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Reportaje:

Los Reyes de la ilusión

400.000 personas siguen la cabalgata de Sus Majestades en Barcelona

Por unos momentos parecía que todo era posible. Las calles de Barcelona se llenaron de peces gigantes, alfombras voladoras, globos terráqueos con cabeza, palomas de la paz enormes, pajes reales y sobre todo niños, muchos niños. Llevaban un año esperando este instante y sus caras lo decían todo. Las de sus padres, también.

Barcelona se volcó ayer con la llegada de los Reyes Magos, que como manda la tradición arribaron por mar. El paquebote Santa Eulàlia, en el que viajaban Melchor, Gaspar y Baltasar, atracó puntualmente a las 17.30 horas. Mientras, en el Portal de la Pau, pequeños y mayores esperaban ansiosos para escuchar las palabras de Sus Majestades.

Barcelona recibió ayer a Sus Majestades de Oriente con todos los honores: las 21 salvas de ordenanza y la entrega de las llaves de la ciudad y del pan y la sal, símbolos de paz y hermandad. Precisamente fue la paz el valor que más sonó, tanto en el mensaje del alcalde de la ciudad, Joan Clos, como en el del rey Melchor.

El séquito avanzaba muy lentamente, pero el público aguardaba con paciencia
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Clos dio la bienvenida a los tres reyes y les dijo que se encontrarían con una ciudad "llena de gente distinta que tiene en las personas su principal riqueza". "Y la paz es su deseo más importante", añadió."Vosotros nos recordáis que todos debemos contribuir a hacer un mundo más justo", siguió Clos.El alcalde de Barcelona quiso hablarles del gran acontecimiento que se celebrará este año en Barcelona a partir del 9 de mayo. "En Barcelona estamos trabajando para conseguir que el mundo sea un poco más justo y este año lo haremos de una manera muy especial con el Fòrum". Pero el alcalde no tuvo sólo palabras para los Reyes, sino que también se dirigió a los cientos de niños que acudieron a recibirlos. "¿Verdad que os habéis portado bien?". "¡Siiiiiií!", respondieron todos a una ayudados por sus padres.

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En su discurso a los niños barceloneses, Melchor volvió a hablar de la paz y apoyó el Fòrum de les Cultures. Su mensaje fue muy claro: "Cuando dos personas hablan entre ellas, no se pelean". "Todo el mundo puede ser rey si aprende este secreto", concluyó. Melchor dijo que él, Gaspar y Baltasar venían de muy lejos, "igual que los que vendrán a partir de la primavera a Barcelona, aunque lo harán sin carrozas". "Será un año especial en el que se celebrará la fiesta grande de las culturas", añadió.

Después de los discursos, los Reyes y el alcalde se trasladaron en coches de época al parque de la Ciutadella, donde les estaban esperando sus carrozas. A partir de ahí empezó la cabalgata de la ilusión y de la magia, en la que todo parecía ser posible.

Las calles de Barcelona por las que tenía que pasar la cagalgata de Sus Majestades eran un hervidero de gente. Niños pequeños y padres solícitos con bolsas de plástico vacías esperando la tradicional lluvia de caramelos llenaban toda la Via Laietana. Algunas mujeres mayores, probablemente vecinas de la zona, no dudaron en acomodarse en sus sillas de casa en plena calle. El espectáculo que se avecinaba bien lo merecía.

Desde el punto más alto de la Via Laietana se empezaban a divisar las luces de los coches de la Guardia Urbana que abrían la cabalgata. El séquito avanzaba muy lentamente, pero el público aguardaba con toda la paciencia del mundo. Los más pequeños, sin embargo, eran los más inquietos. Se notaba que no podían contener la emoción. Acababa de empezar la noche más esperada del año.

Abrió la cabalgata la carroza del Fòrum 2004. Una gran paloma de la paz invadía toda la carroza. A su lado, un enorme globo terráqueo con cabeza de mujer como símbolo de la universalidad. La organización del evento también repartió 70.000 manos de cartón con el logotipo del Fòrum para que los más pequeños saludaran a los Reyes Magos con ellas. Del diseño de esta carroza se encargó Joan Josep Guillem, colaborador de Comediants.

Tras la carroza del Fòrum desfilaron los carteros reales, que no paraban de recoger las cartas de los que esperaron hasta el último momento. Había carteros para todos los gustos: los de Correos, con su carrito amarillo; algunos que iban en bicicleta y patinete, y otros en trixi, el bicitaxi de los turistas en Barcelona.

A continuación, como no podía ser de otra manera, llegó la estrella encargada de guiar a los Reyes de Oriente. Se trataba de una especie de barco pendular, donde una banda tocaba música en directo, del que colgaba la gran estrella. Acto seguido desfilaron las carrozas de los que, junto con los niños, eran los protagonistas de la jornada: Melchor, Gaspar y Baltasar.

Melchor, el rey blanco, llegó desde los desiertos de Oriente Medio envuelto en una gran nube blanca. Ariadna, de cuatro años, tenía muy claro que le quería dar la carta a Melchor. "Es el que más me gusta", decía. ¿Y qué pedía Ariadna en su carta? "Todo lo que aparece en los catálogos", espetaron sus padres.

Como dice la tradición que el rey Gaspar vive en los valles del río Brahmaputra, en el Himalaya, su carroza era una alfombra voladora, el medio de transporte en su tierra. Tras él, Baltasar, que llegó del Alto Nilo, en África, se encontraba como pez en el agua en su carroza. Baltasar se llevó un trocito de su río acompañado por peces gigantes. Cerraron la cabalgata las carrozas de los regalos y del carbón de azúcar, que el Doctor Maddock se encargaría de repartir entre los niños que no se habían portado demasiado bien durante el año, que en Barcelona son "más bien pocos", según indicó el alcalde.

El rey Melchor saludando a los niños que le esperaban en el parque de la Ciutadella.
El rey Melchor saludando a los niños que le esperaban en el parque de la Ciutadella.SUSANNA SÁEZ

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