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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Kamikazes

Aún conmocionado por el atentado suicida protagonizado por una joven palestina de clase media, casada y madre de dos hijos, el mundo ha conocido un estudio-dato estremecedor: uno de cada cuatro adolescentes de Gaza sueña con ser shahid o mártir en la lucha contra la ocupación israelí de su territorio. En los tiempos actuales, ese martirio consiste básicamente en inmolarse en operaciones kamikazes contra los israelíes, civiles o uniformados. Una lectura de este fenómeno que se limite a tildar de locos o fanáticos a personajes como la joven Rim al Reyashi o a los miles de chicos y chicas de Gaza que desean emularla resulta insuficiente y no sirve para erradicarlo. Cualquier intento de solución exige interrogarse en profundidad sobre las causas que han conducido a miles de jóvenes palestinos a semejante estado de desesperación, después de décadas de ocupación israelí y pasividad estadounidense, y muy en particular en los tres años de gobierno de Sharon.

No se trata de un ejercicio meramente intelectual. Cuatro ex directores del Shin Bet, el servicio secreto interior israelí, lo hicieron hace unas semanas y llegaron a la conclusión de que las tácticas represivas impulsadas por Sharon sólo generan más "pobreza, desesperación, humillación y terror". Uno de ellos, el general Ami Ayalon, recordó que en los nueve meses anteriores a la segunda Intifada sólo un israelí murió a manos de la violencia palestina. Esto, según el general, obedeció a que el pueblo palestino tenía "esperanza"; la esperanza de que el proceso de paz que impulsaba Clinton culminara con la creación de un Estado propio. En cambio, con Sharon en el poder y Bush en la Casa Blanca, han muerto unos 900 israelíes en actos de brutal violencia palestina. Y las represalias israelíes han provocado la muerte de varios miles de palestinos.

Los israelíes necesitan tan desesperadamente la paz y la seguridad como los palestinos la esperanza en que pronto se les aplicarán los valores universales de libertad, derechos y justicia. Entretanto, a los frustrados y humillados adolescentes y jóvenes palestinos sólo se les ofrece un modelo: el de la religiosidad delirante y el patriotismo extremo de grupos como Hamás y Yihad Islámica. Según ese modelo, el atentado suicida es también la única posibilidad de combatir a una gran potencia militar en permanente alerta roja como Israel, que ya ha resistido a lo largo de varias décadas a otras formas de lucha árabe, como la guerra convencional, las guerrillas, el terrorismo clásico de los secuestros y atentados selectivos, las revueltas de las piedras y la desobediencia civil. Pero así, la sociedad palestina alimenta la pulsión de suicidio terrorista de sus jóvenes. Y esto es mortal para su propio futuro.

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