La Asamblea francesa debate la ley del velo con la derecha dividida
El primer ministro dice que el proyecto "no rechaza la religión"
El primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, abrió ayer con un discurso en la Asamblea Nacional el debate sobre una ley concebida, en teoría, en "defensa de la laicidad", y en la práctica, en contra de la proliferación del llamado velo islámico en los institutos y colegios. Raffarin insistió en "que la laicidad, nuestra laicidad, no es el rechazo de la religión", sino la voluntad de circunscribirla a la esfera que le es propia.
El proyecto de ley, que ha de ser votado el 10 de febrero tras escuchar las intervenciones de 144 oradores, ha sido modificado respecto a como fue aprobado por el Gobierno. Los cambios introducidos por el Ejecutivo incluyen una enmienda que prevé "el diálogo antes de dictar cualquier sanción" y "una disposición legislativa" ulterior para que la laicidad también quede protegida en los hospitales.
Con la primera decisión, Raffarin espera ganarse los votos disidentes anunciados por los diputados de la UMP (Unión de la Mayoría Presidencial), entre ellos el del ex primer ministro Edouard Balladur, y con la promesa de hacer extensivo el respeto de la laicidad en los hospitales espera acallar las críticas de algunos de los expertos consultados para elaborar el proyecto de ley. Cuatro de ellos, entre los que se encuentra el sociólogo socialista Alain Touraine y el gran historiador de la derecha francesa contemporánea René Rémond, habían hecho público su disgusto o decepción ante una ley que "reduce nuestras 26 proposiciones a prohibir en los institutos los signos religiosos ostensibles".
Raffarin no pareció, en cambio, considerar necesario enviar ninguna señal conciliadora hacia los socialistas -que reclaman que el adjetivo "ostensible" sea cambiado por "visible", pues el primero se les antoja sujeto a interpretación- ni tampoco hacia los 30 diputados de la europeísta y liberal Unión de los Demócratas Franceses (UDF), que creen que la ley creará más problemas de los que puede resolver.
La oposición votará en contra
El voto de la oposición socialista es dudoso por razones estrictamente electorales: la mayoría de sus votantes desea la ley, mientras que el de la UDF parece mantenerse entre la abstención o el voto en contra.
Lo cierto es que para buena parte de la opinión pública, aun contraria al velo islámico o a las kipas o crucifijos exhibidos de manera "ostensible", la operación legislativa tiene un fuerte perfume a oportunismo, pues la ley dice defender la laicidad como vía de integración porque la sociedad francesa ha perdido sus mecanismos reales de integración. En resumen, pretende romper el termómetro -el velo- para ocultar la fiebre -la progresión del islamismo en ciertas barriadas francesas-.
El filósofo Alain Finkielkraut, muy escuchado por los medios de comunicación, va más lejos al afirmar que la querella sobre los símbolos religiosos "no opone religión y laicidad, sino laicidad contra laicidad".
Para Finkielkraut, lo grave es que se esté desmantelando la idea misma de que "la transmisión del saber, el alcanzar la sabiduría a través del conocimiento almacenado en los libros ya no requiere una suerte de templos" en los que rigen normas propias.
Si para el primer ministro Jean-Pierra Raffarin la ley marcará "la frontera entre lo aceptable y lo que no lo es" y pondrá bajo control "el comunitarismo que se cree al margen de las leyes republicanas", para Olivier Roy, prestigioso islamólogo entrevistado por el periódico Le Monde, la "ley es mal comprendida en el mundo islámico" y se teme que "entre su política árabe y las inminentes elecciones regionales, el Ejecutivo siempre preferirá estas últimas".
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