Bibliografía de la clandestinidad
El archivo de los Benedictinos de Lazkao supone una referencia única de la historia política recienteEl archivo de los Benedictinos de Lazkao supone una referencia única de la historia política reciente
La historia reciente del País Vasco no se puede leer completa si no se acude al archivo de los Benedictinos de Lazkao, al que llegan en peregrinación y con respeto casi reverencial historiadores y otros estudiosos en busca del dato perdido. Desconocido para la mayor parte de los ciudadanos, resulta casi imposible hablar de cualquier investigación seria sobre la historia de Euskadi en los últimos 50 años sin citar la documentación que ha ido recogiendo durante su vida el benedictino Juan José Agirre.
Los primeros pasos de la aventura (no se puede llamar de otra manera a esta experiencia) hay que rastrearlos a principios de los años setenta. En aquel entonces, Agirre (Alegia, 1930) ya era el responsable por decisión propia de la biblioteca del convento de Lazkao, tarea que le había llevado a Barcelona a estudiar Biblioteconomía. A su regreso a la localidad guipuzcoana, en 1973, la decisión de renovar la biblioteca de los Benedictinos es rotunda: hay que actualizar los fondos con las últimas publicaciones.
Esta voluntad renovadora coincide con un momento político más que convulso, con numerosas organizaciones clandestinas que generan sin fin (gracias, en buena parte, a la multicopista, la popular vietnamita) revistas, panfletos, octavillas y demás material. La consigna general era la difusión continua de estos escritos, no su conservación. Pero siempre hay quien gusta de coleccionarlos y la discreción de los frailes estaba garantizada. "Poco a poco la gente empezó a traerme sus archivos, sobre todo los de la época de la clandestinidad, porque pensaban que en nuestra casa estaban mejor guardados. Fueron ellos quienes difundieron nuestro deseo de recopilar y custodiar este tipo de publicaciones", declaraba Agirre en 2001 a la revista digital de Eusko Ikaskuntza, Euskonews & Media.
Con este archivo compiten otros centros de documentación con más medios económicos y profesionales, como la Fundación Sancho el Sabio de Vitoria, de la Vital. Pero el de Lazkao fue el primero en recopilar publicaciones de todos los partidos editadas de forma clandestina. "Se trata de documentos muy importantes hoy día para el estudio de la historia de nuestro país, pero muy peligrosos para aquellos tiempos; de haberme pillado la policía, hubiera sido castigado, con toda certeza, con una sanción o pena penitenciaria", recordaba Agirre.
La recopilación de materiales no se limitó a la de esa última época agitada. También alberga una importante muestra de las publicaciones que editaron los vascos en el exilio, como Euzko deya de Argentina, de México o Chile, además de otras revistas como Tierra vasca o Askatasuna, impulsadas por las Casas Vascas. Este material o el que llegaba de Francia se guardaba en principio en Bayona, desde donde se trasladaba con total discreción a Lazkao.
Alguna vez Agirre y sus colaboradores tuvieron más de un susto. Como en aquella ocasión en que habían pactado con un policía de la aduana de Irún que dejara pasar unas cajas de documentos. El viaje se retrasó por culpa de una comida en San Juan de Luz, y los archiveros se encontraron con un nuevo turno en el paso fronterizo. "Nos obligaron a sacar todo. Y uno de los guardias abrió una caja y dijo: '¡Jefe, aquí pone Eukadi!' A lo que el jefe respondió: 'Pero si ya no es delito...' Era el año 1979, y a los ocho días nos dieron permiso para recoger todo y llevárnoslo", rememora el benedictino.
La visita de Lluch
Juan José Agirre está cansado de hablar con la prensa. Ahora que escasean las vocaciones, le interesa más el futuro del archivo,que pasará probablemente a manos de la Diputación de Guipúzcoa, junto con el resto de la biblioteca de los Benedictinos de Lazkao. La biblioteca cuenta con 40.000 volúmenes, entre ellos joyas más valiosas para el bibliófilo que las publicaciones políticas. Cuenta con incunables, además de manuscritos de los siglos XVII y XVIII de gran interés para el estudioso.
Pero, claramente, quienes acuden hasta esta localidad guipuzcoana buscan la documentación reciente. Así lo hicieron investigadores como Ernest Lluch, quien en septiembre de 2000, en uno de sus últimos artículos, refería su visita al archivo para investigar sobre los orígenes de ETA, la misma banda que acababa con su vida en Barcelona dos meses después, el 21 de noviembre.
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