Calendarios de goma
El Consell ha presentado como infraestructuras ya realizadas varios megaproyectos pendientes de ejecución
Publicitados una y otra vez desde hace años, las grandes infraestructuras prometidas por los populares han servido para vender la imagen de Eduardo Zaplana y de Francisco Camps en los carteles de las dos últimas convocatorias electorales. Sin embargo, la realidad de proyectos como el AVE, el Plan Hidrológico Nacional (PHN), el Palau de les Arts o la Ciudad de la Luz sigue estando sólo en papel couché.
La definición del proyecto de alta velocidad entre Madrid y Valencia ha sido uno de los más prolongados y farragosos de España. Es el que ha contado con más trazados en estudio -un total de seis- y también el que más variaciones ha tenido. Desde su llegada a la presidencia de la Generalitat en 1995, el popular Eduardo Zaplana colocó en el centro de sus promesas políticas la construcción de un AVE con Madrid hasta el extremo de que algunos madrileños daban por sentado hace meses que la línea funcionaba.
Plácido Domingo firmó un convenio con Zaplana para actuar en 2003
La realidad es otra. A pesar del anuncio de Zaplana en 1999, año electoral, de que las obras empezarían en 2000 y la línea estaría en servicio en 2003 o 2004, lo cierto es que ese año acabó sin un trazado claro y sin financiación. Las previsiones de los responsables de la Generalitat y del Ministerio de Fomento andaban ya entonces por caminos diferentes. De hecho, ya en 1999 el ente Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF), órgano dependiente de Fomento encargado de ejecutar la línea, trasladaba la construcción del AVE al 2007, un lustro más tarde de lo que habían anunciado distintos estamentos políticos. Los grupos de presión empresariales valencianos, con Federico Félix a la cabeza, exigían un tren de alta velocidad para 2004 a lo más tardar.
A principios de 2001 y después de meses de estudiar la posibilidad de que la Generalitat financiara parte de las obras, Zaplana trasladó a Fomento la responsabilidad sobre los plazos de ejecución y financiación del AVE. En enero de ese año se estableció el trazado definitivo, lo que retrasó el inicio de las obras hasta finales de 2002 y llevó al secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco, a retrasar a su vez el final de las obras a 2010.
No sería hasta la campaña de las elecciones autonómicas de 2003 cuando el todavía candidato del PP, Francisco Camps, recuperó la mítica fecha de 2007 como el de la puesta en servicio de un proyecto que ha tenido tantas fechas de finalización de las obras como trazados posibles. La última escaramuza a cuenta de los plazos del AVE tuvo lugar este otoño a propósito de la visita a Valencia de la comisaria europea de Transportes y ex ministra española de Agricultura, la popular Loyola de Palacio. En su afán de arropar a Camps en un acto público en el puerto de Valencia, la comisaria secundó la promesa de Camps de que la línea estaría acabada en 2007. Las declaraciones de Loyola de Palacio recibieron como respuesta del Ministerio de Fomento unas breves declaraciones de un portavoz oficial que se ratificaba en que 2010 es el horizonte temporal para la conclusión de esta controvertida línea.
Con el PHN ha sucedido algo parecido. El calendario establecido a mediados de 2001 por el Ministerio de Medio Ambiente para poner en marcha el PHN preveía el comienzo de las obras de su proyecto estrella -el trasvase del Ebro- durante el primer semestre de 2003, según el Gobierno central. El rechazo que ha provocado el proyecto ha llegado hasta la Comisión Europea, desbordada por decenas de denuncias de colectivos ecologistas y de gobiernos afectados por el trasvase y dos años después de que el PHN se convirtiera en ley las obras apenas están en marcha. Es la queja más repetida por los partidos de la oposición que fijan en 2015 o 2020 la conclusión de un trasvase de agua insuficiente y traumático. Es más, ni tan siquiera el anexo de inversiones del PHN, el único punto que el PSOE apoyó en el Congreso y que contiene proyectos antiguos, algunos pendientes desde 1996, está ejecutado.
"Si las depuradoras y las desaladoras no las están haciendo, imagínense las otras", asegura Pla, que recalca que el anexo económico del PHN que los socialistas votaron a favor en el Congreso "contiene muchas obras presupuestadas desde 1996" en las que sigue sin hacerse nada.
El Palau de les Arts es otro de los proyectos estrella en materia cultural de la Generalitat, desde que gobierna el PP. Y el más costoso. Su construcción la anunció el hoy presidente de la Generalitat, Francicsco Camps, siendo consejero de Cultura, en 1997. Una casa de la ópera, dijo entonces Camps, que venía a sustituir el proyecto socialista de la torre de Calatrava, lo que unido al L'Oceanogràfic, contribuiría a poner la impronta del PP en un complejo heredado como la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Desde su anuncio, las fechas de inauguración del Palau han sido numerosas. Se fijó en un principio julio de 2002. Pronto la marcha de las obras recomendó hablar de 2003. E incluso Plácido Domingo firmó un convenio en 2001 con Eduardo Zaplana para actuar en el Palau en 2003, año en que se debía celebrar también en el recinto el concurso Operalia, promovido por el tenor español. Papel mojado, porque el espectacular y enorme edificio de 40.000 metros cuadrados sigue, hoy en día, en enero de 2004, en obras. Mientras tanto el gasto se ha disparado, superando incluso la polémica construcción del Teatro Real de Madrid. Fuentes de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CACSA) sugieren más de 150 millones de euros, aunque otras fuentes elevan la cantidad. Pero como es habitual en CACSA, no se conocen con exactitud las cuentas. El caso es que las horas extras y el trabajo nocturno no han impedido la acumulación de un fuerte retraso, lo que dificulta la confección de una programación estable. La última fecha de inauguración apuntada, incluso por el propio arquitecto Santiago Calatrava, es octubre de 2005.
No hay ninguna fecha concreta en el caso de la Ciudad de las Artes Escénicas de Sagunto. El proyecto que presentó horas antes de las elecciones generales de 2000 el entonces presidente Eduardo Zaplana, hoy en día se resume en un único edificio: la magnética nave de antiguos repuestos de la desmantelada siderurgia saguntina. Aún no está rehabilitada completamente, pero ya se realizan espectáculos en la misma. Por lo demás, ni se han comprado ni permutado los terrenos de la antigua gerencia de la siderurgia, donde están previstas el resto de instalaciones: residencias, escuelas y otras dependencias. A finales de 2000, Olivas, entonces vicepresidente, anunció el fin del proyecto en 2003.
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