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Reportaje:

El encanto de un "corredor de fondo"

El discurso descentralizador y regeneracionista de Zapatero le acerca al empresariado catalán

La sombra de Felipe González sigue persiguiendo a José Luis Rodríguez Zapatero cuando abandona los espacios que representan el ring en el que -a su pesar, según sus colaboradores- se desarrolla la política española.

"No es Felipe, pero ha aprendido mucho". "No queremos que sea Felipe. Parece ser firme en sus convicciones, que sorprenden tras una apariencia frágil". "Me ha gustado su frescura y el tono nada crispado, aunque Felipe era mucho Felipe". Son algunos de los comentarios que, mientras el público se ponía el abrigo, flotaban en el salón del hotel en el que, el pasado martes por la noche, 300 personas escucharon las propuestas del candidato socialista a la presidencia del Gobierno.

Por segunda vez, Zapatero se ha sometido al examen del Círculo de Economía. Le ha servido para ahondar en el atisbo de apuesta por la descentralización, también económica, que ya asomó en su estreno de hace poco más de un año ante un foro acostumbrado, en el clima electoral reinante desde finales de 2002, a auscultar los discursos de distintos líderes políticos. "Desde entonces, ha ganado seguridad y coherencia, aunque no sea tu opción política", señaló un directivo del sector tecnológico. Entre los oídos de la economía tradicional, destacaron los comentarios sobre su énfasis en la productividad, aunque, pese a la novedad, admiten que "es más fácil moverse en los grandes planteamientos que pasar a la acción política concreta", en palabras de un académico asistente. Su alineamiento con los pesos pesados europeos, Francia y Alemania, frente al acercamiento aznarista a la Administración de Bush; su "valentía" en la reforma fiscal, y la insistencia contra el fraude no pasaron desapercibidos.

Mientras, un financiero celebraba el "diseño político del Estado" dibujado por Zapatero, plagado de complicidades con Cataluña. Y no faltó alguna ironía sobre "lo poco cómodo" que parece encontrarse hablando de economía, de la financiación autonómica al equilibrio presupuestario.

Pero, más allá de lo que gustara o no del mensaje, la comidilla fueron las posibilidades reales de éxito del secretario general del PSOE en el 14-M y su decisión de no gobernar si no logra arañar más votos. Este empecinamiento provocó confesiones de "perplejidad" y "confusión", y centró parte del coloquio posterior al discurso, en el que Zapatero mostró su cara menos táctica y más estratégica, que, junto al calificativo de "regeneracionista", le mereció otro: "corredor de fondo". Fue un coloquio variopinto. Las preguntas versaron lo mismo sobre el aeropuerto de El Prat que sobre los organismos reguladores económicos, que Zapatero prometió descentralizar.

Junto a algunos ex consejeros del Gobierno de CiU y una nutrida representación del actual Ejecutivo catalán, la abundante presencia de clásicos del empresariado -sólo por destacar algunos: José Arcas, de Nestlé; Francisco Belil, de Bayer; Pere Botet, de Caprabo; Pedro Fontana, del BBVA; Salvador Gabarró, de La Caixa; Jordi Mercader, de Miquel & Costas; Rafael Suñol, de Aurica; Antoni Zabalza, de Ercros; José Manuel Lara, de Planeta; Jordi Gallardo, de Almirall, y Carlos Tusquets, de Fibanc- prueba la expectación. No sólo por las próximas elecciones, sino por la reciente presentación del programa del PSOE y por la "trascendencia espectacular en la vida española" (Antoni Brufau, presidente del Círculo de Economía, dixit) de los últimos comicios catalanes.

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