Malas uvas
Junto con mi madre y mi novio fui al restaurante Il Gondieleri, en Granada capital (C/Martínez Campos, 24), el pasado 31 de diciembre para cenar y tomar las uvas escuchando las campanadas. Tras nuestra sorpresa y la del resto de clientes a la hora de conectar con las campanadas nos quedamos con las uvas en la mano esperando, pues las campanadas no sonaron.
Al pedir la cuenta para marcharnos le comentamos nuestro malestar al camarero pues nadie nos aclaró qué había sucedido ni se disculparon. Tras pagar solicitamos el libro de reclamaciones, ante lo cual un camarero y la gerente trataron de disuadir nuestra iniciativa en un tono incómodo hasta que uno de los camareros ebrios comenzó a meterse en la conversación de forma grosera llegando a insultar a mi madre. Ya apareció el dueño, un italiano que nos negó rotundamente el libro de reclamaciones de forma agresiva hasta que uno de sus familiares, tras hablarle al oído, le convenció de que nos lo dejase.
Mientras rellenaba el formulario, nos comenzaron a rodear extraños empleados con actitud hostil. Cuando finalmente les entregamos la hoja rellena, el dueño comenzó a insultarnos violentamente negándose a entregarnos la correspondiente copia. Nos amenazaron con partirnos la cara a mí y a mi novio. El dueño comenzó a incitar a más empleados, que parecían más matones que del gremio hostelero, en nuestra contra llegando él mismo a querernos golpear. Nos dio un ultimátum: O rompíamos la reclamación o no salíamos vivos de allí. Todo esto ocurría en una parte del restaurante más apartada, junto a los lavabos, donde no quedaba apenas clientela y estábamos rodeados por unos 12 ó 15 empleados insultándonos mientras el dueño nos empujaba.
Disimuladamente llamamos a la Policía municipal que nos aconsejó que rompiésemos la reclamación y saliésemos como pudiésemos pues dada la fecha que era no podían acudir en nuestra ayuda. Luego no nos quedó más remedio que romper la reclamación y salir como pudimos. Inmediatamente fuimos a la Policía Nacional a denunciar los hechos.
Hasta ahora, nuestra sociedad se ha visto amenazada por ciertos porteros matones de discotecas pero, ¿ahora también por los dueños y empleados de cualquier local, como en este caso un restaurante normal de ambiente familiar en fin de año sólo por pedir de manera educada el libro de reclamaciones? Finalizando, comentar que acudiremos a los organismos correspondientes a denunciar esta agresión pues es algo que en un país como éste aún no comprendo cómo puede suceder.
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