"No hemos asimilado que la plena escolarización es una revolución"
En el siglo XIX, intelectuales como Ángel Ganivet o Joaquín Costa soñaban como una utopía que todos los niños fueran a la escuela. Ahora es ya una realidad. Lo recuerda José Manuel Esteve, catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de Málaga, en su libro La tercera revolución educativa (Paidós). Para Esteve, la primera revolución de la enseñanza se produjo en el antiguo Egipto, donde se crearon las casas de instruccìón. La segunda se gestó en la Prusia de Federico Guillermo II, que proclamó que las escuelas debían estar bajo el paraguas del Estado, y no de la Iglesia. La tercera revolución, aún reciente, es la plena escolarización, alcanzada a finales del siglo XX.
El informe solicita que se incluyan unos baremos para cada criterio de evaluación
"El profesorado ha llevado sobre sus hombros el peso de este gran cambio"
El organismo señala que la agencia debería hacer una valoración razonada
Pregunta. ¿Por qué cree que a veces hay la impresión de que el sistema educativo es un desastre cuando los datos demuestran que no es así?
Respuesta. Yo creo que todavía no hemos asimilado que la plena escolarización es una revolución. Son más noticia los elementos extraños al sistema educativo, como los conflictos o las agresiones, que hechos como que el 85% de los alumnos en edad de secundaria están estudiando, o que el Estado acepta encargarse de la preescolaridad. Nunca en la historia habíamos conseguido estos avances.
P. Quizás la gente tiene una capacidad de adaptación rapidísima y se acostumbra muy pronto a lo bueno.
R. Es cierto. Por ejemplo, la imagen social de nuestro sistema sanitario es también de desastre. Tome usted los periódicos y encontrará que hay camas en los pasillos, que el sistema sanitario está desbordado. Pero ¿alguna vez hemos tenido un sistema sanitario mejor? Nunca hemos tenido mejores hospitales, médicos más preparados, pero la gente se acostumbra a lo bueno. Forma parte de la mentalidad contemporánea: queremos que todos los servicios sean 100% efectivos y sin fallos. Ahora, la gente quiere que no muera nadie en un hospital y que los profesores hagan milagros con niños en muy malas condiciones.
P. Alerta en su libro de que los nuevos aires educativos, es decir, con la Ley de Calidad, se vuelve a la "pedagogía de la exclusión" que dejará por el camino a estos niños problemáticos.
R. La Ley de Calidad de momento no supone volver a la pedagogía de la exclusión, pero sí es verdad que hay un riesgo de volver a ella. Hay niños que están bloqueados para aprender y, mientras no los desbloqueemos, necesitan un trato educativo específico. Hay que distinguir entre sacar a un niño de una clase para darle ese trato específico que le permita volver a la clase de sacarlo del aula para colocarlo en un gueto sin ninguna posibilidad de volver con el grupo. La alternativa tiene que ser educativa, no un sistema de exclusión.
P. También señala que el profesorado ha sido el artífice de esta tercera revolución educativa, a pesar de algunas deficiencias en su formación.
R. Ellos han llevado sobre sus hombros el peso de este gran cambio. Sin embargo, hay alumnos que están fracasando porque hay profesores que no están preparados: entran en clase, dan un discurso y esperan que todos los alumnos les atiendan. Pero los chicos que no tienen capacidad para seguir ese discurso se aburren y deciden inventar algo -normalmente, algo malo- porque se sienten marginados. Hay profesores que tienen que hacer un esfuerzo para modificar su discurso, integrar y no segregar, pero no se puede pedir a un licenciado en Historia o en Química que sea un especialista en pedagogía y psicología.
P. En su libro explica que no se valora la figura del profesor, pero dice que en algunos países se está recuperando su prestigio. ¿Cómo?
R. Uno de los problemas serios es que Europa se ha dado cuenta de que nos podemos quedar sin profesores si la profesión docente no es atractiva. Y algunos países están impulsando medidas para mejorar la imagen del profesor, con campañas publicitarias para pedir a la sociedad que les apoye. En el Reino Unidose han emprendido medidas salariales para mejorar su figura.
P. Sobre la tercera revolución, usted afirma que en 10 años las nuevas tecnologías se utilizarán en las escuelas de forma generalizada. ¿Encuentra reticencias al respecto?
R. Hay gente a la que esto le plantea grandes problemas y muchas reticencias. Yo creo que va a ser muy positivo, que va a ayudar muchísimo a los profesores, les va a quitar muchísimo trabajo aburrido: el alumno ya no va a tener que estar siempre dependiente del profesor. El gran cambio va a ser la sustitución de la enseñanza por el aprendizaje.
P. El perfil del docente tiene entonces que dar un giro copernicano.
R. No tanto. El profesor seguirá haciendo lo de siempre: de intermediario entre el conocimiento y el humanismo acumulado en siglos de cultura y un chico que no entiende cómo funciona el mundo. Debe ser un profesor humanista que aproveche las ventajas de las nuevas tecnologías. Si Leonardo da Vinci viviera, estaría enganchado a ellas.
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