'Dodeskaden' abre la segunda entrega del ciclo dedicado a Akira Kurosawa
Akira Kurosawa (Tokio, 1910-1988), uno de los grandes de la historia del cine, apenas dejó terrenos por explorar. Dirigió melodramas y películas épicas, hizo incursiones en el cine negro, adaptó a Shakespeare... La coherencia de su obra no está en un género; sino en su visión humanista y su sensibilidad pictórica. El programa Nosferatu, que revisa este año su obra completa, proyecta hoy en el teatro Principal de San Sebastián Dodeskaden, una las cintas que mejor refleja el universo visual de sus cuadros.
Kurosawa, que abandonó las Bellas Artes por el celuloide, es el artífice de la apertura de las fronteras de Occidente para el cine japonés. Rashomon (1950), uno de sus clásicos, ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y el Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1951 y le dio un nombre. Luego, su buen hacer y su sensibilidad lo consagraron como uno de los grandes realizadores del mundo. "Siempre se ha hablado del humanismo de Kurosawa", recordó el responsable de cine de Donostia Kultura, José Luis Rebordinos, que presentó el ciclo junto al concejal de Cultura, Ramón Etxezarreta (PSE-EE). "Aunque tenía una visión bastante pesimista del ser humano, hablaba de sus pasiones y, siempre, al final de sus películas, ponía un punto de esperanza".
Se vio en otoño en la pantalla del Principal y se seguirá viendo desde hoy hasta el 2 de junio. Nosferatu, que ha publicado una revista dedicada a Kurosawa, proyectará hasta entonces 21 de sus películas -cinco subtituladas al euskera-. Entre ellas, títulos conocidos como Ran (1985) o Sueños de Akira Kurosawa (1990), pero también otros raramente exhibidos en las salas: No añoro mi juventud o La más bella (1944). La segunda entrega de este ciclo -la primera tuvo unos 260 espectadores por sesión- arranca (20.15) con Dodesdaken, inspirado en un libro de cuentos de Shugoro Yamamoto. Describe la vida de un mísero barrrio de chabolas en las afueras de una gran ciudad. "Se dice que es la película donde más reflejó su carácer pictórico", apuntó Rebordinos. "Es una historia dura y triste, pero de gran belleza visual".
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