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Reportaje:

En Navarra sí, en Euskadi no

La falta de expectativa de beneficios tangibles hace fracasar las posibles coaliciones entre partidos nacionalistas para el 14-M

Las distintas fórmulas de coalición electoral para el 14 de marzo que estudian las formaciones nacionalistas no encuentran acomodo en el País Vasco, a pesar de que en Navarra han conseguido un acuerdo unánime en el programa y en la no menos difícil elección de los candidatos. Los intereses contradictorios, las actitudes intransigentes, el recelo y la desconfianza sobre las intenciones del contrario que albergan los propios partidos en sus contactos negociadores ha cegado casi definitivamente pactar alguna coalición de las posibles -a dos o a tres partidos, en el conjunto de la comunidad o en algún territorio-. La razón de fondo es que, a diferencia de lo que sucede en Navarra, las fuerzas nacionalistas no tienen expectativas de mejorar, yendo juntos, los resultados que esperan conseguir por separado. La necesidad de optimizar los resultados no es en las generales tan acuciante como en las autonómicas y municipales y permite contar las fuerzas de cada uno y la capacidad individual de absorción de los votos de la ilegalizada Batasuna.

La oferta de establecer un "eje estratégico" lanzada por Imaz ha avivado viejos resquemores en EA
La razón de fondo es que los partidos no confían mejorar, yendo juntos, los resultados que esperan por separado

La coalición PNV-EA, una fórmula que ha cuajado en las autonómicas y municipales con resultados, más que positivos, óptimos, para ambos partidos, se ha convertido, debido al éxito proporcionado, en una peligrosa fórmula de la que EA trata de huir, mientras el PNV la pretende hacer permanente, considerándola un "eje estratégico". Esta colisión de intereses sobre la conveniencia de la coalición cobra su verdadero sentido en estas elecciones, ya que la extensión de la fórmula PNV-EA para el Congreso y Senado de Madrid demostraría en la práctica que no existe una modalidad electoral en la que resulta mejor que ambas siglas concurran de forma independiente ya que están obligadas a sumar sus fuerzas para optimizar resultados.

En esta ocasión, sin embargo, Eusko Alkartasuna tenía una buena coartada para resistirse a la indeseada perspectiva de hacer casi permanente su coalición con el PNV, como era la oportunidad de alcanzar un pacto electoral con Aralar. Aunque la asamblea nacional de EA expresó como preferencia prioritaria la "coalición a tres" -PNV, EA y Aralar-, esta fórmula sellada por los nacionalistas de Navarra para hacer frente a su condición de minoritarios, no ha cuajado en Euskadi, donde la unidad de las tres fuerzas no asegura un incremento de la representación que ya tienen garantizada tanto el PNV como EA en el Congreso y el Senado.

Por eso la invitación a establecer un "eje estratégico" con EA lanzada esta semana por el nuevo presidente del PNV, Josu Jon Imaz, levantó resquemores entre los dirigentes de EA, que la consideraron agresiva en un momento negociador como el actual. Y es que ambos partidos confían en mantener sus escaños -EA cuenta con un único diputado en Guipúzcoa- y la presumible unidad electoral no les aportaría un plus representativo sobre el que ya cuentan. De ahí que una coalición PNV-EA tenga esta vez pocas probabilidades de prosperar. Medios peneuvistas partidarios del pacto electoral así lo consideran también, y aseguran que tendría el lado positivo de poder medir las fuerzas de cada formación. Los resultados servirían de referencia para negociar las listas de la coalición en las próximas autonómicas.

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Además, el interés de EA estaba puesto esta vez en Aralar y en no dejar a este incipiente partido que se consolide como la única formación a la izquierda del PNV. Descartada la alianza tripartita PNV-EA-Aralar, el mandato dado por la asamblea nacional de EA a sus dirigentes fue que lograran una coalición a dos. En el partido de Errazti coexisten los partidarios de establecer como preferente el eje PNV-EA, mayoritarios entre los críticos de Guipúzcoa, y la actual dirección, que opta por la constitución de un eje alternativo con Aralar para equilibrar la hegemonía del PNV en el nacionalismo, una vez desaparecida Batasuna. Esta división no ha impedido mantener como prioritaria la frustrada negociación con la formación de Patxi Zabaleta.

Aralar, por su parte, no ha podido decantarse por una coalición exclusiva con EA, pese a que sus dirigentes la hubieran preferido tácticamente. Han sido las asambleas de la nueva formación desgajada de Batasuna las que han rechazado esta alianza a dos con un partido que no consideran de izquierda, pese a la sintonía de planteamientos que mantienen en la cuestión nacional. Lo cierto es EA tampoco había concedido a Aralar su demanda de encabezar las listas de Vizcaya o Álava, pese a las casi nulas posibilidades de obtener un escaño en esas provincias. Por tanto, la formación nacionalista mayoritaria ahora en Navarra ha preferido presentarse en solitario en Euskadi, con el modesto refuerzo de Zutik.

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