Sanidad pública de calidad

Como usuario y profesional de la sanidad catalana, me gustaría creer que el programa de sanidad del nuevo Gobierno de la Generalitat no quedará únicamente en un glosario de buenas intenciones electoralistas.

Los marcadores de calidad utilizados por los gestores del ICS no reflejan, ni de lejos, el deterioro manifiesto y progresivo de sus hospitales. La eficacia no se puede valorar exclusivamente por la consecución de un déficit cero o la disminución de la estancia media de los pacientes. También consiste en que los profesionales puedan ejercer su trabajo dignamente y en condiciones óptimas.

Otros marcadores reflejan bien la situación en el ámbito hospitalario: profesionales y equipos de enfermería con unas enormes cargas de trabajo, cifras alarmantes de agresiones y robos, falta de recursos humanos, material básico obsoleto, demora inaceptable de ambulancias, hospitales sucios, comida inadecuada y de baja calidad, urgencias colapsadas, deficientes infraestructuras, listas de espera y un largo etcétera.

El Gobierno de Maragall, con una política de forma y fondo más social, debería tomar nuestras peticiones como una prioridad dentro de las líneas generales que marcarán la política sanitaria los próximos cuatro años.