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Columna
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Febrerillo

Febrero está como una cabra. El refranero lo llama con razón "febrerillo loco". Pero en 2004, aunque bisiesto, este mes nos obsequia con cinco domingos como soles, cosa que no consiguen algunos meses de 31 días. Este año, febrero empieza y termina en domingo. Esto es jauja. Pero también un febrero es un señor con fiebre y hospital. No conviene echar las campanas al vuelo, ciudadanos, porque en estos 29 días vamos a ser testigos de grandes melopeas o melopeyas ("dícese del arte de componer melodías", según los diccionarios). La situación preelectoral nos va a deparar cantos de sirena por doquier. Salmodiarán mentiras como puños y verdades como puñales. Se interpretarán cánticos bien dispares sobre la esencia de España y el perfume de la patria. Y así, hasta el 14 de marzo. Tiempo de melómanos.

Todas esas coplas correrán como gacelas por la piel de toro e irán a parar a Madrid, capital castigada por bochornosas melopeas, sobre todo a raíz de las últimas elecciones autonómicas y municipales. Esperanza Aguirre le da al cha-cha-chá. Simancas no cesa de cantar las cuarenta. Trinidad Jiménez tararea ¿Dónde están las llaves? Alberto Ruiz-Gallardón, en vez marcarse un Te Deum, se decanta por el rap o algo similar. Si no fuera don Alberto un señor tan atildado podría ser considerado un rapero ejemplar, el rapero solitario que da su sermón navideño por la radio-taxi y que ahora pretende que los taxistas no recojan viajeros más que en las paradas reglamentarias o por teléfono, lo cual parece un desatino. ¿Se pretende acabar con una de las tradiciones madrileñas más reconfortantes? Este llanero solitario tiene muchas ideas, algunas de las cuales, brillantes; otras, no tanto. Pero debe cuidar sus decisiones y acordarse de Esquilache. Lo del taxi va contra el ciudadano, de igual modo que ocurre con el acoso a señores que se van de rameras. A este paso van a prohibir hasta las melopeas.

Menos mal que nos queda el glorioso san Expedito, cuyos huesos se venden estos días en las confiterías madrileñas. Están para comérselos, como tú.

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