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Un tercio de los puestos de alimentación del mercado de Sant Antoni permanecen cerrados

El Ayuntamiento de Barcelona emprenderá una reforma integral del recinto antes de 2007

Clara Blanchar

El mercado de Sant Antoni de Barcelona tiene un tercio de los puestos de alimentación cerrados (101 de un total de 311). Unos comerciantes se jubilan, a otros el negocio no les marcha y en otros casos cierran porque no están dispuestos a costear la parte que les corresponderá de la repetidamente anunciada reforma del mercado. El Ayuntamiento se ha comprometido a iniciar las obras antes de que termine este mandato, a más tardar durante el primer semestre de 2007, y las negociaciones entre el Instituto Municipal de Mercados y los comerciantes ya han comenzado.

La reforma del mercado es una operación muy compleja. El recinto es enorme -12.000 metros cuadrados- y muy antiguo: se inauguró en 1882. Además, en él conviven tres mercados: el de alimentación (732 puestos que suman 311 establecimientos), los encantes (555 y 281) y el dominical (407 y 183), y cada uno tiene sus intereses y necesidades. Por otra parte, todavía no está claro adónde se trasladarán provisionalmente los puestos mientras duren las obras. Falta también por concretar los detalles del proyecto de reforma. Y lo más peliagudo: ¿quién y en qué proporción pagará las obras?

En 1999, cuando comenzaron las obras en el mercado de Santa Caterina, la entonces presidenta del Instituto Municipal de Mercados de Barcelona (IMMB), Pilar Rahola, anunció que tras los proyectos de reforma de grandes mercados, como los de la Concepció y la Boqueria, le tocaba el turno al de Sant Antoni. Han pasado casi cuatro años y parece que el reiterado anuncio ahora va en serio. Lo asegura el actual presidente del IMMB y segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento, Jordi Portabella, quien admite, sin embargo, que las reformas serán "largas y complejas".

Pasillos vacíos

El triste aspecto que ofrecen algunos pasillos del interior del mercado, donde predomina el gris de las persianas porque hay más tiendas cerradas que abiertas, es signo de la necesidad de repensar el interior del recinto. "Hay sobreoferta", reconoce la presidenta del mercado de alimentación, Àgueda Valenzuela. "Necesitamos una reforma porque nuestras condiciones y necesidades y las del público han cambiado", dice. El vicepresidente del mercado, Pere Ros, se suma a Valenzuela: "Si hemos cumplido un siglo y queremos cumplir otro, tenemos que ponernos al día".

Como ha ocurrido con otras reformas, de la del mercado de Sant Antoni resultará probablemente un recinto con menos puestos y la presencia de un supermercado, además de mejores servicios para los operadores y clientes: descarga, recogida de basura, cámaras, aparcamiento y mejores accesos. Éstos son los detalles que el IMMB, los operadores de los tres mercados, la asociación de vecinos y los responsables del eje comercial de Sant Antoni han comenzado a discutir.

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El único detalle que, por parte del IMMB, adelanta Portabella es que la reforma será "integral, total, no quedará ni un pasillo". Por parte de quienes regentan puestos de alimentación, se pondrán al menos cinco condiciones sobre la mesa de negociación, según explican Valenzuela y Ros: "Quedarnos en la planta de calle, (si tiene que haber un supermercado, que esté en una planta sótano); recuperar las puertas originales, al final de los pasillos; reducir los puestos a dos hileras por pasillo; aparcamiento para que puedan venir clientes de toda la ciudad, y comodidades como contar con pequeñas cámaras en los puestos".

Pero de la misma forma que en la presidencia del mercado son conscientes de la premura de la reforma, admiten que no todos los comerciantes podrán afrontar el gasto de las obras. Es una cuestión de edad, vienen a decir Valenzuela y Ros. Los más jóvenes estarán dispuestos a pagar para la reforma, pero los de más edad, no. Algunos se se han jubilado o han cerrado. Otros esperarán a cobrar la amortización con la que el Ayuntamiento recuperará las concesiones de los puestos, explican.

En cualquier caso, sean cuantos sean los dispuestos a rascarse el bolsillo, el presupuesto de las obras puede asustar. En su día, Rahola habló de 3.000 millones de pesetas. Por ello en el Ayuntamiento, según explica Portabella, esperan contar con fondos de la Generalitat, el Gobierno y la Unión Europea.

Los vendedores de los encantes y los del mercado dominical reconocen que sus condiciones son menos complejas que las del mercado de alimentación. Xavier Viadé, presidente de los encantes, está "harto" de los repetidos anuncios de reforma y es el más escéptico. Espera "conservar la identidad en la calle, pero en mejores condiciones". Joan Pascual, presidente del mercado dominical, se muestra orgulloso de un mercado "único en el mundo" y espera que la reforma sea "económica y rápida".

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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