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Tribuna:EL DISEÑO DE LAS CIUDADES
Tribuna
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Andalucía soterrada o aflorada

En estos días en los que España se ha convertido en piedra arrojadiza y vuelven a sonar las graves admoniciones del pasado resulta refrescante releer España invertebrada de José Ortega y Gasset. El estímulo proviene tanto de su visión como de su prosa: "Para entender bien una cosa es preciso ponerse a su compás". Aunque no tanto del fondo de su ensayo de ensayos que se antoja tan brillante como, tal vez, distante de la realidad actual, tanto española como europea. Por ejemplo cuando afirma: "Hoy en Europa no se estima el presente: instituciones, ideas, placeres saben a rancio. ¿Qué es lo que, en cambio, se desea? En Europa hoy no se desea. No hay cosecha de apetitos".

Los euro-escépticos y los hispano-escépticos podrán sentirse más o menos identificados con esa frase, pero Europa se sueña. Los europeos acrecentamos nuestra capacidad de desear después de un largo período de construcción unitaria que ha tenido sus hitos en la reunificación alemana, en el euro, en la Unión Europea ampliada, y, por el contrario, sus simas en las guerras y las desmembraciones balcánicas. Ya no somos la misma España ni, por supuesto, la misma Europa. En Andalucía estamos construyendo un sueño de ciudades y regiones articuladas por formas de deseo tanteadas una y otra vez, a base de sortear o atravesar los dilemas de identidad y diferencia, que constituyen junto a la disyuntiva individuo sociedad los grandes polos del debate cultural de nuestro tiempo. Y lo estamos haciendo superando particularismos y conviviendo con nacionalismos con los que trabajamos por construir identidades tolerantes que puedan contribuir a un mapa solidario.

Vertebración, según el diccionario de la RAE, es "dar consistencia y estructura internas," pero también "dar organización y cohesión". Quizá al poner énfasis en las primeras, hemos descuidado las segundas. Hemos dado consistencia constitucional a un bloque de estructuras inveteradas que ahora se ven necesitadas de una paulatina afloración. Tanto en Europa, como en España y Andalucía, las visiones plurales son las que priman para la organización y cohesión, voluntaria y libre, para lograr los objetivos de los sueños.

Por eso la metáfora de la vertebración va siendo sustituida por la del afloramiento hasta esponjar un territorio, más por ósmosis que por lazos irreversibles o subterráneos. La España aflorada es el corolario de lo que entendemos por la modernidad de la visión plural de nuestros sistemas de ciudades y regiones. La afloración de la modernidad andaluza es una visión cohesionada sin complejos ni miedos a la desvertebración.

En consecuencia, resulta paradójico que el escenario físico que hoy vivimos en las grandes obras públicas de ciudades andaluzas de distinto signo político, sea el de la puja por soterrar al máximo sus infraestructuras, a costa de poner muchas cosas bajo rasante. La vertebración de las ciudades andaluzas (y españolas) debería transcurrir, sobre todo, al aire libre (aflorada en su versión moderna). Todo lo enterrado suscita -y representa a la vez- miedo, hermetismo, inseguridad. Lo soterrado es una forma impura de lo elevado sobre la rasante, porque el cielo es el horizonte que nos ponemos para soñar y desear; funciones éstas -desde mucho antes que Hölderlin-, de las más características de los seres humanos. Por eso resulta incuestionable y curiosamente coincidente que muchas ciudades andaluzas se precien de querer soterrar -con el apoyo estatal o autonómico-, vías, tranvías, trenes ligeros, travesías, aparcamientos, paseos y avenidas, por mor de una vertebración interna que no se atreven a disfrutar, sin miedo, al aire libre. Tuneladora es la palabra mágica del mercado para cualquier ciudad e infraestructura moderna. Así se cava la fosa de mucha vida cotidiana al aire libre. Aunque este proceso es patente en Madrid en la M-30 y en tantas vías subterráneas, en Zaragoza en el AVE, en Palma de Mallorca en el Paseo Marítimo, es más significativo en ciudades de climas como Málaga. En la nueva Estación de FFCC, en las propuestas de metro ligero, en tranvías subterráneos, en Sevilla... la lista de lo sujeto a futuro soterramiento es interminable. ¿No existen otras alternativas?

Seguro que sí, pero esa relativa similitud entre las posiciones estructurantes de la identidad y la creciente iniciativa soterradora en Andalucía demuestra que hay miedo a disfrutar del clima mediterráneo y del clima europeo de conectividad voluntaria de la cohesión social. La incertidumbre de esa pasión enterradora tiene que ver con la costumbre española de considerar invertebrado lo no estructurado según un esquema a priori. El abuso de las obras públicas subterráneas, refleja miedos a la falta de vertebración e ignora los mecanismos de organización social y cohesión cultural y humana de las ciudades andaluzas, que son elementos a hacer más visibles en un próximo futuro de modernidad bien entendida.

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Si no queremos soterrar la idea de Andalucía como entidad territorial con paisaje propio, y sustraerla del sistema europeo de ciudades y regiones civilizadamente conectadas por arriba, deberíamos exigir que los sueños de los andaluces-europeos se muevan cotidianamente más por encima que por debajo de tierra. Y que Andalucía se distinga por un sistema de transportes acorde con su tradición, su clima y su territorio, vinculados a una bien aflorada identidad moderna.

Carlos Hernández Pezzi es presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España

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