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Columna
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Coherencia

La declaración de Zapatero comprometiéndose a no gobernar si su partido no queda primero en votos ha pasado bastante desapercibida excepto para el líder de IU, que ha reaccionado con celeridad ante lo que considera una descarada apelación al voto útil de la izquierda. Quizás ese silencio se deba al arrollador impacto de la entrevista del ya ex conseller en cap de la Generalitat de Catalunya con ETA y al estruendo de descalificaciones que se han sucedido en dirección a Carod (por cierto, amigo Josep Lluís, ¿preservar a Catalunya de la acción criminal de ETA incluía a los valencianos, o como en la pinza anti-PHN, estábamos excluidos del negocio? ¡Hay la megalomanía, la megalomanía!

El compromiso de Zapatero se me antoja oportunista, cínico, engañoso y poco edificante para lo que aparentemente quiere significar. Oportunista porque pretende el voto de los que en recientes consultas han vuelto (o ido a parar) a IU, diciéndoles que si votan a IU no harán sino contribuir a que la derecha explote a placer en su propio beneficio el peligro del frente popular, que ahora llaman coalición social-comunista. Cínico porque sin tener mayoría de votos el PSOE está gobernando o ha gobernado en algunas CC AA (Cantabria e Illes Balears, respectivamente) en multitud de Ayuntamientos, en Diputaciones y Mancomunidades con otras fuerzas (incluida IU), sin haber quedado en primer lugar en votos, e incluso, como es en el caso de Cataluña, sin ser el partido con mayor número de escaños. Engañoso porque en los últimos años en todas las ocasiones y lugares donde el PSOE ha podido formar gobiernos alternativos a los del PP ha cedido hasta el límite (el pacto anti-transfuguismo) para conseguirlos, de ahí que en clave interna deba entenderse que el compromiso es una lavada de cara circunstancial de los nostálgicos de las mayorías absolutas y de su propio y rebelde sector azul (Bono, Rodríguez,...), cada vez más escandalizados por la política de coaliciones del partido (con IU, con los nacionalistas de ERC, del BNG, del PA, del PSM...) y equivocadamente seguros de que el modelo Extremadura o Castilla-La Mancha es exportable fuera de la Meseta Sur.

Y, finalmente, poco edificante, porque somete al electorado que quiere el cambio hacia la izquierda a un dilema capcioso: o votar PSOE para darle una contundente primacía frente al resto de las izquierdas, o verse ante la paradoja de que si su voto va a minorías radicales, el PSOE puede quedar por detrás del PP, y Zapatero tendrá que cumplir su palabra y no presentar su candidatura a Presidente de Gobierno. Si finalmente ello resultase así (el PP supera en votos al PSOE, pero la suma de diputados de PSOE-IU-ERC-BNG-¿PNV-EA? es mayor que una hipotética de PP-CiU-CC, o de PP-CC, o de PP), la culpa de que el PSOE no formase gobierno la tendrían los votantes que pudiendo sumar su voto al PSOE lo han enviado a esos otros (o a perderse), es decir, que unas cuantas decenas de miles de votos serían culpables de que continúe gobernando el PP, sin haberle votado. ¡Magnífico! ¡Bravo! Ya estamos en la política miseria, que es donde casi ninguna virtud republicana vale para nada.

Lamentablemente para Zapatero, para quienes le hacen las cuentas electorales y para el resto de la oposición, la ventaja que hoy dan las encuestas al PP -que podría incrementarse-, augura que no va a haber gobierno de izquierdas en España porque Zapatero así lo ha decidido de antemano.

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