El 54% de los españoles sostiene que hay demasiados inmigrantes

El fuerte crecimiento de la población inmigrante en España, que se ha duplicado en los últimos cinco años y triplicado en una década, genera problemas y ventajas, según un estudio de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). De 1996 a 2002, los españoles que piensan que hay "demasiados" extranjeros han pasado del 18% al 54%. Sin embargo, las consecuencias económicas son muy positivas: su tasa de actividad está 16,5 puntos por encima de la media española, y representan ya el 5,14% de los afiliados a la Seguridad Social.

En el 76% de los 7.467 núcleos rurales españoles residen ya inmigrantes

El estudio, publicado en la revista Papeles de Economía, hace un repaso a los principales datos sobre inmigración y las consecuencias tanto económicas como sociales de este fenómeno. Detalla el cambio radical en los últimos años, ya que, según los datos disponibles, la tasa de inmigrantes - esto es, extranjeros de fuera de la Unión Europea que viven en España- ha pasado del 1,5% en 1999 al 3,7% al final de 2002. Ese último año España fue el país de los cinco grandes de la UE que recibió más extranjeros.

En la actualidad, según los datos cruzados por el profesor Joaquín Arango, el volumen de inmigrantes supera holgadamente los dos millones, esto es el 5% de la población total. Especialmente significativo es el fenómeno en Madrid y Barcelona, donde ese porcentaje gira ya en torno al 12,5%. Sólo en la primera mitad de 2003 el número de residentes legales en España aumentó en 125.000 (un 10% más de los que había un año antes), mientras que los extranjeros inscritos en el padrón municipal en Madrid se incrementaron en un 20% en los últimos 12 meses.

Los datos llevan a otros dos investigadores, José Félix Tezanos y Sergio Tezanos, a hacer una proyección estadística para concluir que de seguir así este crecimiento exponencial en 2010 la población extranjera en España superaría los seis millones de personas, más del 14% del total de los ciudadanos, un porcentaje superior al que tienen ahora países con gran peso de la inmigración como EE UU, Alemania, Francia o el Reino Unido. En 2015, siempre según esta fórmula matemática que no deja de ser una proyección ficticia que depende de múltiples factores, los inmigrantes serían más de 11 millones, el 27,4% de la población.

Los datos sobre las consecuencias sociales de la inmigración son elocuentes. El 85% de los encuestados en otro apartado del estudio cree que se debería permitir la entrada sólo a quienes tengan un contrato de trabajo en España. A pesar de algunas reticencias, un 74% se muestra dispuesto a que sus hijos compartan el colegio con inmigrantes. Eso, a pesar de que en el periodo 2000-2003 el aumento de los alumnos extranjeros en España ha sido del 182%. La percepción, como siempre, cambia cuando se habla de cómo tratan las demás personas a los extranjeros. Un 46% percibe desconfianza en el trato y el 12% incluso desprecio o agresión. De hecho, el 43% de los españoles encuestados cree que la inmigración es un factor que influye en el aumento de la inseguridad ciudadana.

El 52% de los encuestados prevé un fuerte aumento de los extranjeros en los próximos años. Lo cierto es que, según otro apartado del informe, los países de la zona norte del Mediterráneo, entre los cuales está España, tienen una renta media de 22.047 dólares, frente a los 4.017 de la zona sur, especialmente los países del Magreb. La evolución demográfica augura lo que puede pasar en los próximos años. En los dos últimos decenios la población de la zona norte del Mediterráneo, la más rica, ha crecido en 7,7 millones de personas. La del sur ha aumentado en 56 millones, lo que supone una extraordinaria presión.

Los inmigrantes que llegan, jóvenes en su inmensa mayoría, modifican por completo la pirámide de población española. Además, en los últimos años se ha producido un notable cambio en la composición de esta población extranjera. La proporción de los que provienen de fuera de la Unión Europea ha pasado del 41% en 1996 al 60% en 2000.

La profesora Raquel Carrasco analiza si los inmigrantes reciben más beneficios del sistema español de bienestar social de lo que aportan. Y concluye que, por ejemplo, su tasa de actividad (porcentaje de los que trabajan sobre el total de los activos) es 16,5 puntos superior a la de los españoles, y eso se debe sobre todo a los no comunitarios.

El peso de las mujeres en el total de los empleados extranjeros es también significativamente mayor entre los no comunitarios (44,6%) que entre las españolas (37,4%). Por sectores, la agricultura y la construcción tienen un peso más elevado entre los extranjeros de lo que suponen en la media española, y la industria bastante menor. Los inmigrantes han pasado de representar el 2,3% del total de los afiliados a la Seguridad Social en 1999 al 5,14, en los datos del 31 de diciembre de 2002.

Las percepciones dependen mucho de los medios de comunicación. Por ejemplo, un 77% de los encuestados piensa en marroquíes cuando se les habla de inmigrantes, cuando su peso real en el total de extranjeros es sólo del 20%. Respecto a su dimensión, el estudio destaca que la población marroquí es similar a la de Teruel, Ávila o Segovia.

Los inmigrantes no se reparten de forma homogénea por España. Así, la presencia de extranjeros en 2003 es muy importante en Baleares (7,22%, sobre todo europeos), en Canarias (5,48%), Cataluña (5,20%) y Murcia (4,42%). En otras comunidades el índice es muy bajo: Cantabria (1,6%), Asturias (1,15%) o el País Vasco (1,01%).

Aunque la cifra de inmigrantes en el mundo rural se ha multiplicado por 17 en los últimos 10 años, el porcentaje del total ha ido bajando, ya que la mayoría de los nuevos buscan trabajo en las ciudades. Se ha pasado del 26,5% del total al 15,7%. Ya hay casi 62.000 inmigrantes en el campo español.

De los 7.467 núcleos de población considerados rurales que hay en España, sólo 1.777 desconocen aún el fenómeno de la inmigración. En el 76% restante ya hay extranjeros.