Unos oleoductos a pleno rendimiento
Rusia prevé batir su récord de exportaciones de petróleo gracias a la mejor coyuntura mundial
Rusia, cuyos oleoductos funcionan a pleno rendimiento, aumentará este año su capacidad de transporte de crudo con la esperanza de batir el récord de exportaciones gracias a la buena coyuntura internacional. Así lo manifesta Serguéi Grigóriev, vicepresidente de Transneft, el monopolio estatal de oleoductos, del que dependen 50.000 kilómetros de tubos, la mayor red mundial.
"¿Qué interés puede haber ahora respecto a Irak, un país que se ha convertido en campo de entrenamiento del terrorismo internacional?"
En 2003, Rusia produjo 421 millones de toneladas de crudo, de las que exportó 208 millones: un récord, según el vicepresidente de Transneft
En 2003, Rusia produjo 421,3 millones de toneladas de crudo, de las que exportó 208 millones. Todo un récord, porque "en los años ochenta, cuando la Unión Soviética producía más de 600 millones al año y estaba al máximo de su capacidad, la exportación era del orden de 125 millones de toneladas", dice Grigóriev. La inestabilidad en Irak "mantendrá la demanda de crudo" y "no es previsible el descenso del precio", afirma.
Este año, Transneft planea exportar un mínimo 26 millones de toneladas más que en 2003, que se repartirán en tres direcciones: 12 millones o más circularán por el Sistema de Transporte del Báltico (STB), que ampliará su capacidad hasta 42 millones por lo menos. Otros cinco millones, por el oleoducto Druzhba-Adria, que dará salida al Adriático a la red centroeuropea, si Ucrania ratifica por fin un acuerdo pendiente. Por último, otros nueve millones circularán por el oleoducto Brodi-Odessa, después de que Polonia y Ucrania hayan dado luz verde a Moscú para emplearlo de forma temporal en sentido contrario al previsto, mientras Kiev y Varsovia, con el apoyo de la UE, prolongan la conducción al puerto de Gdansk.
Al desintegrarse la URSS, la exportación desde los puertos de Rusia se concentraba sobre todo en Novorossiisk, en el mar Negro, y dependía del paso por el Bósforo. Gracias al puerto báltico de Primorsk, cerca de San Petersburgo, modernizado en 2001, Rusia ya no depende de Turquía ni de los puertos de los vecinos bálticos.
"Hace cuatro años, todas nuestras exportaciones marítimas dependían del Bósforo y si lo hubieran cerrado, no hubiéramos podido exportar", dice Grigóriev, según el cual "los petroleros rusos son discriminados respecto a los buques que tienen relación con EE UU y que reciben prioridad de paso". "No vamos a ampliar Novorossiisk", dice Grigóriev. El Báltico es hoy la alternativa, pero países como Dinamarca han transmitido a Transneft su preocupación por el paso de petroleros rusos.
Euforia
En plena euforia por situarse en el mercado de EE UU, los magnates rusos, entre ellos el jefe de Yukos, Mijaíl Jodorkovski (hoy en prisión), lanzaron la idea de construir un oleoducto desde Siberia occidental a Murmansk, en el mar de Bárens. Transneft es responsable del estudio técnico del proyecto y, a juzgar por las declaraciones de Grigóriev, no comparte la euforia de sus principales clientes rusos. Sólo un puerto norteamericano, situado en Luisiana, tiene capacidad para petroleros de 300.000 toneladas y está sobrecargado con buques procedentes de África. Además, hay problemas de compatibilidad entre las características del crudo ruso y las refinerías norteamericanas, que se orientan hacia el Ural. "El futuro de Murmansk no pasa sólo por EE UU, sino también por Europa y Roterdam", dice Grigóriev.
Con Murmansk compiten otros puertos del noroeste de Rusia, porque en el plan de un nuevo oleoducto desde Siberia occidental, tanto el punto de origen como el de destino, son hoy aún inciertos. "No podemos decir nada hasta que no tengamos el estudio técnico", afirma Grigóriev.
Por decidir está también la ruta pionera hacia Siberia oriental, China y el Pacífico. Transneft elaboró el proyecto de oleoducto entre los yacimientos de Angarsk y el puerto de Najodka, mientras Yukos apostaba por una ruta directa desde Angarsk a Dazin (China). "Ambos proyectos tenían ventajas y desventajas", dice Grigóriev. Yukos daba garantías de suministro. Angarsk-Najodka, en cambio, sólo tenía asegurada una quinta parte de los 50 millones de toneladas año necesarios para ser rentable, pero permitía desarrollar las regiones rusas.
El encarcelamiento de Jodorkovski ha debilitado la posición de Yukos. Grigóriev espera que el Gobierno tome una decisión "sopesada" basándose en el estudio técnico y económico que Transneft acabará "tal vez en primavera". En él se prevé una ruta hasta Najodka "que da salida a varios países" y una desviación hacia China.
El ejecutivo se muestra escéptico sobre los planes de los Estados vecinos para exportar al margen de Rusia, como el oleoducto Bakú-Ceiján, que debe transportar petróleo al Mediterráneo evitando el Bósforo a partir de 2005. En su opinión, este oleoducto necesita de Kazajistán para ser viable, ya que Azerbaiyán no tiene suficiente crudo.
Transneft consideró la construcción de oleoductos en Irak en 2002, pero hoy no tiene planes para ese país. "¿Qué interés puede haber en un país que se ha convertido en un campo de entrenamiento del terrorismo internacional?", exclama Grigóriev. Por otra parte, los planes para transportar crudo a Irán conjuntamente con Kazajstán están hoy congelados, según dice, debido a "las presiones de EE UU sobre el presidente Nazarbáyev".
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