El novelista onubense Manuel Garrido Palacios bucea en el realismo mágico en 'El Abandonario'

La editorial Calima, de Palma de Mallorca, va a poner en las estanterías la tercera edición de la primera novela del escritor onubense Manuel Garrido Palacios titulada El Abandonario. Se trata de una historia que bucea en el realismo mágico a pesar de tener claros vínculos con la novela realista española de los siglos XVI y XVII, que el autor conoce en profundidad.

Garrido Palacios proviene del mundo cinematográfico y ha escrito y dirigido guiones para más de 300 series de televisión. Pero sobre todo se le reconoce por ser un escritor de relatos. Entre sus títulos destacan El Clan y otros cuentos, también editado por Calima en 1998, y Noche de Perros, de la editorial Abelardo Rodríguez, de 1999. Este escritor ha recorrido la España rural, muchas veces a pie, como etnógrafo. Garrido Palacios afirmó ayer que El Abandonario surgió en principio como un cuento largo; pero, a medida que avanzaban las páginas, "la historia fue pidiendo más y en un mes se había convertido en una novela".

Las primeras líneas, que contienen la síntesis de la novela, recogen esa concepción del realismo mágico al que hace referencia el autor. Transcribió en un viaje que realizó a París la conversación de dos señoras mexicanas: "Tía Carmelita estaba mal hecha; iba a la santiguadora con el qué de un costillaje, pero lo que tenía es que estaba mal hecha. Ella lo sabía y no lo quería saber". Garrido Palacios se inspiró en aquella conversación para su novela y dijo a las señoras: "Vienen ustedes enviadas por Juan Rulfo para que me transmitan esa magia".

El Abandonario cuenta la historia de dos personajes, los dos últimos habitantes de un poblado que el autor llama Errumbre, un lugar inventado. "Uno de los personajes ha muerto y el otro, que lo trae a rastras y lo coloca sobre el suelo, lo vela", dijo Garrido Palacios. Que añade: "El muerto cuenta la historia del pueblo, las venganzas, las envidias, las puñaladas traperas, las miserias y grandezas que se sucedieron en ese lugar. El vivo, sin embargo, escucha, pero está ausente, en otro mundo", relata Manuel Garrido.