los ámbitos y la prueba es que quienes hacen las leyes y diseñan el orden son hombres que se rigen, en su mayoría, por impulsos genética y socialmente sexuales; hombres que, si bien en el fondo se relamen ante el modelo tradicional de mujer-objeto, pasiva pero sugestiva y sensual, condenan cualquier agresión pública al puritanismo imperante.

Tras los atentados del 11-S, una teta (la derecha) ha bastado para alterar de nuevo los cimientos de esa sociedad americana que exporta modelos de violencia para todas las edades. Un verdadero ejemplo moral y una astracanada de libro.

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