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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terremoto en Francia

A la conmoción suscitada por la condena del ex primer ministro francés Alain Juppé por desviación de fondos en favor de su partido, se unieron ayer las denuncias de la presidenta del Tribunal que ha dictado sentencia de que personas desconocidas registraron los juzgados, trataron de sacar información sobre el caso de los ordenadores y realizaron escuchas de los teléfonos de la oficina judicial. Juppé, que sigue siendo presidente del partido gubernamental, diputado y alcalde de Burdeos, puede quedar apartado para siempre de la vida política. El hecho es importante en sí mismo, y también por su proyección sobre el futuro político de la derecha francesa, dado que Juppé era el candidato favorito de Chirac para su propia sucesión, y para frenar las ambiciones en el mismo sentido del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, la personalidad más sobresaliente del Gobierno actual.

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Juppé ha sido considerado culpable de desviar fondos de la alcaldía de París para pagar a siete funcionarios de su partido -entonces llamado RPR- entre 1988 y 1995. El alcalde era el actual presidente, Jacques Chirac, del que el ahora condenado era adjunto de finanzas. Además de una pena de cárcel de 18 meses -que no tendrá que cumplir-, la sentencia condena a Juppé a 10 años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público.

Aunque los abogados de Juppé van a apelar, lo que suspende de momento la pena de inhabilitación, es todo un corrimiento de tierras lo que apunta la decisión del tribunal de Nanterre, que incluye la condena de otros cinco miembros del antiguo RPR por los mismos hechos y de 14 líderes empresariales acusados también de abonar salarios a empleados del partido. Todos ellos apechan, sin embargo, sólo con unos meses de cárcel, que tampoco van a cumplir.

Juppé había dicho que se retiraría de la vida política si era declarado inelegible, y ahora su apelación puede tardar de seis meses a un año en verse en el tribunal de Versalles, lo que, aunque el juicio concluyera con un fallo favorable, no parece que le vaya a permitir optar a la sucesión presidencial en 2007. El otro gran colocado para suceder a Chirac es el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, más popular, pero sin los apoyos dentro del partido que tiene Juppé.

El terremoto tiene otra dimensión inmediata: la convicción de que Juppé ha actuado como fusible del presidente de la República, a cuyas órdenes actuaba, no puede dejar de afectar a la autoridad de Chirac. Las denuncias realizadas ayer por la juez sobre los intentos de espionaje agrava la posición de la mayoría gubernamental. Sin embargo, el hecho de que también el socialista Henri Emmanueli fuera condenado por prácticas similares a 18 meses de cárcel y dos años de inhabilitación en 1996 -lo que no le impidió volver a ser candidato pasado ese plazo- indica que el problema de la financiación irregular de los partidos tiene raíces profundas, que tal vez expliquen el crecimiento de las opciones antisistema constatable en las últimas elecciones.

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