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Reportaje:

Amina, entre la razón y las leyes

Un hombre marroquí acusado por su ex compañera de secuestrar a su hija dice que la niña no quiere volver a España

El profesor e investigador matemático de la Universidad de Tánger, Aziz Arbai, de 37 años, acude a la cita con aire cansado. Tiene aspecto de hombre pacífico. Al fin se ha decidido hablar. Las noticias que le llegan de España sobre su hija Amina, de 8 años, no le gustan. "Yo no soy un secuestrador", dice enseguida. Pero en la prensa española se habla abiertamente de que la tiene "retenida"... "Sí, eso se ha dicho; pero no es cierto. Si fuera verdad también me hubiera quedado con mi hijo Taufit, de 7 años, ¿no?"

El tema para el profesor Arbai está claro: Amina no quiere volver con su madre porque la trata mal. "Yo quiero entenderla. ¿Por qué no quiere ir con ella?", se pregunta. Y el mismo se responde: "Porque la trata mal", repite. "Porque la deja sola en casa y la obliga a cuidar de su hermano..."

"¡Yo quiero que mi hija estudie! ¡Que estudie en Granada!", exclama la madre de Amina

La madre, sin embargo, lo desmiente todo. Khadija Chentouf, de 33 años, en conversación telefónica, desmonta uno a uno los argumentos de Azziz, al que acusa de no haberse ocupado jamás de sus hijos.

¿A quién creer? Los dos parecen decir la verdad; los dos aseguran adorar a Amina; los dos quieren lo mejor para ella... Para la madre sólo existe un problema: "A la niña, que es muy buena, le han comido el coco entre todos. Los abuelos y el padre le dan todo lo que pide... Lo que mi hija no sabe es que muy pronto le pondrán el velo y le impedirán estudiar. ¡Y yo quiero que mi hija estudie! ¡Que estudie en Granada!"

Amina, entre tanto, parece contenta en casa de los abuelos. En ningún caso se ve asustada o que esté contrariada. Sonríe. Ella misma cuenta que va a un colegio marroquí-francés y que saca muy buenas notas. Las muestra. Y es cierto; son buenas. "También va a un gimnasio y estudia música", añade su padre mientras la niña juega con el cinturón del uniforme de karateca que lleva puesto. Amina no para de sonreír. Dice que está a gusto. ¿Por qué? "Porque mi padre me da todo lo que le pido", responde ingenuamente.

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Pero la madre asegura que la niña quiere volver a Granda. Y cuenta que, cada vez que habla con su hermano Taufik por teléfono -"conmigo no la dejan hablar", puntualiza-, se echa a llorar y le dice que quiere volver con ellos.

La historia empezó en 1990, cuando Aziz llegó a Granada para hacer el doctorado en Matemáticas. Conoció a Khadija, empleada por entonces en el restaurante familiar. Viven juntos durante algún tiempo y, en 1994, se casan por el rito musulmán; en 1995 lo hacen por lo civil. Khadija llevaba viviendo en España desde los 9 años y tenía la nacionalidad española, al igual que la obtuvieron sus hijos al nacer, en 1995 y 1996 respectivamente.

Los desencuentros matrimoniales debieron empezar enseguida. Khadija denuncia ahora que Aziz se dedicó sólo a estudiar "y a hacer su vida" mientras ella trabajaba y "pagaba todos los gastos" de la casa. Al acabar los estudios Aziz no quiso quedarse en España, según Khadija, "a pesar de que tenía trabajo".

"Tampoco quiso llevarme a Tánger con él, poniéndome excusas de todo tipo, como que no tenía piso", añade. Sobre éste u otros aspectos de índole privado, Aziz no dice nada; se limita a criticar la actitud de su esposa, a la que acusa de haber aireado un tema que es exclusivamente familiar y que "puede perjudicar mucho a los hijos", dice, porque él, lo que quiere "es el bien de los niños y que éstos estén juntos", repite varias veces. "Pero si Amina no desea ir con su madre, yo no puedo obligarla", se lamenta.

Durante varios años, en vacaciones, los niños han ido y venido a Marruecos sin problemas. La madre los traía y llevaba "haciendo enormes sacrificios de tiempo y dinero", asegura, pues en la hostelería apenas se tienen días libres.

"En ningún momento he dejado de trabajar", puntualiza. El padre insiste también en que se ha ocupado de los niños y que "varias veces" los ha traído a Tánger desde Granada o los ha ido a llevar. Este extremo lo desmiente rotundamente la madre.

Divorciados en Granada y casados en Tánger

La tormenta se desencadenó el pasado 14 de septiembre. Ese día, el padre se niega, según Khadija, a entregarle a Amina, alegando que la niña no para de llorar porque desea quedarse en Tánger. Khadija va más lejos y afirma que Aziz le dijo que "Amina se estaba haciendo una mujer y debía seguir la tradición familiar".

La madre denuncia el hecho ante el juez y éste ordena detener al padre, que pasa un día en prisión preventiva. El compromiso de entregarle la hija a la madre le permite salir en libertad. Esto ocurría un viernes, pero cuando el lunes acude la madre a recoger a la niña, con fiscal y procuradores por medio, Amina "monta un escándalo" en palabras del padre, para que la dejen quedarse en Tánger.

La madre firma entonces la renuncia provisional a llevarse la niña hasta que se aclaren las cosas; mientras, trata de encontrarle una explicación a la reacción de la hija. Y la encuentra, asegura, en que "el padre y los abuelos se pasaron el fin de semana prometiéndole de todo a la niña. Incluso llegaron a decirle que yo quería meter a su padre en la cárcel. Por eso se volvió contra mí".

Khadija regresa a España con su hijo Taufik e inicia los trámites para recuperar a Amina. Tras el periodo de instrucción, se fija la vista del caso para el pasado 25 de diciembre, pero ésta se ha ido aplazando semana tras semana. La última fecha fijada para el juicio por el Tribunal de Primera Instancia de lo Civil marroquí es la del próximo 29 de enero. Pero tampoco es seguro que vaya a celebrarse ese día; y menos se sabe aún cuándo el juez dictará la sentencia definitiva.

En lo que a la legislación española concierne, Aziz y Khadija están divorciados desde 1991. Y, en cuanto a los hijos, la custodia se la ha otorgado el juez a la madre. Pero es en Marruecos donde tiene lugar este pleito y, aquí, Aziz y Khadija son todavía marido y mujer.

"Aziz, años después de casarnos en Granada por el rito musulmán, presentó los papeles en Tánger, sin decirme nada, y se los aceptaron. Sí, en Marruecos aún seguimos casados", comenta esta vez compungida la madre.

La ley marroquí sin embargo, como la española, otorga también a la madre, en la mayoría de los casos, la custodia de los hijos... Salvo que ésta no tenga recursos, manifieste mal comportamiento, abandone el hogar, etcétera... Aziz, previsor, "por si acaso", comenta un amigo abogado, ha denunciado el hecho de que su mujer viva en España y "no quiera volver a casa". Una denuncia que para Khadija es la prueba evidente de "su mala fe".

Aún así cree que va a ganar este juicio. El tribunal marroquí tiene pruebas de sobra de que su situación personal es estable: tiene un piso propio y un trabajo fijo. Su jornada laboral, en un hotel granadino, es de 9 a 14 horas. Esto le permite disponer de todas las tardes para dedicárselas a sus hijos.

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