El buen ejemplo
Los modernos estamos cargados de prejuicios contra la imitación. Salvo cuando se reserva al grado más popular de lo cómico, se presupone contrapuesta a aquellos valores en los cuales el sujeto moderno se ha jugado su mayoría de edad: la creación, la libertad, la autonomía. Se admite, por tanto, la imitación como un comienzo pedagógico, en niveles inferiores del desarrollo individual o colectivo, pero siempre en vista de una madurez que habrá de excluirla para alcanzar la verdadera originalidad personal, moral, intelectual o estética.
Todos los derivados del verbo copiar expresan, en el castellano habitual, este desprestigio. Y, en consecuencia, toda defensa seria del valor de la imitación es asociada a un sustrato de pensamiento conservador, cuando no reaccionariamente antimoderno. Javier Gomà, que sin duda ha estado largos años preparándose para escribir este libro, nos pone en él ante un hecho que, precisamente por el peso del prejuicio recién citado, puede resultarnos sorprendente: que este modo de proceder hoy tan desacreditado ha sido regla cultural y principio privilegiado de psicología social durante casi dos milenios de nuestra historia. De ahí una primera virtud de su texto: la erudición filológica con la que exhuma esa larga tradición, en los más variados ámbitos de la cultura, a lo largo de la antigüedad, la Edad Media y el Renacimiento, como imitación de la naturaleza, de las ideas y de los clásicos.
IMITACIÓN Y EXPERIENCIA
Javier Gomà Lanzón
Prólogo de Javier Muguerza
Pre-Textos. Valencia, 2003
404 páginas. 24 euros
Puede que la gran ambición
de esta mirada retrospectiva desdibuje en algún momento el concepto mismo de "imitación", debido al número de prácticas que intenta abarcar en él, pero en cualquier caso también lo enriquece y es perfectamente eficaz a la hora de lograr el propósito de poner ante nuestros ojos, de un modo a la vez sinóptico y cuidadoso, ese vasto continente que la Ilustración habría sepultado tan rápidamente en beneficio de un modelo de representación lógico-abstracto. Esta rememoración, empero, no está determinada por la nostalgia de la antigüedad ni por un intento de retornar a la ejemplaridad del clasicismo. Gomà atiende y comparte las razones del proceso incoado por la modernidad contra el privilegio de la imitación en nombre de los derechos del progreso, de la creatividad y del conocimiento científico. Pero, al mismo tiempo, entrevé, en las líneas que derivan de la crisis de la modernidad a partir del último tercio del siglo XIX, un resurgimiento posmoderno de la cultura del ejemplo, aunque ya no se trate de imitar la naturaleza, las ideas o a los antiguos, sino de emular prototipos (esencial, aunque no únicamente, morales), y aunque este nuevo paradigma de la mímesis, por recoger el legado de la modernidad, no pueda ya por menos de ser crítico. Scheler, Bergson, las ciencias sociales y la teología, Thomas Mann, Mircea Eliade o Paul Ricoeur son algunos de los elementos de este resurgir crítico de los que Javier Gomà toma los mimbres para esbozar el programa de una "Teoría general de la imitación", a mitad de camino entre lo universal y lo concreto, que se caracteriza por su carácter declaradamente pragmático y por su negativa a integrarse en el "giro lingüístico" cuya atmósfera sigue hoy dominando la filosofía.
La defensa de la imitación aparece, entonces, como la doble asunción, por parte de una modernidad autoconsciente, de la necesidad de lo inimitable y de su imposibilidad, que es precisamente lo que hace que pueda haber imitaciones valiosas. Así, en las últimas páginas se descubre la noción que gobernaba todo el proyecto -la de experiencia de la vida-, que constituye lo más prometedor del ensayo y que nos hace esperar, más allá de su brillante arquitectura de remoción de prejuicios mundanos y recaudación de deudas académicas, nuevos ejemplos en los cuales aquello que hemos conocido en la representación se nos revele también en la experiencia, aunque -pues todo lo humano es imperfecto- se trate de la experiencia teórica o literaria.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.