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Garzón desiste de visitar en México a seis presos de ETA al permitirse la entrada de la prensa en la cárcel

Juan Jesús Aznárez

El juez Baltasar Garzón se negó el jueves pasado a practicar las diligencias previstas con seis presuntos miembros de ETA encarcelados en el Reclusorio Norte de México, al observar que las autoridades del Distrito Federal habían permitido la presencia de la prensa en el mismo lugar donde iban a tener lugar las diligencias, de carácter secreto. El magistrado viajó a México, en comisión rogatoria, junto al fiscal Enrique Molina y policías españoles que investigan la fabricación en este país de temporizadores utilizados en los últimos atentados de la banda.

El diario La Jornada, que mantiene un acuerdo de colaboración con Gara, invocó la soberanía nacional en su editorial de ayer y cargó contra la visita del magistrado. Además, informó en portada de que las autoridades del Distrito Federal, gobernado por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, y la dirección del penal habían negado el acceso de Garzón y Molina. Las fuentes consultadas precisan que los hechos fueron otros.

La Procuraduría General de la República (PGR, Fiscalía General), que depende de la presidencia de Vicente Fox, y que en todo momento apoyó al magistrado, emitió una declaración subrayando que las diligencias fueron suspendidas al no existir "las condiciones de privacidad necesarias".

Al llegar Garzón a la cárcel, en el control se le pidió que extendiera la mano y enseñara la muñeca para estamparle un número de identificación, medida de seguridad habitual en las visitas de familiares de presos. El magistrado alegó que acudía en comisión rogatoria. Después de una hora fue autorizado a entrar sin necesidad de cumplir el trámite, según fuentes de la fiscalía mexicana.

Cuando se gestionaba la entrada de Molina, el fiscal federal de la Unidad Especializada contra Secuestros de la PGR, Mario Arzabe, que acompañaba a Garzón, informó que los periodistas estaban dentro de la prisión. El juez se negó entonces a practicar las diligencias en esa situación y suponiendo además, según fuentes de la lucha antiterrorista, que después de haberlas practicado se iba a permitir a la prensa entrevistar a los seis etarras en una supuesta operación para manipular los hechos.

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