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Hasta 40 pacientes permanecieron en camillas en los pasillos del centro, según denuncian UGT y Satse

Oriol Güell

Un portavoz del hospital Clínico afirmó al mediodía de ayer que el número de camas en los pasillos se había reducido a 26. El pasado lunes a primera hora de la mañana había 40 pacientes ingresados en los pasillos de urgencias del centro, esperando a que quedara una cama libre en planta. El martes esa cifra se elevó a 46 personas y ayer por la mañana eran 38, según los datos facilitados por el sindicato UGT.

Al mediodía, cuando Manuel Lamela, el consejero de Sanidad, visitó las urgencias del hospital, esta cifra se había reducido aún más. "Hemos tomado las medidas previstas en estos casos para mejorar la atención médica a los enfermos y reducir las molestias. El martes por la tarde se acordó instalar la quinta cama en algunas habitaciones y hoy la situación ha empezado a mejorar. A lo largo de la semana iremos retirando la quinta cama", explicó un portavoz.

Quejas sindicales

El personal de enfermería de urgencias del hospital, por su parte, ha presentado a la gerencia del centro sanitario sus quejas por la situación del servicio de urgencias, según el sindicato de enfermería Satse. "En estas condiciones no se puede garantizar una atención médica y de enfermería adecuada. Lo que queremos dejar clardeno ante la gerencia es que en estas circunstancias no nos podemos hacer responsables de cualquier cosa que pueda suceder", según José Ángel Romero, delegado del Satse en el Clínico.

Los pacientes aguantaban resignados la saturación de este importante hospital de la sanidad pública. "No hay derecho a que haya cinco enfermos en cada cuarto y sólo un baño por cada tres habitaciones", se quejó ayer la hija de una enferma ingresada en la segunda planta. "Mi madre entró en urgencias a las nueve de la noche del lunes. Allí se quedó hasta el martes por la tarde, casi 24 horas en un pasillo del hospital. Pero cuando nos subieron a la habitación nos encontramos con que éramos el quinto paciente. Los otros cuatro nos miraron con el lógico enfado. No hay ningún derecho a que nos traten así", añadió esta mujer.

Mientras, la hija de la paciente trataba inútilmente de que algún empleado le diera un recipiente para que su madre, que no puede caminar hasta el baño, pudiera hacer las necesidades fisiológicas. "No hay derecho. Llevo pidiéndolo media hora y me dicen que no hay ninguno limpio", se quejó con amargura.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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