Destrozos en una calzada romana
El pasado domingo, quedé con unos amigos para visitar la serranía de Cádiz. Todo resultó perfecto, pueblos, gastronomía, paisajes etcétera. Lo peor llegó a la hora de almorzar. Buscamos un sitio cerca de la carretera y, para nuestra sorpresa, descubrimos un lugar fantástico entre Grazalema y Ubrique al que nada le faltaba. Tenía asientos y mesas de madera, sombras abundantes, barbacoas hechas con material de construcción y... ¡hasta una calzada romana! Calzada que si no nos damos prisa en proteger, de aquí a poco se convertirá en un pedregal impracticable.
Nuestra sorpresa fue mayúscula al comprobar cómo la gente, en lugar de recorrerla a pie (tiene varios kilómetros), lo hace a bordo de sus vehículos. Pudimos observar cómo varios 4x4 la recorrían a toda máquina, levantando las piedras, alterando su milenaria y perfecta disposición, y destruyendo lo que ahí lleva varios milenios y que es patrimonio de todos. Es evidente que aún nos queda calzada que recorrer hasta considerarnos un país civilizado; lo que para mí no tiene explicación es el abandono por parte de la Junta de Andalucía y de los pueblos interesados en su conservación. ¿Tan caro saldría vallarla e impedir el paso de vehículos por ella?
Creo que, al igual que en los carteles aledaños prohibiendo coger plantas y molestar a la fauna autóctona, se debiera prohibir bajo severísimas multas el utilizarla como aparcamiento o como pista de rallyes.
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